En el Golfo de California, un comportamiento inusual que revela su capacidad de adaptación e innovación ha emergido entre una manada de orcas. Estos depredadores marinos, conocidos por su inteligencia y sus técnicas de caza colaborativa, han sido observados atacando a los tiburones ballena, el pez más grande del mundo. Este descubrimiento, documentado a través de cuatro eventos de caza entre 2018 y 2024, ofrece una visión poco común de las intrincadas estrategias que emplean estos animales.
El análisis, publicado en Frontiers in Marine Science, se centró en imágenes y vídeos que capturaron estas interacciones, identificando a las orcas individuales por marcas distintivas, como las formas de las aletas dorsales y las cicatrices. Entre el grupo, un macho llamado Moctezuma apareció en tres de los cuatro eventos registrados, a menudo trabajando junto a otra orca que se cree que forma parte de su grupo.
“Mostramos cómo las orcas desplegaron una técnica de caza colaborativa sobre los tiburones ballena, caracterizada por enfocarse en atacar la zona pélvica provocando el desangrado del tiburón ballena y permitiendo a las orcas acceder al hígado rico en lípidos”, dijo Erick Higuera Rivas, biólogo marino de Conexiones Terramar y autor principal del estudio. “Un individuo participó en tres de los cuatro eventos, junto con otros miembros que podrían pertenecer a una manada especializada en la caza de tiburones”.
Las observaciones revelan un enfoque calculado. Las orcas golpean repetidamente a los tiburones ballena para voltearlos sobre sus espaldas, induciendo la inmovilidad tónica, un estado temporal en el que los tiburones quedan inmóviles e incapaces de escapar.
“En esa posición los tiburones entran en un estado de inmovilidad tónica y ya no pueden moverse voluntariamente ni escapar yendo más profundo”, dijo Higuera Rivas. “Al mantenerlo bajo control, las orcas tienen entonces mayor facilidad y velocidad para acercarse a la zona pélvica del tiburón y son capaces de extraer órganos de importancia nutricional para ellos”.
El comportamiento de esta manada plantea importantes interrogantes ecológicos. Los tiburones ballena, en particular los juveniles, frecuentan sitios de agregación en el Golfo de California, lo que los hace más susceptibles a la depredación. Al mismo tiempo, estos sitios atraen la actividad humana, incluido el turismo, que podría alterar la dinámica natural entre depredadores y presas. Higuera Rivas enfatiza en la necesidad de una mejor regulación del turismo marino para minimizar su impacto en estos ecosistemas, asegurando que las interacciones humanas con la vida silvestre estén controladas.
“Debe existir una norma regulatoria específica que garantice que cualquier tipo de actividad de aprovechamiento no extractivo se realice de manera respetuosa y sustentable”, dijo.
Se cree que las orcas cazan a los tiburones ballena en sus lados ventrales, que son las partes más vulnerables de sus cuerpos. Por ejemplo, la zona es de más fácil acceso porque hay menos cartílago y músculo en esta región. Cazar de esta manera podría implicar que algunas orcas en el Golfo de California han adquirido habilidades especiales que les ayudan a depredar a los tiburones ballena. En otras regiones, las orcas pueden haber aprendido a cazar utilizando estrategias similares, aunque este tipo de avistamientos son limitados.
Los hallazgos también llaman la atención sobre la vulnerabilidad potencial de estas orcas. Si su supervivencia depende de una especie de presa específica que enfrenta amenazas del cambio climático u otras presiones ambientales, la viabilidad a largo plazo de esta estrategia de caza aprendida puede estar en riesgo.
“Es muy impresionante cómo las orcas trabajan juntas de manera estratégica e inteligente para acceder solo a un área muy específica de la presa”, dijo Higuera Rivas. “Resalta lo grandes depredadores que son”.
Fuente: ZME Science.