En Wytham Woods, cerca de Oxford, un pequeño pájaro verde y amarillo se posa en un comedero. Su pareja de la temporada reproductiva anterior llega poco después. Pero en lugar de alimentarse juntos, mantienen las distancias. Para la primavera, se habrán separado.
Este tipo de separación no es inusual. Un nuevo estudio de la Universidad de Oxford y la Universidad de Leeds revela que los carboneros comunes suelen mostrar señales de divorcio durante el invierno, mucho antes de la siguiente temporada reproductiva.
“Nuestros resultados muestran que las relaciones entre las aves distan mucho de ser estáticas”, afirmó Adelaide Daisy Abraham, autora principal del estudio y estudiante de doctorado en Oxford. “Encontramos una clara señal de comportamiento en los meses de invierno que permite predecir la probabilidad de que una pareja se divorcie para la primavera”.
La investigación, publicada en Proceedings of the Royal Society B, utiliza datos de uno de los estudios sobre aves silvestres más largos del mundo.
La sutil ciencia de la separación de las aves
El carbonero común (Parus major) es un ave cantora común en Europa: pequeño, colorido y sorprendentemente fiel. Cada primavera, forma parejas monógamas para reproducirse. Los machos alimentan a las hembras durante la incubación. Tras la eclosión de los polluelos, ambos padres se unen a la lucha para alimentarlos con orugas.
Sin embargo, a mediados de verano, el trabajo está hecho. Los polluelos empluman. El bosque queda en silencio.
Luego llega el invierno. Las aves dejan de reproducirse, pero no desaparecen. Forman bandadas dispersas y en constante cambio mientras buscan alimento. Ocultas entre las ramas, se desarrollan los dramas: algunas aves se mantienen cerca de sus antiguas parejas; otras se alejan.
Para comprender estas dinámicas invernales, Abraham y sus colegas recurrieron a la tecnología. Cada ave del estudio fue equipada con una pequeña etiqueta electrónica. Estas etiquetas registraban cada visita a una serie de comederos repartidos por Wytham Woods. Los datos permitieron a los científicos rastrear no sólo a las aves individuales, sino también con quién pasaban tiempo y cuándo.
Los investigadores descubrieron que algunas parejas continuaron alimentándose juntas durante todo el invierno. Otras comenzaron a visitarse en diferentes momentos. El registro digital reveló una disociación gradual.
“Esas aves que se divorcian, desde el principio, ya no se asocian tanto [en los comederos] como las aves fieles”, dijo Abraham a NPR. “Eso solo aumenta a medida que avanza el invierno”.
Una visión panorámica del deterioro de las relaciones
Los investigadores identificaron cuatro tipos de parejas: parejas “fieles” que permanecieron juntas durante temporadas reproductivas consecutivas, parejas “divorciadas” que se separaron antes de la siguiente temporada, parejas “nuevas” que se forman por primera vez y parejas “juveniles” que recién entran en la edad adulta.
De éstos, las parejas en proceso de divorcio se destacaron en todas las medidas de comportamiento. Obtuvieron los índices de asociación invernal más bajos, una métrica que indica la frecuencia con la que aparecían en los mismos eventos de bandada. También eran mucho menos propensos a identificarse entre sí como su compañero social más cercano, y rara vez se alimentaban al mismo tiempo. A lo largo del invierno, estas tendencias se acentuaron.
En cambio, las parejas fieles se sincronizaron aún más. Pasaron más tiempo agrupadas y cada vez era más probable que se alimentaran en sucesión cercana, incluso con tres segundos de diferencia, una métrica que el estudio denominó “adyacencia de visitas”.
A finales del invierno, la división era marcada. Las aves fieles actuaban como un equipo. Las aves divorciadas, no.
Y estos patrones no sólo se aplicaban al comportamiento general de la pareja. La diferencia se mantuvo incluso al comparar cómo actuaban los individuos con sus parejas y cómo lo hacían con otras aves. Es decir, las aves que se divorciaban no solo eran menos sociables, sino que se distanciaban selectivamente de sus parejas.
“Este trabajo es un paso importante para descubrir la mecánica social detrás de los vínculos de pareja y la fidelidad en la naturaleza”, dijo el profesor Ben Sheldon, director del estudio de Wytham Woods.
¿Drama de aves salvajes?

La idea del divorcio de las aves podría parecer antropomorfismo. Pero los investigadores son cuidadosos al aclarar: no se trata de procedimientos judiciales en las copas de los árboles.
“Estos pájaros no se están divorciando realmente”, dijo Abraham. “No se están entregando papeles ni compareciendo en pequeños juzgados en lo alto de los árboles”.
Aun así, el término “divorcio” se utiliza en la literatura científica para describir a parejas de aves monógamas que se separan a pesar de que ambos miembros están vivos y son capaces de reproducirse. Y en el caso de los carboneros comunes, el divorcio no es infrecuente.
El motivo de esto sigue siendo un misterio. Estudios previos han vinculado la separación con un bajo éxito reproductivo, lo que sugiere que algunas aves podrían abandonar a sus parejas fallidas para probar suerte en otro lugar. Pero este nuevo estudio añade una nueva dimensión: el momento oportuno.
En lugar de separarse abruptamente en primavera, muchas aves parecen comenzar el proceso meses antes. El divorcio, argumentan los autores, no es un evento, sino un proceso lento.
La distinción entre parejas fieles y parejas en proceso de divorcio surgió “desde el comienzo mismo del período invernal”, escribieron los investigadores. Esto sugiere que las aves podrían estar respondiendo a la información obtenida durante la temporada reproductiva anterior, o que ciertas aves están predispuestas a mantener vínculos más débiles.
Curiosamente, las parejas recién formadas al principio se parecían a parejas que se divorciaban en su comportamiento, pero gradualmente comenzaron a comportarse como parejas fieles. A finales del invierno, estas nuevas parejas mostraron una creciente cercanía.
Las implicaciones más amplias
Lo que hace que este estudio sea especialmente significativo es la escala y precisión de sus datos. Al rastrear aves individuales a lo largo de varios años, el equipo pudo vincular la dinámica de las relaciones con el comportamiento real en el campo.
“Seguir a estas aves individuales a lo largo de las estaciones y durante muchos años nos permite ver cómo se forman y se rompen las relaciones en la naturaleza de una manera que los estudios a corto plazo no podrían”, dijo el Dr. Josh Firth, autor principal de la Universidad de Leeds.
Más allá de las aves, los hallazgos sugieren principios más amplios del comportamiento animal. Si las señales sociales del divorcio pueden predecirse en los carboneros comunes, ¿podría aplicarse lo mismo a otras especies: mamíferos, peces e incluso humanos?
La idea de que el comportamiento social en una temporada influye en los resultados de otra no es nueva. Pero este estudio demuestra que, incluso mientras las aves navegan por el flujo de las bandadas invernales, toman decisiones que condicionan su futuro.
“En realidad, en esas bandadas de pájaros que ves desde tu ventana suceden muchas más cosas de las que crees”, dijo Abraham.
Fuente: ZME Science.