El último ingrediente para hacer los tejados verdes grandiosos: hongos

Biología

Los tejados verdes son cada vez más populares no sólo por motivos estéticos, sino también por los beneficios medioambientales que ofrecen. Ayudan a aislar los edificios, ayudan a gestionar el agua de lluvia y reducen las islas de calor urbanas. Y, como beneficio adicional, proporcionan pequeños ecosistemas para insectos y aves. Pero la mayoría de los suelos utilizados para los techos verdes son estériles y su calidad disminuye constantemente con el tiempo. Eso significa que hay que complementarlos constantemente con fertilizantes o tierra nueva, lo que no es precisamente sostenible.

Ahora, un equipo de investigadores tiene una idea diferente: simplemente añadir hongos.

Los tejados verdes, también conocidos como tejados vivos, son exactamente lo que parecen: tejados de edificios cubiertos de vegetación. Son como las arboledas escondidas del entorno urbano, que ofrecen un trozo de naturaleza donde menos te lo esperas. El concepto no es nuevo: la gente ha estado usando techos de césped durante siglos en algunas partes del norte de Europa. Sin embargo, la versión moderna de los techos verdes consiste en integrarlos al tejido urbano para obtener beneficios ambientales, económicos y sociales.

En las ciudades, donde dominan las junglas de asfalto, los techos verdes ofrecen un santuario para pájaros, abejas y mariposas. Al crear estos pequeños ecosistemas, estamos dando un guiño a la biodiversidad, que es crucial para un planeta saludable. Además, ¿a quién no le encanta la idea de un edificio lleno de vida?

En teoría, los tejados verdes necesitan muy poca gestión; es un ecosistema vivo y autosostenible. Pero en la práctica, esto sólo funciona si el ecosistema está sano, hasta el último microbio.

En la práctica, a menudo se descuida la microparte del ecosistema. Esto se traduce en suelos estériles cuya calidad se degrada constantemente con el tiempo.

“Los techos verdes tienen una vida útil y no siempre son los ecosistemas autosostenibles que creemos que son”, dice el autor principal Bala Chaudhary, profesor asociado de estudios ambientales en Dartmouth. Pueden ser beneficiosos para las zonas urbanas, pero tienden a perder su eficacia con el tiempo.

Un equipo de investigación dirigido por Dartmouth se propuso probar un método que podría aplicarse para apoyar la resiliencia climática en las ciudades. El equipo creó un techo verde experimental en Chicago, probando cómo la adición de microorganismos nativos cambiaría la comunidad microbiana del suelo con el tiempo. Estaban particularmente interesados en rastrear la presencia de hongos micorrízicos beneficiosos.

Inocular el suelo
Los hongos micorrízicos son un grupo de hongos que forman relaciones simbióticas con las raíces de la mayoría de las especies de plantas, creando una asociación mutuamente beneficiosa. Esta red subterránea, a veces denominada “Wood Wide Web”, permite a las plantas absorber agua y nutrientes de manera más eficiente, gracias al amplio alcance de las hifas de los hongos. A cambio, las plantas proporcionan a los hongos carbohidratos producidos mediante la fotosíntesis.

Estas conexiones no sólo mejoran el crecimiento y la salud de las plantas, sino que también desempeñan un papel fundamental en la estructura y la fertilidad del suelo. Las micorrizas son cruciales para el equilibrio del ecosistema, ayudando en la comunicación de las plantas, el ciclo de nutrientes e incluso en la resistencia contra ciertos patógenos. Esta intrincada relación es lo que los investigadores intentaban lograr con los tejados verdes.

Obtuvieron hongos micorrízicos de una pradera local restaurada y “inocularon” con ellos el techo verde de Chicago. El techo verde tenía plantas nativas y suculentas verdes. Luego siguieron la evolución del techo verde durante dos años, utilizando una técnica molecular llamada “metabarcoding de ADN”. Este enfoque permite el seguimiento de múltiples microorganismos en una muestra. Esto permitió a los investigadores asegurarse de que cualquier efecto se debía a la inoculación y no a otros hongos callejeros traídos por el viento o las aves.

En general, los resultados fueron reveladores. El techo verde tenía una mayor diversidad microbiana y el suelo estaba más saludable después de la inoculación. De hecho, los resultados sorprendieron incluso a los investigadores.

“En este entorno de azotea urbana, vimos más diversidad en las comunidades de hongos del suelo inoculado”, dijo el autor principal Paul Metzler, director del laboratorio de ecología del suelo en el Departamento de Estudios Ambientales de Dartmouth. “Los efectos consistentes y a largo plazo del inóculo fueron bastante sorprendentes, ya que no es necesariamente algo que uno esperaría cuando se trabaja con microorganismos tan pequeños”.

“La dispersión pasiva de los hongos probablemente resultó en el establecimiento exitoso de una pequeña cantidad de especies, pero la inoculación activa con especies de hongos nativas resultó en un cambio inmediato hacia una comunidad de hongos diversa y única. Cuando los suelos urbanos son construidos o modificados por la actividad humana, esta es una oportunidad para una intervención que persistirá y agregará diversidad a ese sistema”, concluyen los autores del estudio.

El techo del futuro
Los techos verdes siguen siendo una propuesta atractiva, pero difícil de ampliar. Por ejemplo, no todos los edificios son adecuados para el peso adicional y las condiciones del suelo. Entonces, la instalación inicial de un techo verde puede resultar costosa. No se trata sólo de tirar un poco de tierra y semillas a un tejado. Hay que considerar impermeabilizaciones, repelentes de raíces, drenaje y necesidades estructurales. Además, como cualquier jardín, requieren un mantenimiento continuo. Para los propietarios de edificios, el costo inicial y el compromiso de mantenimiento pueden ser importantes factores disuasorios.

Las ventajas también son importantes y, en muchos casos, merecen la pena. Pero si bien los techos verdes a menudo se presentan como un sistema de “configúrelo y olvídese”, los autores del estudio muestran que este no es realmente el caso a menos que se planifique en consecuencia, hasta los detalles más pequeños y los microorganismos más pequeños.

En última instancia, la investigación muestra cómo podemos mejorar la sostenibilidad de los tejados verdes y ampliar sus beneficios durante un período más largo. Este enfoque no sólo respalda la salud de las plantas y el ecosistema del techo verde, sino que también contribuye a los objetivos más amplios de resiliencia urbana y adaptación al clima. A medida que las ciudades continúan creciendo y buscando soluciones a los desafíos ambientales, la incorporación de ecosistemas vivos y respirables en su infraestructura se vuelve cada vez más importante.

“Nuestras ciudades podrían ser una ventana al futuro”, afirma Chaudhary. “Están experimentando los impactos del cambio climático (temperaturas más cálidas y aumento de sequías e inundaciones) de manera intensificada, lo que los convierte en un gran microcosmos para estudiar algunos de estos impactos bajo tierra”.

El estudio fue publicado en New Phytologist.

Fuente: ZME Science.

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