Cuando los arqueólogos comenzaron a excavar bajo una obra en construcción en el distrito londinense de Southwark, esperaban encontrar los restos romanos habituales: fragmentos de cerámica, quizá una o dos monedas. Lo que encontraron fue un foso enorme lleno de yeso roto: miles de fragmentos, todos de muros que alguna vez estuvieron dentro de un edificio romano hace casi 2000 años.
Al principio, la magnitud del hallazgo no era evidente. Las piezas estaban desordenadas, dañadas y cubiertas de tierra. No fue hasta que el equipo empezó a limpiarlas y clasificarlas que se vislumbró la realidad: no se trataba de restos comunes. Formaban parte de un enorme conjunto de frescos —escenas pintadas de aves, flores, instrumentos musicales y paneles de imitación mármol— que en su día decoraban una lujosa villa.
Ahora, tras meses de minucioso trabajo, esos fragmentos destrozados se están reensamblando. Poco a poco, un interior romano perdido vuelve a la vista.
Un rompecabezas antiguo
“Fue como armar el rompecabezas más difícil del mundo”, dijo Han Li, el principal especialista del Museo de Arqueología de Londres (MOLA), quien pasó tres meses inclinado sobre mesas cubiertas de fragmentos no más grandes que la palma de su mano.
Los fragmentos eran un caos de color y tiempo. Se habían reunido trozos de yeso de diferentes habitaciones. Muchos eran tan frágiles que solo podían reensamblarse una vez; cualquier error podría reducirlos a polvo.
Y, sin embargo, poco a poco, formas y patrones comenzaron a reaparecer. Paneles de un amarillo brillante enmarcados por suaves bordes verdes, candelabros, grullas blancas, frutas, flores, una lira: el instrumento similar al arpa que antaño llenaba de música y significado las villas romanas. En un tramo, la pintura rosa estaba moteada para imitar el mármol. En otro, lo que parecía un racimo de uvas resultó ser muérdago, una versión local del lujo mediterráneo.
“Eso me resulta bastante interesante”, declaró Li a la BBC. “Porque se ve que los pintores romanos toman una idea clásica y le dan un toque propio del noroeste europeo o local. Me parece magnífico”.
Aunque los diseños de paneles eran una opción decorativa común en el mundo romano, este esquema amarillo es particularmente raro en Gran Bretaña. Se ha identificado solo en unos pocos sitios de alto estatus, como el Palacio Romano de Fishbourne. Ahora, el yacimiento de Liberty en Southwark se une a ese selecto grupo: prueba, según los arqueólogos, de que la zona no solo era próspera. Era de élite.
Andrew Henderson-Schwartz, de MOLA, la denominó el “Beverly Hills del Londres romano”. “Hubo un asentamiento próspero y bullicioso desde el principio… y esto demuestra que los romanos se están comprometiendo con Londres”.

¿Quién lo hizo?
Entre los miles de trozos, un fragmento detuvo al equipo.
Grabado en una tabula ansata —un marco decorativo que los romanos usaban para firmar obras de arte— había una sola palabra: FECIT, que en latín significa “…ha hecho esto”. Era un indicio de autoría, la primera firma conocida de un artista de la Britania romana. Pero justo a la izquierda, desgarradoramente, el yeso está roto. Falta el nombre.
Aun así, la presencia de esa palabra —tan formal, tan deliberada— sugiere que los artistas que pintaron esta villa no eran simples obreros. Eran profesionales. Altamente cualificados, quizás incluso renombrados.
“Llegaron al Londres romano, donde había un auge de la construcción”, dijo Li. “Y se dedicaron a aceptar encargos enormes. Es asombroso imaginar que su obra vuelva a ser visible para nosotros 2000 años después”.
De hecho, aún quedan rastros de sus métodos. Bajo cierta iluminación, los arqueólogos detectaron el contorno marcado de una flor dentro de un círculo: la guía de un pintor, probablemente hecha con un compás. La imagen nunca se pintó. “Es probable que los pintores cambiaran de opinión”, dijo Li.
Otros fragmentos revelaron toques humanos fantasmales. Alguien había tallado un alfabeto griego casi completo en una sola pieza de yeso: una marca práctica, quizá una lista de verificación o una referencia, según hallazgos similares en Italia. Sus líneas limpias sugieren que no fue un simple garabato, sino la obra de una mano segura y culta. Es el único ejemplo conocido del alfabeto griego de la Britania romana.
En otro lugar, aparece un rostro tenue: una mujer llorando, con sus lágrimas grabadas en yeso. Su peinado evoca el período Flavio —entre el 69 y el 96 d. C.—, un pequeño pero conmovedor retrato de dolor grabado a la cal.

Reconstruyendo un palacio olvidado
Estos frescos decoraron un edificio construido entre el 43 y el 150 d. C., durante la expansión inicial de Londinium, la ciudad romana que se convertiría en Londres. Pudo haber sido una residencia privada para los ricos o incluso una casa de huéspedes de lujo para viajeros de élite que transitaban por la capital de la Britania romana. Otros hallazgos en el sitio, como mosaicos y un raro mausoleo romano, no hacen más que aumentar su prestigio.
Aunque sus muros se derrumbaron hace mucho tiempo, los colores, patrones e historias del edificio se están restaurando poco a poco. La ilustradora principal Faith Vardy, en colaboración con arqueólogos y especialistas en materiales, ha comenzado las reconstrucciones en acuarela de los muros originales.
El trabajo en los fragmentos continúa, y los investigadores esperan que surjan más piezas, incluyendo la esquiva firma. Mientras tanto, los frescos sirven como un vívido recordatorio: los imperios caen, los edificios se derrumban, pero la belleza, incluso en fragmentos, aún puede encontrar su camino de regreso a la luz.
Fuente: ZME Science.