La “flor esqueleto” que se vuelve transparente al contacto con el agua

Biología

En los días húmedos de las montañas del norte de Japón, se produce una de las transformaciones florales más notables. Un grupo de discretas flores blancas, que apenas se notarían contra el verde intenso del bosque, de repente se vuelven casi invisibles. Al caer la lluvia sobre sus pétalos, las flores de la Diphylleia grayi —mejor conocida como la flor esqueleto— cambian de un blanco opaco a un color cristalino. Cuando cesa la lluvia y los pétalos se secan, la magia desaparece y vuelven a su blanco original.

Durante siglos, los lugareños han conocido esta planta perenne del bosque como sankayou (サンカヨウ), admirando su fugaz transformación con la misma intensidad que las flores de cerezo. Pero en los últimos años, la flor esqueleto también ha captado la atención de los científicos.

Una flor de carne y cristal

Imagen en Creative Commons.

A primera vista, la flor esqueleto parece notablemente discreta. Crece hasta la rodilla, con hojas anchas en forma de paraguas que cubren el fresco sotobosque de Japón, China y la isla rusa de Sajalín. A finales de la primavera, florece en racimos de flores blancas de seis pétalos. Para el verano, estas flores dan paso a llamativos tallos de bayas de color azul cobalto.

Pero la lluvia es cuando la planta revela su secreto. Los pétalos no contienen ningún pigmento que los haga blancos. En cambio, su blancura es estructural, causada por la forma en que su tejido dispersa la luz. Las plumas de pavo real y algunas mariposas también tienen color estructural, generado por la forma en que las estructuras microscópicas se doblan, dispersan o interfieren con la luz. A diferencia de los pigmentos químicos, los colores estructurales pueden brillar, cambiar o incluso desaparecer según el ángulo o el entorno. Eso es lo que sucede cuando la flor se moja.

Al secarse, los pétalos se llenan de bolsas de aire. La luz rebota caóticamente a través de estos espacios, reflejándose en blanco, el mismo principio que hace que la nieve parezca brillante. En cuanto el agua llena esos microscópicos huecos, el truco se desvanece. El agua y el tejido vegetal desvían la luz casi de la misma manera, por lo que la dispersión cesa. La luz pasa directamente a través de ellos, dejando los pétalos transparentes, salvo por las venas más resistentes que permanecen visibles.

El efecto es totalmente reversible. Una vez que los pétalos se secan, el aire regresa, dispersando la luz de nuevo, y las flores recuperan su blancura opaca. Los científicos llaman a este fenómeno hidrocromismo: un cambio de apariencia provocado por el agua.

No se sabe con certeza por qué la planta desarrolló este peculiar mecanismo. Algunos científicos sugieren que la transparencia podría ayudar a que las flores destaquen ante los polinizadores en días oscuros y lluviosos. Otros creen que esta característica podría ser simplemente un efecto secundario de la delicada estructura del pétalo, sin una finalidad clara.

Una sobreviviente de otra época

Imagen vía Wiki Commons.

La historia de la planta también es bastante inusual. La flor esqueleto pertenece a la familia del agracejo, Berberidaceae, que incluye plantas medicinales como la mandrágora y el agracejo. Los botánicos creen que su distribución actual —Asia Oriental y los lejanos Apalaches de Estados Unidos— refleja un antiguo bosque que antaño se extendía por el hemisferio norte. Con el avance y retroceso de los glaciares, estos bosques se fragmentaron, dejando especies relictas como la Diphylleia varadas en refugios montañosos dispersos.

Sus rizomas subterráneos de crecimiento lento pueden persistir durante décadas, extendiéndose en pequeñas colonias bajo el dosel. Cada primavera, el ciclo se repite: las hojas anchas se despliegan, las flores florecen y adquieren un aspecto fantasmal bajo la lluvia, las bayas maduran para alimentar a la fauna silvestre y, para el otoño, la planta se refugia bajo tierra para soportar el frío.

Resulta quizás irónico que en Japón, la flor esqueleto se haya entrelazado con tradiciones culturales que celebran la transitoriedad. Los lugareños la asocian con la impermanencia, vinculándola con el concepto de mono no aware, la conciencia de que todo es efímero. Pero aunque su color pueda ser efímero, la flor en sí es notablemente resiliente.

