Encuentran en un manuscrito medieval evidencia de una “nova recurrente” que podría reaparecer en 2024

Astronomía

En 1217, un monje alemán miró hacia el cielo estrellado del suroeste y notó una estrella normalmente débil que brillaba con una intensidad inusual. Continuó ardiendo durante varios días. Abbott Burchard, el líder de la Abadía de Ursberg en ese momento, registró la vista en la crónica de ese año. “Se vio una señal maravillosa”, escribió, añadiendo que el misterioso objeto en la constelación de la Corona Boreal “brilló con gran luz” durante “muchos días”.

Este manuscrito medieval puede haber sido el primer registro de un raro fenómeno espacial llamado nova recurrente: una estrella muerta que extrae materia de una compañera más grande, provocando repetidos destellos de luz a intervalos regulares. Según una nueva investigación, la estrella “maravillosa” en cuestión puede ser T CrB, que se encuentra en la constelación de la Corona Boreal y aumenta drásticamente su brillo durante aproximadamente una semana cada 80 años. Pero sólo se ha documentado científicamente dos veces: una en 1866 y otra en 1946. El próximo estallido tan esperado de la estrella se espera para 2024. En un artículo preimpreso, disponible en arXiv.org, el astrónomo Bradley E. Schaefer de Luisiana La Universidad Estatal sostiene que el registro de Burchard y otra crónica de 1787 constituyen los primeros avistamientos conocidos de la nova T CrB.

Pero ¿cómo podemos estar seguros de que Burchard había detectado T CrB y no algún otro fenómeno celeste, como una supernova aislada o un cometa? Schaefer descartó la posibilidad de una supernova prácticamente de inmediato, basándose en que si un evento tan violento (que ocurre cuando una estrella masiva muere en una explosión dramática) hubiera ocurrido recientemente, habría dejado restos que serían claramente visibles hoy. Se cree que la Nebulosa del Cangrejo, por ejemplo, es el remanente de una supernova de 1.000 años de antigüedad y es visible hoy en día con la mayoría de los telescopios.

Teniendo en cuenta que nadie ha observado restos de supernova en la formación estelar Corona Boreal, es poco probable que este tipo de explosión estelar masiva fuera la culpable. Del mismo modo, Schaefer eliminó un planeta brillante de la lista de sospechosos, ya que ningún planeta visible a simple vista deambula por esa región del cielo.

La posibilidad de que el evento fuera un cometa es un poco más complicada de refutar. A principios de ese año se pudo ver un cometa en el cielo, según una crónica del monasterio de San Esteban en Grecia. Sin embargo, la mayoría de los monjes de la época estaban familiarizados con los cometas, que se consideraban presagios de fatalidad. Es poco probable que Burchard hubiera registrado un cometa como algo “maravilloso” o no hubiera mencionado su cola, sostiene Schaefer.

El avistamiento de 1787 fue registrado por el reverendo y astrónomo inglés Francis Wollaston. Este relato describe el comportamiento similar a una nova de una estrella cuyas coordenadas coinciden casi exactamente con la posición de T CrB en el cielo. Si bien Wollaston identificó esta estrella usando un nombre del catálogo del famoso astrónomo William Herschel, Schaefer cree que su verdadera identidad es T CrB.

Los científicos estarán preparados para la próxima erupción esperada de la nova a finales de 2024. Cuando llegue, los astrónomos modernos la agregarán a una lista de siglos de registros pasados. Mientras tanto, los investigadores seguirán investigando archivos antiguos para estudiar la historia registrada de T CrB. Con suerte, dicha actividad les permitirá hacer predicciones más precisas sobre el comportamiento de la estrella en el futuro.

Fuente: Live Science.

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