Los retardantes de llama aparentemente salvan vidas, pero además de evitar posibles incendios, muchos de estos productos químicos también pueden estar enfermando lentamente a las personas a las que debían proteger. Las investigaciones han relacionado los retardantes de llama con graves riesgos para la salud, incluidos trastornos hormonales y cáncer, aunque los detalles sobre sus efectos en los seres humanos siguen siendo limitados. Los descritos como “químicos permanentes” tienden a resistir la degradación y acumularse en los tejidos del cuerpo.
Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU., los seres humanos suelen estar expuestos a retardantes de llama al comer alimentos contaminados o respirar aire contaminado. Con muchos productos plásticos, incluida la espuma en el acolchado, las carcasas de los electrodomésticos y el aislamiento de cables que contienen los productos, los microplásticos debido a su descomposición se están convirtiendo en un motivo de mayor preocupación.
Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad Brunel de Londres y la Universidad de Birmingham en el Reino Unido sugiere que también hay otra forma, previamente pasada por alto, en la que las personas pueden estar expuestas a ciertos retardantes de llama: absorberlos a través de la piel. Utilizando un modelo de piel humana impreso en 3D, los autores del estudio demostraron cómo un grupo de retardantes de llama conocidos como éteres de difenilo polibromados (PBDE) pueden ser absorbidos a través de la piel y entrar al torrente sanguíneo en 24 horas.
El fenómeno ocurre cuando la piel entra en contacto con microplásticos cargados de PBDE, informan, y la piel más sudorosa absorbe los compuestos de manera más eficiente que la piel seca. Los investigadores señalan que este es el primer estudio que identifica la absorción cutánea como un modo de exposición potencialmente dañino a los PBDE.
“Confirmamos por primera vez que la exposición humana a través del contacto de la piel con microplásticos que contienen PBDE contribuye a la carga del cuerpo humano de estos químicos tóxicos”, dice el autor principal Ovokeroye Abafe, químico ambiental y científico de exposición de la Universidad Brunel de Londres.
Los PBDE se desarrollaron en la década de 1970 y pronto se volvieron omnipresentes, ayudando a reducir los riesgos de incendio que plantean una amplia gama de productos de consumo. Algunos de los retardantes de llama han sido prohibidos en los últimos años en medio de una creciente evidencia de riesgos, pero otros todavía se encuentran comúnmente en productos de consumo.
Los plásticos ya son un flagelo ambiental, en gran parte debido a su prevalencia y persistencia. A medida que los artículos de plástico se degradan y se convierten en microplásticos, pequeños trozos de plástico se alojan en los cuerpos humanos, lo que genera preocupación sobre posibles efectos sobre la salud.
Las implicaciones de los microplásticos para la salud pública aún no están claras, pero como los plásticos a menudo contienen aditivos asociados con el riesgo de cáncer y alteraciones endocrinas, los investigadores están interesados en comprender el verdadero riesgo. Abafe y sus colegas señalan que investigaciones anteriores han demostrado que las sustancias químicas pueden filtrarse de los microplásticos al sudor humano, pero esta es la primera evidencia científica de que los PBDE dentro de los microplásticos pueden cruzar la barrera cutánea y entrar al torrente sanguíneo.
“Estos resultados proporcionan evidencia experimental importante para que los reguladores y los responsables de la formulación de políticas legislen sobre los microplásticos y protejan la salud pública contra dicha exposición, que contribuye a la carga del cuerpo humano de aditivos químicos tóxicos relacionados con el cáncer y la alteración del sistema endocrino”, dice Abafe.
Para revelar estos hallazgos, los investigadores utilizaron modelos impresos en 3D de piel humana, que están hechos de queratinocitos humanos, las células primarias de nuestra epidermis. El modelo de piel absorbió hasta el 8% de la dosis de exposición, aunque menos del 0,1% de la dosis de exposición llegó al torrente sanguíneo. Si bien no está claro qué peligros plantea esto en un escenario del mundo real, es una prueba de concepto que muestra que la piel no es necesariamente una barrera total para la entrada de los compuestos.
Dada la continua prevalencia de los PBDE y la evidencia existente de su peligro potencial, este nuevo descubrimiento justifica una acción urgente para proteger la salud pública, dice Abafe. Aún se necesita más investigación, añade, para profundizar nuestra comprensión de este descubrimiento y arrojar luz más ampliamente sobre las muchas otras sustancias químicas que acechan en la avalancha oculta de microplásticos que nos rodean.
“Desafortunadamente, hay innumerables aditivos químicos tóxicos, que van desde plastificantes hasta estabilizadores en microplásticos, algunos de los cuales no están regulados, que potencialmente pueden llegar al sistema humano”, dice Abafe.
El estudio fue publicado en Environment International.
Fuente: Science Alert.