Durante años se ha usado la luz ultravioleta para detener patógenos y su propagación. ¿Pero, se podría hacer lo mismo para detener el avance de la actual pandemia?
La respuesta corta es sí, pero se necesitan aplicar las dosis correctas, lo cual es una operación complicada que solo puede llevarse a cabo por profesionales. Esto hace que algunos dispositivos de los que se presume emiten luz ultravioleta para matar el virus no sean siempre seguros.
La radiación ultravioleta se puede clasificar en tres tipos basándose en su longitud de onda: UVA, UVB, y UVC. La Tierra absorbe mayormente el tipo UVA, ya que tanto UVB como UVC son absorbidos por la capa de ozono. Es el tipo UVC, con energía más alta y longitud de onda más corta, el que puede usarse como desinfectante.
La UVC se ha usado durante décadas con una longitud de onda de 254 nanómetros para volver inactivos los virus como el de la influenza H1N1 así como otros coronavirus, como el causante del Síndrome Respiratorio de Oriente Medio (MERS-CoV). Un estudio publicado el 26 de junio y que está en espera de la revisión por pares, ha confirmado que el UVC también elimina el SARS-CoV-2.
La UVC es eficaz porque ataca tanto el ADN como el ARN. La suficiente exposición a este tipo de radiación provoca daños en estas dos estructuras, lo que impide su reproducción.
La razón por la que estas dosis solo deben ser administradas por profesionales es que las lámparas de luz ultravioleta pueden dañar los ojos y la piel, además la dosis no puede ser la específica. En los hospitales, la geometría de las habitaciones, los materiales y objetos a desinfectar, así como las luces y sombras, los hace ambientes propicios para estas prácticas.
Se ha discutido mucho el instalar unidades emisoras de UCV en los techos para descontaminar el aire, de acuerdo con Indermeet Kohli, física y estudiante de fotomedicina dermatológica del Hospital Henry Ford en Detroit. Por otra parte se está estudiando la posibilidad de usar otras longitudes de onda de UVC, las cuales no dañan la piel humana, pero se requieren más investigaciones para comprobar su eficacia.
Fuente: Live Science.