La actividad humana está calentando el planeta, poniendo en peligro la vida silvestre e incluso alterando el giro de la Tierra. Ahora parece que también estamos teniendo un efecto seriamente perjudicial en el ciclo natural de la sal del planeta, revela un nuevo estudio.
Si bien los procesos geológicos e hidrológicos llevan sal a la superficie de la Tierra de forma natural durante largos períodos de tiempo, estamos acelerando este flujo natural debido a la minería, el desarrollo de la tierra y el uso de sales para carreteras para derretir el hielo. Investigadores de la Universidad de Maryland, la Universidad de Connecticut, Virginia Tech y otras instituciones han combinado su experiencia para documentar lo que describen como una “amenaza existencial” para los suministros de agua dulce.
El equipo analizó una variedad de sales diferentes, no solo la variedad de cloruro de sodio que la mayoría de nosotros usamos en nuestra cocina, y en una variedad de entornos diferentes, incluidas las concentraciones de sal en ríos y suelos. Ciertos eventos, como el secado de lagos, incluso están aumentando las concentraciones de sal en el aire.
“Hace veinte años, lo único que teníamos eran estudios de casos”, afirma el ecologista Gene Likens, de la Universidad de Connecticut. “Podríamos decir que las aguas superficiales eran saladas aquí en Nueva York o en el suministro de agua potable de Baltimore”.
“Ahora demostramos que es un ciclo, desde las profundidades de la Tierra hasta la atmósfera, que ha sido significativamente perturbado por las actividades humanas”.
Entre los hallazgos del estudio se encuentra que alrededor de 2,5 mil millones de acres de suelo en todo el mundo se han visto afectados por la salinización causada por el hombre, y que la sal utilizada para descongelar las carreteras también está llegando al aire. La creciente salinidad de las fuentes de agua dulce es una de las mayores preocupaciones. Si la tendencia continúa, encontrar suficiente agua para que beba la población mundial podría convertirse en un verdadero desafío, y eso es antes de que lleguemos al daño a otros animales y sus hábitats.
“Si piensas en el planeta como un organismo vivo, cuando se acumula tanta sal, esto podría afectar el funcionamiento de órganos vitales o ecosistemas”, dice el geólogo Sujay Kaushal de la Universidad de Maryland.
Los niveles de sal afectan más aspectos de la vida de los que imagina, desde la cantidad de nieve que se forma en las cimas de las montañas hasta la probabilidad de contraer enfermedades respiratorias. Los investigadores piden que se haga más para evaluar nuestro impacto en el ciclo de la sal y reducirlo: un punto de partida podrían ser los 44 mil millones de libras de sal que se distribuyen en las carreteras de Estados Unidos cada año. En última instancia, serán necesarios más estudios y regulaciones.
“Ésta es una cuestión muy compleja porque la sal no se considera un contaminante primario del agua potable en Estados Unidos, por lo que regularla sería una gran tarea”, dice Kaushal.
“¿Pero creo que es una sustancia que está aumentando en el medio ambiente hasta niveles nocivos? Sí”.
La investigación ha sido publicada en Nature Reviews Earth & Environment.
Fuente: Science Alert.