Personas enterradas en megatumbas de piedra en España fueron descarnadas y sus huesos fracturados tras su muerte

Humanidades

Arqueólogos en España han descubierto evidencia de que los pueblos antiguos descarnaban y desmembraban cadáveres hace unos 6.000 años. Pero éstas no son pistas de un asesinato antiguo. En cambio, las lesiones óseas probablemente estén relacionadas con prácticas funerarias que ocurrieron justo después de la muerte.

Hace décadas, los arqueólogos desenterraron dos grandes tumbas de piedra neolíticas en el norte de España que datan del cuarto milenio a.C. que contenía los restos de más de dos docenas de hombres, mujeres y niños, además de puntas de flecha de pedernal, punzones de hueso, herramientas de piedra y fragmentos de cerámica. Ahora, un nuevo análisis de los huesos de las personas ha revelado que una gran cantidad de ellos estaban fracturados y fragmentados perimortem, alrededor o justo después del momento de la muerte. Los investigadores describieron los nuevos hallazgos de las tumbas de Los Zumacales y La Cabaña en un estudio publicado el 1 de diciembre en el International Journal of Osteoarchaeology.

Ubicación de los yacimientos presentados en este estudio en la submeseta norte española: la tumba de Los Zumacales (Valle Medio del Duero) y La Cabaña (región de La Lora). Crédito de la imagen: IJOA.

Según los investigadores, entre el 70% y el 90% de los huesos se habían fracturado, incluidos los huesos del brazo con fracturas en “forma de mariposa” que resultaron de una fuerza aplicada perpendicularmente al hueso fresco. También se encontraron marcas de impacto en algunos de los huesos, lo que indica la aplicación de fuerza de percusión o golpe. También se descubrieron marcas de corte en forma de V, probablemente hechas por personas que usaban herramientas de piedra para descarnar a los muertos.

Si bien estudios anteriores sugirieron que los esqueletos representaban entierros que fueron limpiados o apartados después de algún tiempo, los investigadores del nuevo estudio propusieron que las fracturas y las marcas de corte eran parte de un “proceso de manejo de la muerte” que las personas empleaban según era necesario para lidiar con sus compatriotas fallecidos.

“Es difícil interpretar la motivación de estas prácticas”, dijo a Live Science Angélica Santa-Cruz, arqueóloga de la Universidad de Valladolid en España, en un correo electrónico. Las prácticas pueden haber estado “dirigidas a acelerar los procesos de descomposición del cadáver cuando fuera necesario”, dijo, y “algunos de estos huesos podrían haber sido adorados como objetos o reliquias funerarias”.

Radio izquierdo (CA/EX98) de la tumba de La Cabaña en vista anterior mostrando marcas de corte en su tercio distal del fuste. Diagrama de los cortes ubicados en el extremo distal del radio. Crédito de la imagen: Dibujo de Francisco Tapias López.

Sin embargo, los investigadores no pudieron descartar que las personas participaran en canibalismo funerario. Consumir la carne de los muertos es un comportamiento humano antiguo, y se han encontrado muchos casos en el noroeste de Europa, particularmente durante el período Paleolítico superior (hace entre 35.000 y 10.000 años). Los patrones de fractura en los huesos de Los Zumacales en particular podrían reflejar canibalismo funerario -también llamado endocanibalismo o antropofagia- pero “tal afirmación debe hacerse con gran precaución”, escribieron los autores en el estudio.

Los sitios tienen algunas otras pistas que ayudan a aclarar las prácticas funerarias. Poco se sabe de la vida de este pueblo neolítico porque se han encontrado pocas zonas de habitación. Santa-Cruz dijo que la población local probablemente cultivaba y buscaba comida, viviendo un estilo de vida seminómada centrado en la cría de animales.

Jess Beck, arqueólogo del University College Dublin que no participó en el estudio, dijo a Live Science en un correo electrónico que los autores merecen crédito por estudiar los numerosos fragmentos de hueso. Su examen aborda “cómo y quizás por qué las comunidades prehistóricas manipulaban huesos humanos como parte de rituales mortuorios de múltiples etapas”, dijo Beck. En particular, el estudio presenta “nuevas pruebas importantes del procesamiento perimortem en el Neolítico tardío de la Península Ibérica”, dijo.

Dada la nueva información que Santa-Cruz y el coautor del estudio Javier Velasco-Vázquez, del Servicio de Patrimonio Histórico de Gran Canaria, España, encontraron al observar muy de cerca los huesos fracturados, sugieren que estudios similares sobre huesos de otras tumbas en el área son necesarios para comprender mejor la diversidad de prácticas funerarias que tuvieron lugar en estos sitios.

Fuente: Live Science.

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