Durante más de un siglo, los científicos han analizado el vasto mundo microbiano que hay dentro del cuerpo humano. Han descubierto bacterias, hongos y virus que influyen en nuestra salud de muchas maneras. Creíamos que teníamos una idea bastante clara de lo que hay en nuestro cuerpo, pero la naturaleza, como suele hacer, parece habernos sorprendido.
Ocultas en las comunidades microbianas de nuestro intestino y boca, los investigadores han identificado miles de diminutas entidades genéticas similares a virus. No son virus ni bacterias y no se parecen a nada que hayamos visto antes. Las llaman obeliscos: bucles de ARN aplanados y con forma de varilla que desafían las suposiciones fundamentales sobre lo que constituye la vida.
Algunos investigadores los han comparado con “fósiles de otro mundo”.
¿Qué son los obeliscos?
El descubrimiento de los obeliscos surgió de una profunda investigación en bases de datos genéticas. Dirigido por Ivan Zheludev y Andrew Fire en la Universidad de Stanford, un equipo de científicos analizó conjuntos masivos de datos metatranscriptómicos (colecciones de secuencias de ARN extraídas de muestras de heces y saliva humanas). Lo que encontraron fue asombroso: casi 30.000 secuencias distintas que formaban círculos de ARN que no se parecían a nada registrado en biología. Son tan inusuales que ni siquiera sabríamos dónde colocarlas en el árbol de la vida.
Para hacer las cosas aún más extrañas, parecen ser sorprendentemente comunes. Estas estructuras se han detectado en aproximadamente el 7% de las bacterias intestinales y el 50% de las muestras de bacterias orales en todo el mundo, lo que sugiere una presencia generalizada.
Los obeliscos se parecen a los virus, pero a diferencia de ellos, no tienen una capa externa de proteína. Su estructura recuerda a los viroides, patógenos vegetales compuestos por simples bucles de ARN que tampoco tienen una capa de proteína. Pero los obeliscos no se encuentran en las plantas. En cambio, habitan en especies bacterianas, incluido Streptococcus sanguinis, un microbio común en la boca humana.
Tampoco está claro qué hacen realmente. No parecen ser patógenos, por lo que podrían ser simplemente pasajeros benignos que existen silenciosamente dentro de las bacterias sin alterar a sus huéspedes. Alternativamente, podrían desempeñar un papel activo en la genética microbiana, influyendo potencialmente en el comportamiento bacteriano o incluso interactuando con células humanas. Podrían tener impactos significativos en la digestión, la inmunidad o incluso las enfermedades; pero no lo sabemos.
Entonces… ¿qué sabemos sobre ellos?
Los investigadores también identificaron proteínas únicas, denominadas provisionalmente oblins, codificadas por genomas de obeliscos. A diferencia de los viroides tradicionales, que no codifican proteínas, estos bucles de ARN parecen capaces de producir moléculas que podrían interactuar con células bacterianas o incluso humanas. Es difícil decir qué significa esto en realidad, pero el hecho de que estas proteínas existan sugiere que los obeliscos son algo entre un viroide y un virus o algo completamente nuevo.
“Es una locura”, dice Mark Peifer, biólogo celular y del desarrollo de la Universidad de Carolina del Norte en Chapel Hill, a Science. “Cuanto más observamos, más cosas locas vemos”.
Podrían ser reliquias evolutivas, restos de una antigua etapa del desarrollo de la vida. Incluso podrían ser un eslabón perdido en la historia evolutiva de los virus, lo que sugiere que los genomas virales pueden haber sido alguna vez simples círculos de ARN como estos antes de evolucionar hacia agentes infecciosos más complejos.
Ni siquiera sabemos si estos obeliscos están vivos. De hecho, los científicos llevan décadas debatiendo si los virus están vivos (porque no pueden replicarse independientemente de las moléculas de una célula huésped). Los obeliscos parecen ser “criaturas” aún más simples y podrían acabar obligándonos a reconsiderar lo que consideramos “vivo”.
Sin embargo, a pesar de su naturaleza misteriosa, los obeliscos podrían tener implicaciones prácticas para la medicina y la investigación del microbioma. Si desempeñan un papel en la regulación de las poblaciones bacterianas, podrían influir en las afecciones vinculadas al microbioma intestinal, como la enfermedad inflamatoria intestinal, la obesidad o incluso los trastornos de salud mental. Las investigaciones futuras deberán explorar si los obeliscos interactúan con la salud humana de maneras que ameriten atención médica, o si son simplemente otra característica oculta del vasto mundo microbiano que hay dentro de nosotros.
Fuente: ZME Science.