¿Por qué ya no hay tantos animales gigantes? Estudio explica el encogimiento evolutivo

Biología

En la Era Mesozoica, los dinosaurios eran los gobernantes indiscutibles de la tierra. El Argentinosaurus, posiblemente el dinosaurio más grande que jamás haya existido, medía hasta 30 metros de largo y pesaba alrededor de 100 toneladas. Estas criaturas evolucionaron hasta alcanzar tamaños tan enormes por varias razones, incluida la defensa contra los depredadores, estrategias de alimentación eficientes y termorregulación.

Tras la extinción de los dinosaurios, los mamíferos ocuparon un lugar central. Con tantos nichos ecológicos repentinamente vacíos, nuestros ancestros mamíferos rápidamente aumentaron de tamaño desde el tamaño de un ratón hasta dimensiones legendarias de megafauna, ejemplificadas por el mamut lanudo y el imponente Megatherium, un perezoso terrestre gigante.

En el siglo XIX, el paleontólogo estadounidense Edward Drinker Cope notó estos patrones y recopiló datos que finalmente lo llevaron a concluir que es probable que los linajes de población sean mayores que sus antepasados. Esta idea ha quedado grabada en la biología evolutiva como la regla de Cope.

Una regla obsoleta de la biología evolutiva
La regla de Cope tiene sus raíces en la observación de que los animales más grandes a menudo poseen ciertas ventajas evolutivas, como mejores tasas de supervivencia, mayores capacidades depredadoras o defensivas y una mayor eficiencia en la utilización de la energía. Sin embargo, de ninguna manera es perfecta. Los reptiles, por ejemplo, han reducido drásticamente su tamaño desde la era de los dinosaurios hasta los gecos y gorriones actuales. De manera similar, los caballos de Alaska experimentaron una reducción de tamaño del 12% antes de su extinción hace 14.500 años. Se han encontrado excepciones a lo largo del tiempo geológico, por lo que un mejor nombre sería regla (de pulgar) de Cope.

De hecho, en nuestra época parece que asistimos a una tendencia inversa a la observada por Cope. Ya no existen animales enormes como los saurópodos o los perezosos gigantes, y así ha sido durante miles de años. Este marcado contraste de tamaño plantea una pregunta fascinante: ¿qué impulsa estos dramáticos cambios en el tamaño de los animales a lo largo de millones de años? Hallazgos recientes pueden finalmente arrojar luz sobre este misterio.

El investigador principal Shovonlal Roy, modelador de ecosistemas de la Universidad de Reading, explica que el tamaño de los animales puede fluctuar significativamente durante largos períodos, dependiendo de su hábitat o entorno. El estudio utilizó modelos informáticos para simular escenarios evolutivos. Los investigadores descubrieron que dos factores ecológicos principales son fundamentales en la configuración del tamaño de los animales: la intensidad de la competencia y el riesgo de extinción.

Los animales grandes que siguen aumentando de tamaño para mitigar el riesgo de extinción actúan como un mecanismo que explica claramente la regla de Cope. Pero el gran tamaño favorece a una especie sólo hasta cierto punto: cuando los recursos disminuyen repentinamente, el gran tamaño se convierte en un riesgo de extinción, como fue el caso de los dinosaurios. Cuando la reserva de recursos en un hábitat se reduce, también lo hace el tamaño de los animales debido a una mayor competencia. El estudio destaca tres patrones distintos de cambio de tamaño corporal que surgen bajo diferentes condiciones:

Aumento gradual del tamaño con el tiempo: este patrón surge cuando la competencia entre especies se basa principalmente en el tamaño corporal en lugar de en diferencias de nicho, como se observa en varias especies de animales marinos.

Aumento de tamaño seguido de extinciones: en este escenario, los animales más grandes se extinguen recurrentemente, lo que permite que otras especies evolucionen hacia cuerpos más grandes.

Disminución gradual del tamaño con el tiempo: Contrariamente a la regla de Cope, este patrón ocurre cuando hay alta competencia y superposición del uso de hábitat y recursos, lo que genera presión evolutiva para reducir el tamaño.

Debido a que la disponibilidad de recursos y las condiciones ambientales siempre cambian en una línea de tiempo geológica, vemos tendencias de gigantismo y contracción en todas las poblaciones. Y, actualmente, en palabras del sabio George Constanza, nos espera una contracción masiva.

Un estudio de 2019 revisó más de seis décadas de datos de todo el mundo y encontró que la mayoría de las especies, desde peces hasta plantas y mamíferos, se están reduciendo con el tiempo. Los osos polares tienen sólo dos tercios del tamaño que tenían hace sólo 30 años. Esta tendencia puede explicarse por condiciones cada vez más inhóspitas, como el cambio climático y otros factores relacionados con la actividad humana que provocan temperaturas más cálidas y una menor disponibilidad de alimentos. Para adaptarse, los animales han tenido que reducir su tamaño para hacer más con menos.

Esta tendencia es particularmente preocupante porque los ecosistemas están estructurados en términos de tamaño de las especies: los animales grandes tienden a comer animales más pequeños, que a su vez se alimentan de animales más pequeños. Pero ahora, la cadena alimentaria corre el riesgo de sufrir una alteración importante. En el próximo giro del reloj evolutivo, la ecología de la Tierra verá grandes cambios muy alejados de la regla de Cope.

Los nuevos hallazgos aparecieron en la revista Communications Biology.

Fuente: ZME Science.

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