¿Una vacuna COVID más duradera? Un estudio señala el camino

Salud y medicina

Investigadores del Eli and Edythe Broad Center of Regenerative Medicine and Stem Cell Research en UCLA han identificado células T raras y naturales que son capaces de atacar una proteína que se encuentra en el SARS-CoV-2 y una variedad de otros coronavirus. Los hallazgos sugieren que un componente de esta proteína, llamado polimerasa viral, podría potencialmente agregarse a las vacunas COVID-19 para crear una respuesta inmune más duradera y aumentar la protección contra nuevas variantes del virus.

Transfondo
La mayoría de las vacunas COVID-19 utilizan parte de la proteína de pico que se encuentra en la superficie del virus para estimular al sistema inmunológico a producir anticuerpos. Sin embargo, las variantes más nuevas, como delta y ómicron, llevan mutaciones a la proteína de pico, lo que puede hacerlas menos reconocibles para las células inmunitarias y los anticuerpos estimulados por la vacunación. Los investigadores dicen que probablemente se necesitará una nueva generación de vacunas para crear una respuesta inmune más robusta y de amplio alcance capaz de hacer retroceder las variantes actuales y las que puedan surgir en el futuro.

Una forma de lograr esto es agregando un fragmento de una proteína viral diferente a las vacunas, una que sea menos propensa a mutaciones que la proteína de pico y que activará las células T del sistema inmunológico. Las células T están equipadas con receptores moleculares en sus superficies que reconocen fragmentos de proteínas extraños llamados antígenos. Cuando una célula T encuentra un antígeno que reconoce su receptor, se auto-replica y produce células inmunes adicionales, algunas de las cuales atacan y matan a las células infectadas inmediatamente y otras que permanecen en el cuerpo durante décadas para combatir esa misma infección en caso de que alguna vez regrese.

Método
Los investigadores se centraron en la proteína polimerasa viral, que se encuentra no solo en el SARS-CoV-2 sino también en otros coronavirus, incluidos los que causan el SARS, el MERS y el resfriado común. Las polimerasas virales sirven como motores que los coronavirus utilizan para hacer copias de sí mismos, lo que permite que la infección se propague. A diferencia de la proteína de pico, es poco probable que las polimerasas virales cambien o muten, incluso cuando los virus evolucionan.

Para determinar si el sistema inmunológico humano tiene receptores de células T capaces de reconocer la polimerasa viral, los investigadores expusieron muestras de sangre de donantes humanos sanos (recolectadas antes de la pandemia de COVID-19) al antígeno de la polimerasa viral. Descubrieron que, de hecho, ciertos receptores de células T reconocían la polimerasa. Luego utilizaron un método que desarrollaron llamado CLInt-Seq para secuenciar genéticamente estos receptores. A continuación, los investigadores diseñaron células T para transportar estos receptores dirigidos a la polimerasa, lo que les permitió estudiar la capacidad de los receptores para reconocer y matar el SARS-CoV-2 y otros coronavirus.

Impacto
Más de 5 millones de personas han muerto por COVID-19 en todo el mundo. Las vacunas actuales brindan una protección significativa contra enfermedades graves, pero a medida que surgen nuevas variantes potencialmente más contagiosas, los investigadores reconocen que es posible que sea necesario actualizar las vacunas, y los nuevos hallazgos de UCLA apuntan hacia una estrategia que puede ayudar a aumentar la protección y la inmunidad a largo plazo. Los investigadores ahora están llevando a cabo más estudios para evaluar la polimerasa viral como un nuevo componente potencial de una vacuna. El estudio se publicó hoy en línea en la revista Cell Reports.

Fuente: Medical Xpress.

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