Nuevo hongo patógeno amenaza a los murciélagos

Biología

Un hongo, dos especies, millones de murciélagos muertos: Un estudio publicado en la revista Nature analizó 5.000 muestras de un hongo responsable de la mayor mortalidad registrada en mamíferos causada por patógenos. Un equipo internacional de investigadores, dirigido por un doctorando de la Universidad de Greifswald, elaboró ​​el estudio en colaboración con socios de Francia, Bulgaria, Finlandia y Ucrania, y varios cientos de voluntarios.

Los resultados arrojan luz sobre los riesgos que supone la intervención humana en ecosistemas delicados y señalan que la investigación en cuevas requiere normas de bioseguridad más estrictas. Si una segunda especie del hongo llega a Norteamérica, cabe esperar tasas de mortalidad aún más drásticas.

Las enfermedades no sólo afectan a los humanos: entre 2006 y 2007, se observó una mortalidad repentina e inexplicable de murciélagos en una cueva del estado de Nueva York, EE. UU. Los animales afectados presentaban una protuberancia blanca y polvorienta en la nariz, causada por un hongo previamente desconocido, Pseudogymnoascus destructans. Esta infección fúngica, originalmente conocida como síndrome de la nariz blanca y ahora como enfermedad de la nariz blanca, se propagó rápidamente por Norteamérica, diezmando las poblaciones de murciélagos hibernantes, con tasas de mortalidad anuales superiores al 90%, y provocando la muerte de varios millones de murciélagos.

Los investigadores descubrieron que este hongo se originó en Eurasia, donde coexiste con especies nativas de murciélagos sin causar mortalidades a gran escala. Sin embargo, su introducción accidental en Norteamérica desencadenó una de las epidemias de fauna silvestre más devastadoras jamás registradas en mamíferos.

La enfermedad de la nariz blanca, una enfermedad que creíamos comprender bien

Durante casi dos décadas, la narrativa en torno a este patógeno parecía relativamente sencilla: un único patógeno, un origen geográfico claramente identificado (Europa) y mecanismos de propagación bien comprendidos. Sin embargo, nueva evidencia genética revela un panorama mucho más complejo, cuestionando nuestras certezas sobre el origen, la diversidad y la dinámica evolutiva de este hongo patógeno.

No una, sino dos especies de hongos causan la enfermedad

Hasta hace poco, se consideraba que Pseudogymnoascus destructans era el único patógeno responsable de la enfermedad de la nariz blanca. Sin embargo, el nuevo estudio, basado en el análisis de 5479 muestras de 27 países de tres continentes (Europa, Asia y Norteamérica), revela la existencia de dos especies fúngicas diferentes capaces de causar la enfermedad. Hasta ahora sólo uno de ellos ha sido introducido en América del Norte.

“Este descubrimiento abre nuevas vías para comprender la evolución de la virulencia y cómo estos patógenos interactúan con sus hospedadores en diferentes contextos geográficos”, explica la Dra. Nicola Fischer, primera autora del estudio. Fischer completó su doctorado en este tema en la Universidad de Greifswald, Alemania, y la Universidad de Montpellier, Francia.

“Pensábamos que conocíamos a nuestro enemigo, pero ahora hemos descubierto que es el doble de grande y potencialmente más complejo de lo que habíamos imaginado”, resume el Dr. Fischer.

Los murciélagos corren un grave riesgo si la segunda especie de hongo llega a América del Norte

El descubrimiento de una segunda especie de hongo patógeno que puede causar la enfermedad de la nariz blanca, con una especialización de hospedadores distinta a la de las especies descritas previamente, representa un nuevo riesgo significativo para la conservación de los murciélagos. Si bien esta segunda especie aún no se ha detectado en Norteamérica, su posible introducción podría poner en peligro a especies de murciélagos que hasta ahora no se han visto afectadas por la primera. Resulta alarmante que las especies de murciélagos que actualmente muestran signos de recuperación del patógeno inicial incluso podrían enfrentar nuevas amenazas si esta segunda especie se propaga.

Finalmente se aclara el origen de la introducción a América del Norte

Gracias al análisis genético de más de 5400 muestras recolectadas en Eurasia y Norteamérica, el estudio pudo identificar el origen de la epidemia norteamericana de la enfermedad de la nariz blanca: la región de Podillia, en Ucrania. Esta zona, que alberga algunos de los sistemas de cuevas más grandes del mundo, ha sido un destino popular para espeleólogos internacionales, especialmente de Norteamérica, desde el fin de la Unión Soviética. Los resultados sugieren que la introducción accidental del hongo en América del Norte (probablemente a través del contacto con exploradores de cuevas del estado de Nueva York, donde se detectó la enfermedad por primera vez) fue un evento único.

“Este trabajo pone fin a casi dos décadas de especulaciones sobre el origen de la enfermedad de la nariz blanca en Norteamérica e ilustra contundentemente el profundo impacto que un solo evento de translocación puede tener en la fauna silvestre”, explica el Dr. Sébastien Puechmaille, coordinador del estudio en la Universidad de Montpellier.

Peligros en la oscuridad: La bioseguridad en la investigación en cuevas es clave para prevenir la propagación de enfermedades

Este descubrimiento resalta los principales riesgos que las actividades de espeleología plantean para la propagación de patógenos y subraya la urgencia de comprender mejor la “contaminación biológica” asociada a los viajes humanos.

“Prevenir el transporte involuntario de hongos patógenos como Pseudogymnoascus destructans debe convertirse en una prioridad en las estrategias de conservación y gestión sanitaria, para la protección tanto de la vida silvestre como de los seres humanos”, afirma el Dr. Puechmaille. La limpieza exhaustiva y sistemática del equipo de espeleología es esencial: los estudios demuestran que reduce drásticamente la presencia de esporas fúngicas viables y, por lo tanto, limita la propagación del hongo responsable de la enfermedad de la nariz blanca.

Los voluntarios en el centro de los hallazgos científicos

Este estudio no habría sido posible sin el excepcional esfuerzo de nuestros voluntarios. Gracias a la participación de más de 360 ​​voluntarios en todo el hemisferio norte, principalmente quiropterólogos, los investigadores pudieron analizar un conjunto de datos verdaderamente excepcional.

Este proyecto demuestra el poder de la ciencia ciudadana. Con la formación y las redes adecuadas, los voluntarios pueden contribuir a generar datos de calidad excepcional, a escalas que de otro modo serían inalcanzables, concluye el Dr. Puechmaille.

Fuente: Phys.org.

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