Un nuevo análisis de ADN antiguo de cazadores-recolectores que vivieron hace milenios o siglos ha revelado un linaje genético previamente desconocido de humanos que vivieron en lo que hoy es Colombia. Personas de este linaje vivieron cerca de la actual Bogotá hace unos 6.000 años, pero desaparecieron unos 4.000 años después, según un estudio publicado el 28 de mayo en la revista Science Advances. Los hallazgos podrían arrojar luz sobre los principales cambios culturales ocurridos durante esa época.
Se cree que los primeros americanos viajaron por el Puente Terrestre de Bering desde Asia durante la última glaciación y llegaron a Norteamérica hace al menos 23.000 años, según huellas encontradas en el Parque Nacional White Sands de Nuevo México. Aún se debate cuándo llegaron los primeros habitantes a Sudamérica, pero hay evidencia de presencia humana en el yacimiento de Monte Verde II, en Chile, de hace 14.550 años.
Algunos de los primeros indígenas que llegaron a Sudamérica se asentaron en el Altiplano Cundiboyacense, una meseta cercana a la actual Bogotá. Esta región experimentó varios cambios culturales durante el Holoceno Temprano y Medio (hace entre 11.700 y 4.000 años), y los investigadores ya conocían el desarrollo de un tipo de cerámica que surgió durante el período Herrera, hace unos 2.800 años. Sin embargo, la forma en que esta tecnología llegó a la zona sigue siendo tema de debate.
Para investigar los antiguos movimientos poblacionales en la región, los investigadores secuenciaron genomas utilizando muestras de huesos y dientes de 21 esqueletos provenientes de cinco sitios arqueológicos del Altiplano, que abarcan un período de 5.500 años. Estos incluían siete genomas del sitio conocido como Checua, que datan de hace 6.000 años; nueve del período Herrera, hace unos 2.000 años; tres del período Muisca, cuyos restos datan de entre 1.200 y 500 años; y dos de poblaciones Guane al norte de Bogotá, hace unos 530 años.
“Éstos son los primeros genomas humanos antiguos de Colombia que se publican”, dijo en un comunicado el coautor del estudio Cosimo Posth, paleogenetista de la Universidad de Tubinga en Alemania .
El equipo descubrió que los genomas del yacimiento de Checua pertenecían a un grupo relativamente pequeño de cazadores-recolectores. Su ADN no es particularmente similar al de los grupos indígenas norteamericanos, ni al de ninguna población antigua o moderna de Centroamérica o Sudamérica. “Nuestros resultados muestran que los individuos de Checua provienen de la población más antigua que se expandió y diferenció por Sudamérica con gran rapidez”, declaró la coautora del estudio, Kim-Louise Krettek, estudiante de doctorado del Centro Senckenberg para la Evolución Humana y el Paleoambiente de la Universidad de Tubinga.
Pero unos 4.000 años después, esa población había desaparecido por completo. Tampoco se encontraron rastros de su ADN en los grupos posteriores que habitaron la región. “No pudimos encontrar descendientes de estos primeros cazadores-recolectores del altiplano colombiano; los genes no se transmitieron”, dijo Krettek. “Eso significa que en los alrededores de Bogotá hubo un intercambio poblacional completo”.

Los hallazgos sugieren que los cambios culturales que ocurrieron al comienzo del período Herrera, como el uso más generalizado de cerámica, fueron traídos a la región por grupos migratorios de América Central a América del Sur en algún momento entre 6.000 y 2.000 años atrás.
“Además de avances tecnológicos como la cerámica, los pueblos de esta segunda migración probablemente también trajeron las lenguas chibchas a la actual Colombia”, declaró la coautora del estudio, Andrea Casas-Vargas, genetista de la Universidad Nacional de Colombia. “Ramas de esta familia lingüística aún se hablan en Centroamérica”. Los hablantes de lenguas chibchas estaban muy extendidos en el Altiplano en la época del contacto europeo, y los marcadores genéticos vinculados a las personas que hablaban lenguas chibchas aparecieron allí por primera vez hace 2000 años.
La ascendencia relacionada con los chibchas podría haberse extendido y mezclado con otros grupos en múltiples ocasiones. La composición genética de los individuos del Altiplano posterior es más similar a la de los individuos prehispánicos de Panamá que a la de los indígenas colombianos, lo que sugiere cierta mezcla en Colombia. Restos antiguos de Venezuela también presentan cierta ascendencia relacionada con los chibchas, aunque no están tan estrechamente vinculados con los antiguos colombianos. Esto sugiere la posibilidad de múltiples expansiones de las lenguas chibchas en Sudamérica.
Estudios futuros podrían incluir la secuenciación de genomas más antiguos en el Altiplano y regiones cercanas, escribieron los investigadores en el estudio. Dicha investigación podría ayudar a precisar cuándo llegaron las poblaciones centroamericanas a la región y qué tan extendidas se expandieron.
Fuente: Live Science.