Al fin sabemos cómo los rapes evolucionaron hasta convertirse en parásitos sexuales

Biología

El rape es una aterradora criatura marina que vive a más de 1.000 metros de profundidad en el mar y parece nada menos que un monstruo marino sacado de una película de Hollywood. Sin embargo, lo que es aún más aterrador es la forma en que se reproduce esta criatura.

Los ceratioides, un tipo de rape, exhiben parasitismo sexual, un comportamiento reproductivo poco común en el que los peces macho, mucho más pequeños, fusionan permanentemente sus cuerpos con los de las hembras más grandes. Una vez adherido, el macho actúa como un parásito y depende completamente de la hembra para alimentarse. A cambio, garantiza que cuando la hembra libere óvulos, siempre tenga una fuente lista de espermatozoides para la reproducción.

Más de 20 especies de rape muestran parasitismo sexual (en algunos casos, el apego es temporal mientras que en otros es permanente) y los científicos lo saben desde hace algún tiempo. Creen que esta estrategia reproductiva también puede haber jugado un papel importante en la evolución de los peces.

Sin embargo, lo que nunca entendieron del todo es cómo la criatura de las profundidades marinas desarrolló tal comportamiento en primer lugar. Finalmente, un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Yale proporciona información valiosa sobre el origen del parasitismo sexual en el rape.

“Se cree que el parasitismo sexual es ventajoso para habitar las profundidades del mar, que es el hábitat más grande y homogéneo de la Tierra. Una vez que los individuos encuentran pareja en esa vasta extensión, el parasitismo sexual obligado les permite prender permanentemente, lo que parece ser una ayuda fundamental para la evolución del rape de aguas profundas”, dijo Chase D. Brownstein, uno de los autores principales del estudio e investigador en Yale.

Evolución del parasitismo sexual en el rape
Hace millones de años, el rape no nadaba sino que caminaba por el fondo del océano usando aletas modificadas, pero durante el Máximo Térmico del Paleoceno-Eoceno (hace ~56 millones de años) nuestro planeta fue testigo de un intenso calentamiento global, lo que obligó a muchos animales a extinguirse. Fue entonces cuando el rape emigró de las aguas poco profundas del océano a las profundidades del mar y pasó de ser caminante bentónico a nadador de aguas profundas. Según el estudio, también fue entonces cuando los peces desarrollaron parasitismo sexual.

Cuando un rape macho se encuentra con una hembra, muerde su cuerpo y libera una enzima que disuelve la piel de su boca y su cuerpo, fusionando los dos. Con el tiempo, el cuerpo del macho se convierte esencialmente en parte del femenino, con sus órganos encogiéndose y su cuerpo degenerando. Finalmente, se reduce a un par de gónadas que la hembra utiliza para fertilizar sus huevos cuando está lista para reproducirse. Esto le permite tener un suministro de esperma fácilmente disponible, eliminando la necesidad de volver a encontrar pareja en el vasto y oscuro océano.

Esta forma extrema de parasitismo sexual asegura la supervivencia de la especie en un entorno donde los encuentros entre parejas potenciales son raros. El macho se beneficia al garantizar la transmisión de sus genes, aunque a costa de su autonomía y su forma física. Los autores del estudio realizaron un estudio genómico de los peces de aguas profundas y reconstruyeron su historia evolutiva revelando varios rasgos que posiblemente contribuyeron al desarrollo del parasitismo sexual en el rape.

“Descubrimos que una cascada de rasgos, incluidos los necesarios para el parasitismo sexual, permitió que los rapes invadieran las profundidades del mar durante un período de calentamiento global extremo cuando los océanos del planeta estaban en agitación ecológica”, dijo Brownstein.

Estos rasgos incluían el dimorfismo sexual (diferencia en la apariencia física de machos y hembras) que daba lugar a hembras grandes y machos pequeños, y la degeneración de la inmunidad adaptativa (el mecanismo de defensa del cuerpo contra células extrañas y patógenos). Si bien la diferencia extrema en el tamaño del cuerpo permitió a los machos adherirse fácilmente a las hembras y fusionar sus cuerpos con ellas, la pérdida de inmunidad adaptativa hizo que el sistema inmunológico de las hembras de rape no respondiera al parásito masculino. Esta es la razón por la que los anticuerpos del pez hembra no atacan a las células masculinas cuando el pez macho fusiona su cuerpo con el de la hembra.

“Determinamos que la degeneración de la base genómica de la inmunidad adaptativa y las diferencias extremas de tamaño entre machos y hembras de rape coinciden con el origen de los ceratioides y la evolución del parasitismo sexual”, señalan los autores del estudio.

Sin embargo, se requieren más investigaciones para confirmar esta teoría e identificar los cambios genéticos que llevaron a estos cambios evolutivos.

Importancia del parasitismo sexual y su origen
El rape vive en las profundidades del mar y adoptó el parasitismo sexual hace millones de años. ¿Por qué deberíamos siquiera preocuparnos por su estrategia reproductiva? Bueno, deberíamos hacerlo porque uno de los rasgos que permitió a esta criatura desarrollar parasitismo sexual podría ayudarnos a superar muchos desafíos asociados con los trasplantes de órganos.

Por ejemplo, un riesgo importante durante las operaciones de trasplante de órganos es el rechazo del órgano trasplantado por parte del sistema inmunológico del paciente. Sin embargo, podríamos superar este desafío si descubriéramos una manera de hacer que los humanos se despojaran temporalmente de su inmunidad adaptativa.

“Comprender mejor cómo los rapes de aguas profundas perdieron su inmunidad adaptativa algún día podría contribuir a avances en procedimientos médicos, como los trasplantes de órganos y los injertos de piel, donde la supresión de la inmunidad es de vital importancia. Es un área interesante para futuras investigaciones médicas”, dijo Thomas Near, autor principal del estudio y profesor de Yale.

El estudio se publica en la revista Current Biology.

Fuente: ZME Science.

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