En unos 500 años todos en Japón podrían llamarse “Sato”, según estudio

Política y sociedad

En todas las culturas, algunos nombres son más populares que otros. Pero en Japón, esto puede alcanzar un nivel completamente nuevo porque las parejas se ven obligadas a llevar el mismo nombre. Hiroshi Yoshida, profesor de economía en la Universidad de Tohoku, llevó a cabo una simulación de cómo un nombre en particular (Sato) podría volverse cada vez más popular. Aunque el estudio no es del todo serio (su objetivo es hacer campaña contra la ley de nombres), muestra cómo un apellido puede superar a los demás.

Un país con un solo nombre
En Japón, las parejas casadas deben compartir el mismo apellido. En teoría, la pareja puede adoptar cualquiera de los dos nombres, pero en la práctica, más del 95% de las parejas adoptan el apellido masculino. Junto con las tendencias demográficas de Japón, esta política ha contribuido al predominio de ciertos apellidos, como Sato. La simulación de Yoshida predice con humor que si las tendencias actuales continúan sin control, una porción significativa de la población japonesa podría terminar compartiendo este apellido común, resaltando las peculiaridades de las normas sociales actuales.

Ya el 1,6% de la población japonesa se llama “Sato”, y esa cifra está creciendo lentamente. Los modelos de Yoshida parten de los últimos dos años (un conjunto de datos muy limitado) y proyectan lo que sucederá en el futuro si las tendencias actuales continúan. Según su modelo, en 2446, más de la mitad de todos los japoneses compartirían el mismo apellido.

Es importante señalar que es típico y educado en la cultura japonesa referirse a las personas por sus apellidos. Entonces, para el año 2531, todos se llamarían “Sato”.

“Si todo el mundo se convierte en Sato, es posible que tengamos que dirigirnos a nosotros por nuestro nombre o por números”, dijo, según el Mainichi. “No creo que sea un buen mundo para vivir”.

Por supuesto, este no es un cálculo exhaustivo. La inmigración y muchos otros aspectos sociales podrían intervenir y cambiar las cifras. El estudio tiene como objetivo crear conciencia sobre las implicaciones de no imponer una ley que exija que las parejas tengan el mismo apellido. Sin embargo, también hay una advertencia clara en la investigación. A diferencia de los nombres de pila, cuya popularidad aumenta y disminuye, los apellidos son “más pegajosos”: una vez que tienes uno, te quedas con él.

Además de llevar a algunas situaciones sociales extrañas, Yoshida también ve otro problema: la historia de otros apellidos se está borrando en este proceso.

“Teniendo en cuenta que un apellido tiene una historia familiar y también es un símbolo cultural, su pérdida significaría que la historia del apellido también dejaría de existir”, dijo Yoshida en un comunicado.

“Personalmente, veo el cambio de nombre como una cuestión separada de casarse y vivir con la pareja. Si valoramos aún más la individualidad, no hay necesidad de cambiar el nombre al casarse”, añadió.

Cambiando la ley
En otros países, las parejas no están obligadas a llevar el mismo nombre, lo que da lugar a nombres menos homogeneizados. En Japón, más del 5% de la población del país comparte sólo cuatro apellidos: Sato, Suzuki, Takahashi y Tanaka. El gobierno ahora permite que los apellidos de soltera aparezcan junto al apellido de casada en los pasaportes y otras identificaciones, pero Japón es prácticamente el único país del mundo que exige legalmente que los cónyuges utilicen el mismo nombre. El gobernante Partido Liberal Demócrata (un partido conservador) rechaza esta política de cambio de nombre porque dice que “socavaría” la unidad familiar y causaría confusión entre los niños.

Sin embargo, la demografía de Japón tiene problemas mayores que este. Según estimaciones recientes, la población del país disminuirá aproximadamente un 30% para 2070, en parte debido a su rechazo a la inmigración a gran escala. Japón es conocido desde hace mucho tiempo por su firme rechazo a la inmigración, aunque eso puede cambiar, particularmente debido a la presión demográfica. El estudio contó con el apoyo del Think Name Project, un grupo que aboga por un cambio en el sistema selectivo de apellidos separados.

Fuente: ZME Science.

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