Para finales de este año, la huella de carbono de los sistemas globales de inteligencia artificial (IA) para todo el año 2025 podría igualar a la de la ciudad de Nueva York. Al mismo tiempo, la sed de agua de la IA podría rivalizar con la del mercado mundial de agua embotellada, según nuevas estimaciones.
La IA está en todas partes y se expande a un ritmo aparentemente exponencial. Cuanto más la usamos, más centros de datos se necesitan para ejecutar los complejos cálculos que la impulsan. Estas instalaciones no solo consumen grandes cantidades de electricidad, sino también de agua, necesaria para refrigerar servidores y generar electricidad en centrales eléctricas.
Pero la cantidad exacta de electricidad y agua que consumen es un misterio, ya que es difícil obtener datos precisos. Cuando grandes tecnológicas como Google, Amazon y Meta publican sus datos energéticos, los agrupan, lo que impide calcular el posible coste ambiental de la IA. Algunas empresas incluso se niegan a informar sobre el agua que consumen las centrales eléctricas, alegando que está fuera de su control.
En un artículo publicado en la revista Patterns, Alex de Vries-Gao, candidato a doctorado en el Instituto de Estudios Ambientales de la VU de Ámsterdam, puso algunas cifras a los costos ambientales de la IA utilizando informes corporativos públicos y datos de la Agencia Internacional de Energía (AIE).
Calcular el coste oculto
En primer lugar, de Vries-Gao calculó el consumo eléctrico anual total del hardware de IA combinando datos de diversas fuentes, como los registros de ventas y los requisitos energéticos de chips de alto rendimiento como los de NVIDIA Corporation (el principal fabricante de chips de IA). Para los datos de consumo de agua, analizó la eficiencia con la que los centros de datos convierten el agua en refrigeración y la cantidad de agua que utilizan las centrales eléctricas para generar un kilovatio de energía.
Luego, con toda esa información, pudo pronosticar la producción total de carbono y la cantidad de agua utilizada: “La huella de carbono de los sistemas de IA por sí sola podría estar entre 32,6 y 79,7 millones de toneladas de emisiones de CO2 en 2025, mientras que la huella hídrica podría alcanzar entre 312,5 y 764,6 mil millones de litros”, escribe.
Llamado a la acción
Al publicar estas estimaciones, de Vries-Gao intenta cubrir las lagunas de nuestro conocimiento, ya que desconocemos cuánta energía y agua consume la inteligencia artificial. Se construirán más centros de datos para satisfacer la creciente demanda de IA, pero sin una visión precisa de los datos, los gobiernos y los organismos reguladores desconocerán su verdadero coste ambiental.
“Se requieren con urgencia más divulgaciones por parte de los operadores de centros de datos para mejorar la precisión de estas estimaciones y gestionar de forma responsable el creciente impacto ambiental de los sistemas de IA”, señala de Vries-Gao.
Fuente: Tech Xplore.
