El Instituto Glenn Biggs para el Alzheimer y las Enfermedades Neurodegenerativas de UT Health San Antonio, la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston y el Estudio del Corazón de Framingham (FHS) han descubierto que las puntuaciones más altas en el Índice Inflamatorio Dietético (DII) se asocian con una mayor incidencia de demencia por todas las causas y demencia por enfermedad de Alzheimer (EA). Se prevé que la demencia alcance los 152 millones de casos en 2050, según la Organización Mundial de la Salud, lo que supondrá una presión cada vez mayor para los cuidadores y los sistemas de atención sanitaria. Si bien los avances en las terapias farmacológicas han mejorado la atención y se han dirigido a los mecanismos de la enfermedad, las medidas preventivas siguen siendo difíciles de alcanzar.
Se ha identificado la dieta como una vía potencial para reducir el riesgo de demencia. Estudios observacionales previos han vinculado las dietas antiinflamatorias, como la mediterránea y la MIND, con un deterioro cognitivo más lento y un menor riesgo de demencia.
El DII es una herramienta estandarizada que cuantifica el potencial inflamatorio de las dietas mediante el análisis de nutrientes, compuestos bioactivos y componentes de los alimentos. Estudios previos han sugerido que las puntuaciones más altas del índice DII están asociadas con la inflamación sistémica, que se entiende que contribuye por separado a los procesos neurodegenerativos.
En el estudio, “Asociación entre la puntuación del índice inflamatorio dietético y la incidencia de demencia”, publicado en Alzheimer’s & Dementia, los investigadores utilizaron datos de la cohorte de descendientes del FHS para analizar los datos dietéticos, la incidencia de demencia y los diagnósticos de enfermedad de Alzheimer durante un período de seguimiento medio de alrededor de 13 años.
La cohorte del estudio incluyó a 1.487 participantes de 60 años o más y sin demencia al inicio. La información dietética se obtuvo de cuestionarios de frecuencia alimentaria (FFQ) administrados durante tres ciclos de exámenes (1991-1995, 1995-1998 y 1998-2001).
Se calcularon las puntuaciones DII para 36 componentes dietéticos, que se clasificaron como antiinflamatorios (p. ej., fibra, vitaminas A, C, D, E, grasas omega-3) o proinflamatorios (p. ej., grasas saturadas, ingesta total de energía y carbohidratos). Las puntuaciones positivas más altas indicaron dietas más proinflamatorias.
Los diagnósticos de demencia, incluida la enfermedad de Alzheimer, se determinaron mediante una combinación de evaluaciones neurológicas, pruebas neuropsicológicas y revisiones de registros médicos. La vigilancia continua aseguró la captura integral de casos de demencia.
De los 1.487 participantes, 246 desarrollaron demencia por todas las causas, incluidos 187 casos de enfermedad de Alzheimer. Los participantes con puntuaciones DII más altas, lo que indica dietas proinflamatorias, tuvieron un riesgo significativamente mayor de demencia por todas las causas y demencia por EA.
Por cada unidad de aumento en la puntuación DII, el riesgo de demencia por todas las causas aumentó un 21%. Un aumento similar en las puntuaciones DII se asoció con un riesgo 20% mayor de demencia por EA.
Cuando los participantes se agruparon en función de sus puntuaciones DII, aquellos con las dietas más proinflamatorias tenían un 84% más de probabilidades de desarrollar demencia por todas las causas en comparación con aquellos con las dietas más antiinflamatorias. La asociación persistió después de ajustar los factores demográficos, de estilo de vida y clínicos, incluidos la edad, el sexo, la educación, el índice de masa corporal, la actividad física, el tabaquismo y la ingesta total de energía.
Los hallazgos respaldan la hipótesis de que la inflamación alimentaria contribuye a los procesos neurodegenerativos, probablemente a través de vías de inflamación sistémica. La inflamación crónica, impulsada por dietas ricas en componentes proinflamatorios como las grasas saturadas y los carbohidratos procesados, puede exacerbar la inflamación cerebral y promover la formación de placa beta-amiloide, un sello distintivo de la enfermedad de Alzheimer.
Los nutrientes antiinflamatorios, como los ácidos grasos omega-3 y los flavonoides, pueden contrarrestar estos efectos al reducir la producción de citocinas y favorecer la salud cerebral. Estudios como el ensayo PREDIMED han demostrado que las dietas antiinflamatorias, como la dieta mediterránea, pueden mejorar la cognición, probablemente al reducir la inflamación sistémica.
Como estudio observacional, no hay forma de establecer una causalidad específica. El hallazgo del estudio actual de una correlación de oscilación del riesgo del 84% entre las puntuaciones más altas y más bajas del DII sigue siendo muy significativo.
Los resultados sugieren que las intervenciones dietéticas que enfatizan los alimentos antiinflamatorios pueden reducir el riesgo de demencia como una estrategia a largo plazo. La incorporación de evaluaciones de tipo DII en las pautas dietéticas podría ayudar a identificar a las personas en riesgo y desarrollar estrategias nutricionales específicas a nivel de población.
Fuente: Medical Xpress.