El vínculo entre el Alzheimer y la resistencia a la insulina está tan bien establecido que a esta enfermedad neurodegenerativa se la denomina a veces diabetes tipo III. Ahora, un aerosol nasal desarrollado por investigadores italianos para explotar este vínculo ha dado resultados prometedores, deteniendo el deterioro cerebral en ratones modificados para que corran el riesgo de padecer una enfermedad similar al Alzheimer.
La fisióloga de la Universidad Católica de Milán Francesca Natale y sus colegas encontraron un exceso de una enzima clave en los cerebros post mortem de pacientes con Alzheimer llamada S-aciltransferasa. Investigaciones anteriores han revelado que la resistencia a la insulina puede influir en la cantidad de estas enzimas S-aciltransferasas en el cerebro. La enzima normalmente une las moléculas de ácidos grasos a los infames y sospechosos cúmulos de proteínas beta-amiloide y tau, aunque en individuos con deterioro dependiente de la resistencia a la insulina cerebral (BIR) el proceso puede descontrolarse.
“En este nuevo estudio, demostramos que en las primeras etapas del Alzheimer, los cambios moleculares que se asemejan a un escenario de resistencia a la insulina en el cerebro provocan un aumento de los niveles de la enzima S-aciltransferasa”, afirma el neurocientífico Salvatore Fusco, explicando cómo estas enzimas luego alteran la función cognitiva y las acumulaciones anormales de cúmulos de proteínas.
La beta-amiloide y la tau son proteínas naturales que aumentan en los cerebros de los pacientes con Alzheimer a medida que la enfermedad progresa. Es comprensible que esto haya convertido a los cúmulos de proteínas en un foco enorme en la investigación sobre el Alzheimer. Sin embargo, en una aparente contradicción, los estudios de laboratorio sugieren que los cúmulos de proteínas no dañan directamente las células cerebrales. Los tratamientos dirigidos a estas proteínas tampoco han tenido tanto éxito como se esperaba, lo que sugiere que aún nos faltan componentes cruciales de esta enfermedad.
Así que Natale y su equipo desactivaron la función de la enzima S-aciltransferasa en ratones modificados genéticamente para tener una versión murina de la enfermedad de Alzheimer. Los síntomas de Alzheimer se redujeron tanto si la enzima se desactivaba genéticamente como si se contrarrestaba con un agente administrado a través de un aerosol nasal. Cada tratamiento también pareció ralentizar la neurodegeneración y prolongar la vida de los roedores.
El equipo no detectó ningún efecto en ratones normales a los que se les administró el mismo tratamiento. El agente activo del aerosol nasal, el 2-bromopalmitato, conlleva un alto riesgo de interferir con varios procesos, lo que lo hace inseguro para las pruebas en humanos. Pero el equipo tiene la esperanza de que se pueda identificar una alternativa, ahora que tienen un objetivo específico.
Se necesitarán más estudios antes de que los investigadores puedan determinar si esta es una táctica segura. Pero como ahora se realiza un nuevo diagnóstico de demencia cada tres segundos y no hay cura, se necesitan urgentemente mejores tratamientos.
“Se probarán nuevos enfoques, potencialmente trasladables a terapias humanas, incluidos ‘parches genéticos’ o proteínas diseñadas que pueden interferir con la actividad de la enzima [S-aciltransferasa]”, dice el neurocientífico Claudio Grassi.
Los hallazgos del equipo coinciden con otro estudio reciente que también sugiere que los problemáticos cúmulos de proteína beta-alfa pueden estar involucrados o no en el daño a los tejidos cerebrales, dependiendo de las otras moléculas presentes con ellos.
“Hasta la fecha, no se han intentado intervenciones terapéuticas dirigidas a… [la S-aciltransferasa] en la enfermedad de Alzheimer. Por lo tanto, nuestros hallazgos añaden una capa a la comprensión de la fisiopatología de la EA e identifican posibles dianas terapéuticas”, concluyen Natale y su equipo.
Esta investigación fue publicada en PNAS.
Fuente: Science Alert.