Tras examinar con rayos X la cabeza de un pez, los científicos descubrieron un crustáceo parásito que había reemplazado la lengua del vertebrado. El isópodo, también llamado mordedor de lengua, pasa su vida succionando la sangre del pez hasta que la lengua se desgasta. Después, el órgano es reemplazado por el crustáceo.
El biólogo Kory Evans, profesor asistente del Departamento de Biociencias en la Universidad Rice en Houston, Texas, descubrió el parásito al examinar los esqueletos de algunos peces. El 10 de agosto compartió en Twitter las curiosas imágenes.
Hay aproximadamente 380 especies de mordedores de lengua y la mayoría tienen como objetivo una sola especie de huésped, de acuerdo a lo dicho por el Acuario Two Oceans en Ciudad del Cabo, Sudáfrica. El isópodo entra al cuerpo del pez a través de sus agallas y se asegura a la lengua del pez. Luego, libera un anticoagulante que evita que la sangre deje de fluir. El parásito usa sus siete pares de extremidades para aferrarse a la base de la lengua, con lo que reduce el suministro de sangre y los órganos se debilitan.
Después de esto, el parásito se sigue alimentando de la mucosa del pez. Esta relación puede durar años en muchos casos. Los peces sobreviven con la lengua siendo reemplazada por los parásitos.
Evans encontró el parásito como parte de una iniciativa de investigación por escáner de los peces de arrecifes conocidos como lábridos. El objetivo del proyecto es generar una base de datos con los escaneos de rayos X con la morfología esquelética de estos peces.
Aún sin haber sido los lábridos parasitados por los crustáceos, son extremadamente raros, de acuerdo a lo dicho por Evans.
“Tienen un segundo par de mandíbulas en la garganta, como en la película ‘Alien'”, dijo. “Los lábridos pueden tragarse un caracol, y luego pueden generar suficiente fuerza con el segundo par de mandíbulas para aplastar la concha en su garganta”.
Algunos lábridos llamados peces loro tienen picos reforzados con cobre que son lo suficientemente resistentes para morder el coral. Y el napoleón (Epibulus insidiator) puede lanzar sus mandíbulas hacia adelante hasta un 65% de la longitud de su cabeza, para capturar presas evasivas.
“Es como si vieras un Cheeto al otro lado de tu cocina, y simplemente le lanzas la mandíbula mientras estás sentado en el comedor”, dijo Evans.
Fuente: Live Science.