El cambio climático, y los fenómenos meteorológicos extremos que trae consigo, podrían aumentar las tasas mundiales de malaria, advirtió el jueves 30 de noviembre la Organización Mundial de la Salud (OMS).
“El clima cambiante plantea un riesgo sustancial para el progreso contra la malaria, particularmente en las regiones vulnerables”, dijo en un comunicado el director general de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus. “Ahora más que nunca se necesitan respuestas sostenibles y resilientes a la malaria, junto con acciones urgentes para frenar el ritmo del calentamiento global y reducir sus efectos”.
En su último Informe Mundial sobre la Malaria, la OMS estimó que hubo 249 millones de casos de esta enfermedad transmitida por mosquitos en 2022, frente a aproximadamente 244 millones en 2021 y una cifra similar en 2020. Eso fue 16 millones de casos más que los observados en 2019. cuando los casos de malaria alcanzaron un punto mínimo justo antes de que la pandemia de COVID-19 interrumpiera los esfuerzos de prevención de la malaria en todo el mundo.
La mayoría de los cinco millones de casos adicionales de malaria entre 2021 y 2022 se produjeron en cinco países: Pakistán, Nigeria, Uganda, Etiopía y Papua Nueva Guinea. Pakistán experimentó el mayor aumento, con 2,6 millones de casos, en comparación con los 500.000 de 2021. El aumento estuvo relacionado con las destructivas inundaciones que sumergieron gran parte de Pakistán bajo el agua, proporcionando un nuevo caldo de cultivo para los mosquitos.
“Con los fuertes monzones esperábamos estas consecuencias, pero no de esta magnitud”, dijo al New York Times el Dr. Muhammad Mukhtar, director del programa nacional de control de la malaria de Pakistán. El agua estancada que dejaron los monzones, junto con el hecho de que las personas desplazadas no tenían dónde colgar mosquiteros, provocaron el aumento de la malaria, dijo.
“Los lugares más afectados son los que tienen la menor infraestructura para responder a este tipo de eventos”, dijo al Washington Post Ross Boyce, profesor asistente de medicina y epidemiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Carolina del Norte. “Creo que contribuirá cada vez más a la carga mundial de malaria”.
Además de los efectos directos del cambio climático, como inundaciones extremas en lugares donde la malaria es endémica, los efectos indirectos también pueden aumentar los casos de malaria, señaló la OMS. Por ejemplo, los desastres relacionados con el clima podrían reducir el acceso de las personas a servicios esenciales contra la malaria y causar interrupciones en la cadena de suministro de mosquiteros tratados con insecticidas, medicamentos antipalúdicos y vacunas.
A pesar del reciente aumento de la infección, las muertes por malaria cayeron a 608.000 en 2022 desde un máximo reciente de 631.000 en 2020, aunque esta tasa aún supera los niveles prepandémicos, informó la OMS. Antes de la pandemia, en 2019, la tasa de mortalidad se había reducido a 576.000.
Y en otras noticias positivas, la primera vacuna contra la malaria recomendada por la OMS, llamada RTS,S/AS01, se implementó con éxito en tres países africanos en los últimos años, y se recomendó el uso de una segunda vacuna a principios de este año. Los países con RTS,S/AS01 (Ghana, Kenia y Malawi) han experimentado una disminución del 13% en las muertes en la primera infancia, informó la OMS.
Fuente: Live Science.