Los romanos sin duda sabían lo que estaban haciendo en lo que respecta a la construcción de carreteras, y una nueva investigación muestra que las rutas que trazaron hace miles de años todavía están vinculadas a áreas de prosperidad en la actualidad. En otras palabras, si vives cerca de la red vial romana establecida hace más de 2000 años, es más probable que se encuentre en un área comparativamente rica. El comercio, las ganancias y el desarrollo que permitieron estos caminos siguen siendo importantes en los tiempos modernos.
Originalmente, ese no era el uso principal de las carreteras; los antiguos romanos construyeron caminos principalmente para facilitar el desplazamiento de las tropas. Con el tiempo, los caminos comenzaron a unir pueblos y ciudades importantes.
“Dado que mucho ha sucedido desde entonces, mucho debería haberse adaptado a las circunstancias modernas”, dice el economista Ola Olsson, de la Universidad de Gotemburgo en Suecia.
“Pero llama la atención que nuestro principal resultado es que las vías romanas han contribuido a la concentración de las ciudades y la actividad económica a lo largo de ellas, a pesar de que ya no están y están cubiertas por nuevas vías”.
En el apogeo de la expansión del Imperio Romano a principios del siglo II d. C., se habían establecido unos 80 000 kilómetros de carretera, y la primera, una ruta de suministro militar, comenzó a construirse en el 312 a. C. Los investigadores superpusieron mapas de las carreteras del Imperio Romano sobre imágenes satelitales modernas, utilizando la intensidad de la luz nocturna como un indicador aproximado de la actividad económica. El mapa se dividió en cuadrículas más pequeñas para un análisis más detallado, midiendo un solo grado de longitud por un solo grado de latitud. El equipo informa de un “patrón notable de persistencia” entre las rutas de las calzadas romanas y la actividad económica moderna, a pesar de que gran parte de la infraestructura original ahora se ha ido por completo.
Queda claro si las carreteras estimularon la actividad económica o si se construyeron a lo largo de rutas que ya estaban prosperando, pero hay indicios de que la primera hipótesis es correcta, que las rutas impulsaron un aumento en el comercio y la riqueza. El surgimiento de pueblos de mercado a lo largo de las rutas habría sido crucial, dice el equipo.
“Ese es el gran desafío en todo este campo de investigación”, dice Olsson. “Lo que hace que este estudio sea más interesante es que las carreteras mismas han desaparecido y que el caos en Europa Occidental después de la caída del Imperio Romano habría sido una oportunidad para reorientar las estructuras económicas. A pesar de eso, el patrón urbano se mantuvo”.
Sin embargo, los hallazgos no fueron consistentes en todas partes: en el norte de África y el Medio Oriente, donde las caravanas de camellos reemplazaron el transporte sobre ruedas en algún momento entre los siglos IV y VI EC, las carreteras romanas no se construyeron ni reemplazaron. En estas regiones, no hay relación entre las rutas antiguas y la prosperidad económica actual, y las áreas son económicamente menos prósperas en general. Nuevamente, los investigadores dicen que las ciudades comerciales, o en este caso, su ausencia, son cruciales.
Los hallazgos también tienen implicaciones para la futura planificación de la infraestructura. Las decisiones sobre dónde colocar las rutas por carretera y ferrocarril tienen el potencial de mejorar significativamente el clima económico en un área en particular, y como muestra este último estudio, esa mejora puede durar mucho, mucho tiempo.
“En Suecia, por ejemplo, estamos hablando de la posibilidad de construir nuevas líneas troncales de ferrocarril”, dice Olsson. “El primero, del siglo XIX, ganó una enorme importancia para la actividad económica en Suecia. Se discuten nuevos tramos para el ferrocarril, y si se construyen, se puede esperar que algunas comunidades obtengan un gran impulso económico”.
La investigación ha sido publicada en el Journal of Comparative Economics.
Fuente: Science Alert.