La flor esqueleto se ha convertido en un símbolo de esta metáfora. Los tatuadores la utilizan como símbolo de resiliencia, autenticidad y transformación personal. Las fotografías de sus pétalos vidriosos se viralizan con frecuencia en internet, donde se celebran como prueba de que la naturaleza aún guarda sorpresas que la mayoría de nosotros desconocemos.

Sin embargo, a pesar de todo su simbolismo, la flor esqueleto sigue siendo, en el fondo, una sobreviviente de los bosques antiguos: una planta perenne modesta cuya mayor belleza se revela solo bajo la lluvia.

Del suelo forestal a la tecnología del futuro

Imagen en Creative Commons.

Los científicos también están interesados ​​en esta flor por razones muy diversas. En la década de 1960, el botánico japonés Yanagi Kimura investigó extractos crudos de Diphylleia grayi.

Sus hallazgos fueron notables: los extractos demostraron importantes efectos antitumorales en tumores animales trasplantables. Observó que los compuestos activos tenían un efecto similar, pero más potente, que la podofilina y la colchicina, dos conocidas y potentes sustancias derivadas de plantas utilizadas en medicina. Esta investigación temprana destacó el potencial de la planta como fuente de nuevos compuestos bioactivos, aunque no se exploró más a fondo.

Otros investigadores han replicado este truco óptico diseñando películas porosas a partir de polímeros de silicona. En seco, los poros llenos de aire dispersan la luz, volviendo el material opaco. En húmedo, los poros se llenan de agua, haciéndolo transparente. Estas películas hidrocrómicas podrían inspirar todo, desde telas sensibles a la humedad hasta ventanas inteligentes de bajo consumo que cambian de translúcidas a transparentes sin electricidad. El mismo principio se está aplicando para crear materiales arquitectónicos energéticamente eficientes. Las ventanas inteligentes basadas en el mecanismo de la flor esqueleto podrían cambiar de un estado translúcido que dispersa la luz (proporcionando privacidad y reduciendo la ganancia de calor solar) a un estado completamente transparente en respuesta a la humedad o a una aplicación directa de agua. Esto ofrece un método pasivo de bajo consumo energético para controlar la transmisión de luz y calor en los edificios.  

En 2025, un equipo de investigadores chinos adoptó el principio de coincidencia del índice de refracción (la misma física que hace que los pétalos se vuelvan transparentes con la lluvia) para rediseñar una herramienta clásica de diagnóstico del cáncer: la prueba ELISA. Mediante la construcción de membranas de nanofibras que se vuelven ópticamente transparentes al mojarse, crearon una “ELISA transparente” (tELISA) capaz de detectar cantidades minúsculas de antígeno prostático específico, un marcador clave del cáncer, en concentraciones treinta veces inferiores a las de las pruebas convencionales. Así como la flor esquelética revela venas ocultas cuando el agua llena sus tejidos, la tELISA revela rastros ocultos de enfermedad al dejar pasar la luz limpiamente a través de sus fibras diseñadas. Para una flor relativamente desconocida, se trata de un logro científico bastante notable.

Una planta notable bajo amenaza

Diphylleia grayi no ha sido evaluada formalmente por la UICN y no tiene un estado de conservación. Por lo tanto, su estado de conservación oficial es “No Evaluada” (NE). Sin embargo, esto no significa que la especie esté a salvo; simplemente significa que aún no se ha realizado una evaluación global exhaustiva del tamaño de su población, sus tendencias y amenazas, ni se ha presentado para su inclusión en la Lista Roja.

La flor esqueleto tiene requisitos de hábitat muy específicos. De hecho, sólo se encuentra en tres hábitats en el mundo. Su lento crecimiento y propagación también la hace más vulnerable a los cambios de hábitat. Si bien no está oficialmente catalogada como especie amenazada, existe una gran preocupación por la viabilidad a largo plazo de la Diphylleia grayi debido a las presiones ambientales que afectan a especies especializadas similares. Sería una lástima que una flor tan notable tuviera que enfrentarse a su desaparición.

El atractivo de la flor esqueleto va mucho más allá de su atractivo estético y cultural. Sus propiedades biológicas únicas la han convertido en objeto de investigación científica durante décadas, primero en farmacología y, más recientemente, como fuente de inspiración para la ciencia de materiales de vanguardia. La Diphylleia grayi constituye un excelente ejemplo de biomimetismo, donde la observación y la comprensión de una solución natural proporcionan un modelo para resolver complejos desafíos de ingeniería humana.

Fuente: ZME Science.

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