No es una exageración decir que saber cómo usar un desfibrilador correctamente puede salvarle la vida a alguien. Un nuevo estudio sugiere que un enfoque específico para la colocación de los electrodos es significativamente más eficaz cuando se trata de hacer que el corazón vuelva a latir.
Según un equipo de investigadores dirigido por la Universidad de Ciencias y Salud de Oregón (OHSU), colocar un electrodo en el pecho y otro en la espalda de la persona que ha sufrido un paro cardíaco hace que la posibilidad de que se recupere la circulación espontánea (ROSC) sea 2,64 veces mayor que si los electrodos se colocaran en la parte delantera y lateral. Esto se basa en un análisis de 255 incidentes a los que asistió el equipo de bomberos y rescate de Tualatin Valley en Portland, entre julio de 2019 y junio de 2023. La posición de pecho y espalda (anterior-posterior o AP) se utilizó con 158 personas, y la posición de pecho y costado (anterior-lateral o AL) se utilizó en las otras 97 ocasiones.
“No esperaba ver una diferencia tan grande”, dice Joshua Lupton, profesor adjunto de medicina de urgencias en OHSU. “El hecho de que lo hayamos hecho puede encender la chispa en la comunidad médica para financiar más investigaciones para aprender más”.
La posición AP no es una idea nueva, y tanto la AP como la AL son utilizadas regularmente por los profesionales médicos. Si bien la AP se indica comúnmente para los bebés, el abordaje AL es el que la mayoría de las personas conocerán para los adultos con fibrilación, y ha habido muy poca investigación sobre qué opción es la más efectiva.
Se han realizado estudios que analizan las diferencias entre la AP y la AL cuando se utilizan los dos abordajes en el contexto del tratamiento de la fibrilación auricular persistente (un ritmo cardíaco anormal). La AP también sale ganando en este caso. La idea es que la colocación AP efectivamente empareda el corazón entre las dos almohadillas, lo que aumenta las posibilidades de que responda a la descarga eléctrica resultante, porque le llega más electricidad.
“La clave es que la energía pase de una almohadilla a la otra a través del corazón”, dice Mohamud Daya, profesor de medicina de urgencias en OHSU.
Hay algunas limitaciones que vale la pena señalar: se trató de un estudio observacional en lugar de uno realizado en condiciones clínicas más rigurosas, lo que significa que puede haber otros factores involucrados en las diferentes tasas de recuperación. Además, la colocación AL suele ser más fácil de aplicar que la AP.
Además, la colocación AP o AL solo marcó una diferencia en lograr que el corazón volviera a latir. Esa diferencia desapareció cuando se trató de la cantidad de personas que se recuperaron y recibieron el alta hospitalaria.
Eso resalta cómo la colocación de las almohadillas es solo una parte de un panorama más amplio cuando se trata de la recuperación. Aún así, con solo 1 de cada 10 personas que sobreviven a un paro cardíaco extrahospitalario, vale la pena investigar cualquier cosa que pueda mejorar esa cifra.
“Cuanto menos tiempo se esté en paro cardíaco, mejor”, dice Lupton. “Cuanto más tiempo tenga el cerebro un flujo sanguíneo bajo, menores serán las probabilidades de tener un buen resultado”.
La investigación ha sido publicada en JAMA Network Open.
Fuente: Science Alert.