Los médicos de la Universidad de Pittsburgh y el Centro Oncológico UPMC Hillman han descubierto un vínculo entre un edulcorante artificial común y el éxito de la inmunoterapia contra el cáncer. En un estudio publicado en Cancer Discovery, los pacientes que consumieron incluso pequeñas cantidades de sucralosa respondieron peor a los tratamientos con inhibidores de puntos de control inmunitario (ICI). Este patrón fue consistente en pacientes con melanoma avanzado, cáncer de pulmón de células no pequeñas y melanoma de alto riesgo después de la cirugía.
Los investigadores atribuyeron el efecto a cambios en el microbioma intestinal que reducen los niveles de arginina, un aminoácido esencial para la función de las células T. Esto podría dificultar que el sistema inmunitario ataque los tumores, incluso con inmunoterapia.
Un efecto sutil pero significativo
La inmunoterapia funciona liberando las células T del cuerpo para detectar y eliminar el cáncer. “Cuando funciona, funciona muy bien”, afirmó Abigail Overacre-Delgoffe, inmunóloga del Centro Oncológico UPMC Hillman, quien codirigió el estudio, según New Scientist. “Los pacientes pueden estar libres de la enfermedad y seguir con sus vidas y vivir años”.
Pero no funciona para todos. En muchos tipos de cáncer, sólo una minoría de pacientes se beneficia. El microbioma intestinal —una vasta comunidad de bacterias y otros microbios— se ha convertido en un factor clave para determinar la respuesta. Investigaciones previas indicaban que los edulcorantes artificiales pueden alterar esta comunidad microbiana. Overacre-Delgoffe y su colega, el oncólogo Diwakar Davar, querían saber si esos cambios eran relevantes para el tratamiento del cáncer.
Analizaron datos dietéticos de 157 personas que recibían terapia con inhibidores de puntos de control inmunitario: 91 con melanoma avanzado, 41 con cáncer de pulmón de células no pequeñas (CPNM) avanzado y 25 con melanoma de alto riesgo después de una cirugía. Antes de iniciar el tratamiento, los pacientes completaron cuestionarios dietéticos detallados.
Los resultados fueron sorprendentes. Quienes consumían más de 0,16 miligramos de sucralosa por kilogramo de peso corporal al día (tan solo 11 miligramos para una persona de 70 kilogramos) tuvieron resultados significativamente peores.
En el caso del melanoma avanzado, los pacientes del grupo con bajo tratamiento con sucralosa sobrevivieron una mediana de cinco meses más sin progresión del cáncer. En el caso del CPNM, la diferencia fue de 11 meses. Entre los pacientes con alto riesgo de recurrencia del melanoma, el grupo con bajo tratamiento con sucralosa se mantuvo libre de cáncer durante seis meses más.
“Es aproximadamente el 5% del nivel diario recomendado por la FDA”, dijo Davar. “No se necesita mucha cantidad para tener un efecto relativamente malo”.
Una mirada más de cerca al interior del cuerpo
Para comprender el motivo, el equipo estudió ratones con melanoma o adenocarcinoma. Los ratones que recibieron sucralosa en el agua antes y durante la inmunoterapia desarrollaron tumores más grandes y murieron antes. Sus tumores tenían menos linfocitos T CD8+ (los principales linfocitos T del sistema inmunitario que eliminan el cáncer) y estos linfocitos T mostraban signos de agotamiento.
Los análisis genéticos y metabólicos revelaron una pista: los ratones alimentados con sucralosa experimentaron un aumento de bacterias intestinales que descomponen la arginina, un aminoácido esencial para el metabolismo y la función de las células T. Los niveles de arginina disminuyeron drásticamente en sangre, tumores y heces.
Cuando los investigadores suplementaron el agua de los ratones con arginina o citrulina (que el cuerpo convierte en arginina), las células T se recuperaron, al igual que la eficacia de la terapia. Los tumores se redujeron y las tasas de supervivencia aumentaron hasta igualar las de los ratones que no consumieron sucralosa. El equipo también revirtió el efecto al realizar trasplantes de microbioma fecal de ratones sanos que respondieron al tratamiento a ratones alimentados con sucralosa, lo que sugiere que los propios microbios intestinales eran los intermediarios clave.
¿Qué significa esto para los pacientes?
La sucralosa es uno de los edulcorantes no nutritivos más utilizados, comercializado como un sustituto inocuo del azúcar para quienes buscan reducir calorías o controlar la glucemia. Sin embargo, en el contexto de la inmunoterapia contra el cáncer, incluso un consumo moderado puede ser perjudicial.
“Es fácil decir: ‘Deja de tomar refrescos light’, pero los pacientes ya tienen bastante”, dijo Overacre-Delgoffe. “Por eso es tan emocionante que la suplementación con arginina pueda ser una estrategia sencilla para contrarrestar los efectos negativos”.
La arginina y la citrulina están ampliamente disponibles como suplementos de venta libre. Los investigadores planean probar la citrulina en ensayos clínicos, ya que podría aumentar los niveles de arginina con mayor eficacia. También esperan explorar si otros edulcorantes, como el aspartamo, la sacarina, el xilitol y la stevia, tienen efectos similares.

El panorama más amplio
Los edulcorantes artificiales han sido objeto de escrutinio durante años, con estudios que los vinculan con cambios en el metabolismo, la diversidad microbiana intestinal e incluso un aumento del apetito. Pero este es uno de los primeros estudios que los relaciona con los resultados del tratamiento del cáncer, y en dosis tan bajas.
Los investigadores enfatizan que se necesita más investigación antes de hacer recomendaciones dietéticas generales. Aun así, las implicaciones son difíciles de ignorar. Para los pacientes con cáncer que reciben inmunoterapia, especialmente aquellos con melanoma o CPNM, reducir la sucralosa —o encontrar maneras de contrarrestar sus efectos— podría ser una forma económica de inclinar la balanza a su favor.
Fuente: ZME Science.