Seguir la dieta mediterránea, rica en plantas y frutos secos y baja en carne, podría reducir drásticamente el riesgo de padecer demencia, según un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad Yonsei en Corea del Sur. Estudios científicos han demostrado desde hace tiempo cómo nuestros hábitos alimenticios pueden afectar nuestra probabilidad de desarrollar demencia. Respaldando estos hallazgos previos, el nuevo estudio profundiza en esta asociación para cuatro tipos específicos de dieta en una muestra de gran tamaño, con un seguimiento de los participantes durante un promedio de 13,5 años.
Si bien no basta con demostrar una relación causal directa entre estas dietas y el riesgo de demencia, este estudio sí muestra una fuerte asociación. Más adelante, esto podría ayudarnos a comprender cómo se originan los diferentes tipos de demencia y qué medidas podemos tomar para frenarla o prevenirla.
“Considerando la falta de una cura definitiva para la demencia, las intervenciones dietéticas dirigidas a componentes alimentarios específicos, la calidad general de la dieta y el potencial inflamatorio ofrecen enfoques prometedores para la prevención temprana”, escriben los investigadores en su artículo publicado.
Los investigadores analizaron a 131.209 personas de entre 40 y 69 años en una base de datos de salud pública y evaluaron sus dietas en comparación con la dieta mediterránea (MEDAS), la dieta de intervención mediterránea-DASH para el retraso neurodegenerativo (MIND), la puntuación de alimentos recomendados (RFS) y el índice de alimentación saludable alternativa (AHEI). Seguir cualquiera de estas cuatro dietas saludables se asoció con una reducción notable del riesgo de demencia, entre un 21% y un 28%. Quienes siguieron la dieta RFS obtuvieron los mejores resultados, seguidos de cerca por la dieta MIND.
A la inversa, las dietas de los participantes también se evaluaron con respecto a otra métrica: el Índice Inflamatorio Dietético Ajustado a la Energía (EDII). Las puntuaciones más altas en el EDII, que indican dietas proinflamatorias, se asociaron con un aumento del 30% en el riesgo de demencia.
Las dietas saludables se centran en cereales integrales, frutas, verduras, pescado, frutos secos y aves. Se desaconsejan los alimentos fritos, los lácteos y la carne. Se cree que esto ayuda a reducir el estrés corporal y, por lo tanto, a proteger el cerebro.
“Las asociaciones entre los patrones dietéticos y la demencia fueron más fuertes en los adultos mayores y las mujeres y variaron entre los grupos obesos y no obesos, lo que destaca el impacto diferencial de los patrones dietéticos en los subgrupos”, escriben los investigadores.

“Nuestros hallazgos subrayan el potencial de las intervenciones dietéticas como factores modificables para reducir el riesgo de demencia, especialmente en poblaciones vulnerables”.
A pesar de los grandes avances que hemos logrado en los últimos años en nuestra comprensión de la demencia, aún no estamos seguros de sus causas precisas, aunque sabemos que la dieta, la genética, el ejercicio físico y el sueño influyen. Con tantos factores involucrados, no es fácil determinar cómo se desarrollan afecciones como el Alzheimer en algunas personas y no en otras. Sin embargo, cada uno de estos estudios ayuda a obtener una visión completa, además de sugerir maneras prácticas de reducir nuestro propio riesgo.
“Nuestro estudio aborda eficazmente varias limitaciones de estudios previos sobre la dieta y la demencia”, escriben los investigadores.
Muchos estudios anteriores se basaron en un único sistema de puntuación dietética sin comparar múltiples patrones dietéticos, o tuvieron períodos de seguimiento relativamente cortos, lo que limitó su capacidad para evaluar los efectos a largo plazo.
La investigación ha sido publicada en el Journal of Nutrition, Health and Aging.
Fuente: Science Alert.