Los pases COVID y los pasaportes de vacunas pueden prometer la solución ideal para evitar más bloqueos en el Reino Unido o representar una amenaza para las libertades y el derecho a la privacidad de las personas, argumentan los expertos en un debate publicado hoy por The BMJ. Los expertos cuyas instituciones han llevado a cabo investigaciones sobre el impacto del uso de tales herramientas para tratar de prevenir la propagación del coronavirus tienen opiniones diferentes sobre si son o no una alternativa válida al encierro.
En el debate, los autores distinguen entre un “pasaporte de vacuna”, que es un documento o aplicación que sólo muestra evidencia del estado de vacunación; y un ‘pase de COVID’, que es un documento o aplicación que muestra evidencia de que una persona tiene un estado de COVID de menor riesgo en función de su registro de vacunación, una prueba reciente de flujo lateral negativo o PCR, o una prueba de anticuerpos positiva que muestra que tuvo la infección antes y tener algún nivel de inmunidad.
Investigadores del Instituto Tony Blair para el Cambio Global en Londres argumentan que los pases COVID son una herramienta útil para permitir que las personas demuestren que están completamente vacunadas contra el coronavirus, que tienen inmunidad a una infección previa o que recientemente dieron negativo para COVID-19. Si se les pide a las personas que demuestren su estado de salud antes de ingresar a un ambiente cerrado o abarrotado, esto puede reducir potencialmente el riesgo de propagación del COVID.
Kirsty Innes y Daniel Sleat del Instituto destacan el piloto del Programa de Investigación de Eventos del gobierno que había brindado optimismo de que herramientas como un pase COVID ayudarían a limitar la transmisión en eventos masivos. En la primera fase de ese programa, solo se detectaron 28 casos de COVID-19 en 7.764 participantes que completaron todos los requisitos de prueba.
El Instituto llevó a cabo un análisis basado en un modelo de junio de 2021 de la propagación del virus, creado por investigadores del Imperial College London para el Grupo Asesor Científico para Emergencias (SAGE) del Reino Unido. Esto demostró que si el gobierno hubiera optado por hacer que los pases COVID fueran obligatorios para entornos cerrados y de asistencia masiva en Inglaterra después del levantamiento de las restricciones finales el 19 de julio, esto podría haber reducido los casos y muertes hasta en un 30%.
Reconocen que se necesitan salvaguardas antes de adoptar el uso generalizado de pases COVID, como garantizar que las personas que no pueden recibir una vacuna COVID no sean “excluidas indebidamente”, si los pases se vuelven requeridos legalmente, la legislación debería limitar su uso a la gestión de la pandemia actual de COVID y proteger los datos de salud personal y maximizar la privacidad.
Dicen: “En el contexto de casos en aumento o, peor aún, una variante nueva y más peligrosa, un pase COVID es el mejor mecanismo que tenemos para apuntar a las restricciones y evitar la necesidad de otro bloqueo estricto. En última instancia, ante nuevos picos, forzar a todo el mundo a quedarse en casa o sólo exigimos a los que tienen el virus que lo hagan”.
Imogen Parker, directora asociada del Ada Lovelace Institute, Londres, y miembro de políticas en el Centro de Ciencia y Política de la Universidad de Cambridge, argumenta en contra de los pases COVID.
Al igual que las medidas de salud pública más tradicionales, como el uso de tapabocas o el distanciamiento social, los pasaportes pueden reducir el riesgo, pero no pueden garantizar la seguridad, cree. Comunicar el estado de la vacunación o la prueba proporciona cierta información sobre el riesgo, pero no prueba que las personas estén libres o a salvo del virus.
Parker cita la experiencia de agosto de este año en el Boardmasters Festival al aire libre en Cornwall, que utilizó pasaportes de vacunas con pruebas adicionales, pero aún así se convirtió en un evento “super esparcidor”, incubando casi 5.000 casos.
La propia investigación del Instituto Ada Lovelace sobre el tema no descartó los pasaportes como una herramienta válida para ayudar en la transición de los bloqueos, pero pidió fundamentos científicos transparentes, como modelos sobre sus efectos en la salud pública en comparación con otras herramientas y estándares de diseño técnico con normas claras y específicas y propósitos limitados. Parker advierte que, a diferencia de los tapabocas o el distanciamiento, los pasaportes introducen “riesgos profundos” en la sociedad, como el riesgo a través de la segregación de introducir barreras a la participación económica y social, ya que algunas personas podrían no querer o no poder vacunarse.
Además, la normalización de la vigilancia por parte de terceros del estado de las personas podría contribuir a crear barreras adicionales para las minorías étnicas, que ya se enfrentaban a una “vigilancia excesiva”, argumenta, o personas con ciudadanía insegura.
También existía el riesgo de crear “tecnología de vigilancia duradera”, como ella explica: “La tecnología justificada para emergencias tiene la costumbre de normalizarse”.
Las herramientas digitales facilitan el intercambio de datos, lo que podría beneficiar la investigación en salud, pero también podría permitir que la información personal se comparta con la policía o las compañías de seguros, por ejemplo, agrega.
“Para crear la infraestructura técnica, operativa, legal y de políticas que se requeriría, los responsables de la formulación de políticas deberían hacer una pausa para calcular si se trata de una medida de salud justificada o si la inversión en pasaportes podría resultar una distracción tecnológica del mejor mecanismo disponible para para reabrir sociedades de forma segura y equitativa: vacunación global”, concluye.
Fuente: Medical Xpress.