Una tarea rutinaria de hace milenios ha dado lugar a un hallazgo arqueológico extraordinario. En los escombros de una ciudad de la Edad de Bronce devastada por un terremoto, los arqueólogos de Turquía han desenterrado una diminuta tablilla de arcilla de 3.500 años de antigüedad que parece una reliquia de un IKEA moderno.
El documento, inscrito con escritura cuneiforme antigua, detalla un pedido masivo de mesas, sillas y taburetes. Ofrece una instantánea de la vida doméstica y la actividad económica en una época en la que las civilizaciones estaban surgiendo a partir de adobe. Esta modesta lista de compras, dicen los expertos, podría cambiar nuestra comprensión del comercio, e incluso de la estructura de la sociedad en el siglo XV a. C.
Restos de una ciudad antigua
La tablilla fue desenterrada en las ruinas de la antigua ciudad de Alalakh. Antaño una metrópolis próspera, Alalakh sirvió como un importante centro cultural y económico en el Levante de la Edad de Bronce Medio. Las excavaciones han sacado a la luz palacios, templos y edificios administrativos bien conservados, que revelan la compleja estructura social y la vida cotidiana de la ciudad. La ubicación estratégica de la ciudad la convirtió en un crisol de culturas, como lo demuestran los diversos artefactos y estilos arquitectónicos encontrados en el lugar.
Conocida hoy como Tell Atchana, Alalakh fue la capital del reino de Mukish y uno de los asentamientos más grandes de la zona durante mucho tiempo. Su historia estuvo marcada por las conquistas y reconstrucciones, incluidos períodos bajo el control de los hititas y los mitanni. Las invasiones y los conflictos posteriores contribuyeron a la decadencia de Alalakh. La ciudad finalmente fue abandonada y no recuperó su antigua prominencia.
Aún hay mucho que no sabemos sobre Alalakh y los amorreos (el pueblo levantino de la Edad de Bronce que vivía allí). Pero de vez en cuando, los arqueólogos logran encontrar algún objeto o inscripción que revela otro pequeño secreto.
La tablilla de arcilla encontrada en Alalakh es relativamente pequeña, mide alrededor de 4 por 3,5 cm, con un grosor de 1,5 cm y un peso de aproximadamente 28 g. Las primeras líneas catalogan una gran compra de mesas, sillas y taburetes de madera. Aunque se desconoce la identidad del autor y del destinatario de la tablilla, Mehmet Ersoy, Ministro de Cultura y Turismo de Turquía, señaló que “esta tablilla es útil para comprender la estructura económica y el sistema estatal de la Edad del Bronce Tardío”.
Una mirada a las economías antiguas
La tablilla, escrita en cuneiforme acadio, proporciona información valiosa sobre el comercio de la época. El acadio es una lengua ahora extinta relacionada con el árabe y el hebreo y es la lengua semítica más antigua. Se utilizó ampliamente desde Irán hasta Egipto y desde el sur de Irak hasta el centro de Turquía. Inicialmente, la escritura se inventó para escribir la lengua sumeria, pero luego se adaptó para el acadio y, posteriormente, para otras lenguas, como el hitita.
La tablilla fue descubierta durante los trabajos de restauración que siguieron a un terremoto en la Ciudad Vieja de Alalakh y en la región más amplia de Hatay en Turquía. En el momento en que se grabó esta tablilla, el reino estaba bajo el control del Imperio Mittani, conocido por su producción de cerámica, metal y vidrio.
Los arqueólogos, incluido un equipo de la Universidad Johns Hopkins, están estudiando esta y otras tablillas de la zona para comprender la dinámica social y económica de la antigua Alalakh. Este descubrimiento no solo arroja luz sobre las transacciones cotidianas de las civilizaciones antiguas, sino que también destaca la continuidad del comportamiento humano a lo largo de los milenios. Aunque la alfabetización en la antigüedad siempre fue baja, eso no significa que la escritura estuviera reservada a los documentos de alto nivel y los monumentos estatales. Entonces y ahora, la escritura siempre ha sido una herramienta de conveniencia, y esta desprevenida lista de compras es un excelente ejemplo. Por ejemplo, una tablilla de arcilla aún más antigua, del 1750 a. C., registra la historia de un cliente babilónico decepcionado al que le enviaron mineral de cobre de baja calidad; de hecho, es la carta de queja más antigua de la historia.
Fuente: ZME Science.