Las plantas pueden estar estancadas en un lugar, pero el mundo que las rodea cambia constantemente. Para crecer y florecer en el momento oportuno, deben recopilar constantemente información sobre su entorno, midiendo aspectos como la temperatura, la luminosidad y la duración del día. Sin embargo, no está claro cómo se combina toda esta información para desencadenar comportamientos específicos. Científicos del Instituto Salk han descubierto un mecanismo genético que explica cómo las plantas integran la información de la luz y la temperatura para controlar su floración.
En un estudio publicado en Nature Communications, los investigadores descubrieron una interacción entre dos vías genéticas que señalan la presencia de luz azul y bajas temperaturas. Este módulo genético ayuda a las plantas a adaptar su floración a las condiciones ambientales óptimas.
En una vía, la luz azul activa el receptor de luz azul PHOT2, con la ayuda de la proteína asociada NPH3. En otra vía, la baja temperatura ambiente permite que un factor de transcripción llamado CAMTA2 potencie la expresión de un gen llamado EHB1. Cabe destacar que se sabe que EHB1 interactúa con NPH3, situándolo en el punto de convergencia de las señales de luz azul y baja temperatura. Esta arquitectura genética funciona eficazmente como un detector de coincidencias, vinculando la presencia de luz azul y baja temperatura para guiar el cambio a la floración.
El estudio del Salk describe un componente importante del crecimiento, la reproducción y el procesamiento de la información de las plantas. El módulo genético recién descubierto permite a las plantas un control preciso de su floración a bajas temperaturas. Comprender este sistema ayudará ahora a la Iniciativa de Aprovechamiento de las Plantas de Salk a optimizar el crecimiento de los cultivos en condiciones ambientales cambiantes.

“Cuando a los animales no les gusta su entorno, se mudan”, afirma Adam Seluzicki, primer autor del estudio e investigador del Salk. “Las plantas no tienen esta opción, así que recopilan toda la información posible para comprender su entorno y responder adecuadamente. Ahora hemos descubierto un sistema genético que las plantas utilizan para combinar la información de la luz azul y las bajas temperaturas para regular un paso crucial en su crecimiento y reproducción, lo cual tendrá importantes implicaciones para la futura producción de alimentos”.
Entre otros autores se encuentra Joanne Chory, de Salk. Este manuscrito está dedicado a Chory, una de las biólogas vegetales más influyentes del mundo, quien falleció el 12 de noviembre de 2024.
Fuente: Phys.org.