Un equipo de geólogos, paleontólogos y especialistas en estudios de fauna de mamuts, afiliados a varias instituciones en Rusia, ha encontrado evidencia de que un rinoceronte lanudo encontrado en el hielo siberiano en 2020 tenía una joroba de grasa en el cuello. Sus hallazgos se publican en Quaternary Science Reviews.
Los dibujos rupestres realizados por personas antiguas en partes de Europa y Rusia representan ejemplos del antiguo rinoceronte lanudo, una especie extinta de rinoceronte que estaba lejanamente relacionada con el rinoceronte moderno. Pero los investigadores han quedado perplejos por la joroba dibujada en el cuello de la criatura. Los huesos y los restos momificados de rinocerontes lanudos nunca mostraron ningún signo de joroba.
Por lo tanto, a pesar de la aparente precisión de otros animales dibujados en las mismas paredes, los científicos tenían dudas. Tales dudas, al parecer, tendrán que ser despejadas, ya que el espécimen de rinoceronte lanudo encontrado en 2020 definitivamente tenía una joroba. Los investigadores señalan que las jorobas son comunes en las criaturas que viven en lugares fríos: la grasa que las constituye puede servir como fuente de energía durante los duros inviernos, cuando hace frío y es difícil encontrar comida.
El rinoceronte estudiado por el equipo fue descubierto en 2020, en Yakutia, Siberia, a orillas del río Tirekhtyakh. Había estado guardado en un congelador desde entonces. A los investigadores de este nuevo trabajo se les permitió llevarlo a su laboratorio para estudiarlo. El trabajo implicó un análisis visual y, después de descongelar el espécimen, pudieron estudiarlo más de cerca.
El equipo de investigación encontró evidencia de que el rinoceronte tenía aproximadamente 4 años cuando murió, lo que significa que aún no era un adulto. La datación lo situó en aproximadamente 32.000 años. También observaron que estaba en excepcionalmente buen estado, al menos la mitad. La otra mitad había sido arrancada antes de congelarlo, probablemente por un animal que lo encontró muerto.
El equipo también observó que uno de sus dos cuernos era único, ya que tenía forma de cuchilla y era afilado. Sin embargo, lo más interesante era la joroba, que se elevaba hasta 13 centímetros desde el lugar donde el cuello se unía a los hombros, la primera evidencia física de una joroba en el rinoceronte lanudo.
Fuente: Phys.org.