Por: Paola A. Magni e Ian Dadour
Hasta finales del siglo XIX, el éxito de las investigaciones criminales dependía en gran medida de los informes de los testigos y de las confesiones (a menudo extorsionadas). La falta de herramientas científicas significaba que los investigadores necesitaban habilidades avanzadas de razonamiento deductivo, e incluso entonces, a menudo llegaban a un callejón sin salida.
Hoy en día, las investigaciones exigen un enfoque interdisciplinario y de alta tecnología, involucrando a expertos de diversas disciplinas científicas. Las investigaciones de apuñalamientos son particularmente importantes, ya que los apuñalamientos fatales son la principal causa de homicidio en países con acceso restringido a armas de fuego, incluida Australia.
La interpretación cuidadosa de las imágenes de CCTV puede ser útil, pero a veces la escena del crimen no tiene cámaras de vigilancia. El cuerpo de la víctima puede ser descubierto días, semanas o meses después del evento. Para entonces, es posible que los insectos lo hayan consumido parcialmente, o que la lluvia haya lavado las manchas de sangre, o incluso el arma homicida.
En tal caso, el análisis de los daños en la ropa de la víctima puede proporcionar información crucial. Pero, ¿cómo reacciona la ropa en un cuerpo en descomposición a los factores ambientales y biológicos?
Esta fue nuestra pregunta mientras realizábamos una investigación utilizando los cuerpos en descomposición de más de 100 lechones nacidos muertos. Nuestros hallazgos de este experimento, el primero de su tipo, podrían ayudar a los investigadores a resolver crímenes futuros (y pasados) en los que se cuestionan apuñalamientos, rasgaduras u otros daños a la ropa.
Cerdos envueltos en tela
El análisis textil tiene un papel importante en la investigación forense. La ropa puede preservar información crucial sobre los eventos que llevaron a la muerte de alguien. La evidencia puede venir en forma de fibras debajo de las uñas de la víctima, rasgaduras en la ropa como resultado del movimiento o la tracción, o cortes y agujeros causados por armas.
Sin embargo, el propio proceso de descomposición también alterará el tejido y los daños existentes. Incluso puede introducir nuevos daños que compliquen el análisis.
Para comprender cómo podría cambiar la ropa a lo largo de este proceso, realizamos un experimento en el calor del verano de Australia Occidental. Utilizamos más de 100 lechones nacidos muertos (simulando restos humanos) envueltos en telas comunes que incluyen algodón, material sintético elástico y una mezcla de telas. Se dejaron algunos lechones sin ropa como muestras de control.

Hicimos cortes y rasgaduras intencionalmente en la mayoría de las telas, antes de dejar que los cadáveres se descompusieran naturalmente en un ambiente de matorrales hasta que solo quedaron los huesos. Los cuerpos estaban protegidos de los grandes carroñeros, pero no de los insectos carroñeros.
Si bien investigaciones anteriores han explorado el impacto de la ropa en la descomposición, nos enfocamos en el otro lado de la moneda: ¿Cómo impactan los insectos en la tela de un cadáver en descomposición? ¿Y de qué manera podría esto poner en peligro una investigación?
Expuesto a elementos naturales
No pasó mucho tiempo antes de que las telas comenzaran a transformarse debido a la exposición a bacterias, hongos, insectos y otros factores ambientales. Cambiaron de forma y textura, y se estiraron como resultado de la hinchazón natural de los cadáveres. Menos de una semana después de colocar los cadáveres, aparecieron nuevos agujeros en la tela, especialmente en el algodón, a medida que se rompían las fibras.

También hubo cambios químicos debido a la posible exposición a fluidos corporales y productos químicos de bacterias y hongos. Los insectos eran particularmente activos en áreas donde había fluidos corporales. De veinte grupos de insectos recolectados e identificados, las moscas azules y los escarabajos carroñeros fueron los antagonistas más comunes.
A lo largo de los 47 días del experimento, logramos recopilar una variedad de datos sobre la degradación de la tela a lo largo del proceso de descomposición. Es la primera vez que esto se documenta con tanto detalle en un experimento controlado.

Nuevas herramientas para resolver nuevos (y viejos) misterios
Aunque el análisis de daños textiles es vital para la ciencia forense, ha habido una investigación limitada sobre cómo se superpone con la entomología forense y la tafonomía (el estudio de cómo se descomponen los organismos). Nuestra investigación muestra que las telas pueden contener evidencia significativa, y esta evidencia cambia a medida que los cuerpos se descomponen mientras están expuestos al medio ambiente.
Hay innumerables ejemplos de delitos en los que la evidencia relacionada con la ropa ha sido crucial para resolver el caso. En el caso de Chamberlain de 1980, un jurado declaró erróneamente a Lindy Chamberlain y su esposo Michael culpables de asesinar a su hija Azaria, de nueve semanas, que había desaparecido.
Solo cuando se recuperó la ropa de Azaria una semana después de su desaparición, los investigadores tuvieron evidencia de que un dingo la había secuestrado (ya que la ropa mostraba signos de haber sido arrastrada por la arena). Como resultado, los Chamberlain fueron exonerados.
Más recientemente, una persona de interés fue arrestada en Nueva York como el “destripador de Craigslist”, un asesino en serie responsable del asesinato de más de diez personas. Los investigadores obtuvieron pruebas de ADN de mechones de cabello encontrados en sacos de arpillera utilizados para ocultar y transportar los cuerpos.
Aunque muchos detalles de este caso en particular siguen sin revelarse, tales investigaciones probablemente usarán evidencia relacionada con insectos y otras evidencias de rastros en textiles para ayudar a hacer inferencias importantes, incluso sobre la hora de la muerte. En términos más generales, nuestro trabajo ayudará a los investigadores a evitar malinterpretar las pruebas de la ropa. Por ejemplo, si los investigadores no son conscientes de que se pueden formar agujeros en la tela debido a la exposición a insectos y elementos naturales, podrían atribuirlos incorrectamente a un atacante animal o humano.
De manera similar, al medir qué parte de la ropa tiene el mayor daño por insectos, podrían comprender dónde estaba presente la mayor cantidad de líquido en el cuerpo (si se encuentra como restos óseos). Esto podría ayudarlos a determinar dónde y cómo se infligió el daño.
Este año publicamos pautas para ayudar a otros profesionales forenses en el proceso de observar y recolectar insectos en la escena del crimen, y en considerar cómo la actividad de los insectos puede estar relacionada con la ropa de la víctima. Esperamos que nuestro trabajo pueda ayudar en futuras investigaciones y tal vez incluso reabrir algunos casos sin resolver.
Este artículo es una traducción de otro publicado en The Conversation. Puedes leer el texto original haciendo clic aquí.