El inventor de la World Wide Web plantea cambiar los algoritmos para superar la toxicidad de Internet

Política y sociedad

En 1989, Sir Tim Berners-Lee le dio al mundo la World Wide Web, una herramienta que él imaginó como una plataforma para potenciar la creatividad y el intercambio de conocimientos. Hoy, a la edad de 69 años, insta a un replanteamiento global de cómo se está utilizando.

“La toxicidad proviene de los algoritmos [de las redes sociales], y eso se puede cambiar”, dijo Berners-Lee a Euronews Next en la Web Summit en Lisboa.

El creador de la World Wide Web no estaba allí para lamentar en qué se ha convertido su invento, sino para llamar a la acción. El problema, insiste, no es la naturaleza humana, sino los sistemas que impulsan lo que vemos, hacemos clic y compartimos.

Su mensaje es claro: los problemas de la Web no son insuperables. Se derivan de decisiones de diseño que priorizan atraer más visitas al contenido (lo que, a su vez, genera ingresos) en lugar de fomentar un discurso honesto.

Algoritmos y responsabilidad
Según Berners-Lee, los algoritmos son los responsables de amplificar los peores aspectos del comportamiento humano en línea. Un simple ajuste de código, sostiene, podría cambiar radicalmente el funcionamiento de las plataformas de redes sociales.

“¿Deberíamos culpar a la persona que escribió [el mensaje]? Bueno, tal vez, pero en realidad es una pequeña parte del ecosistema”.

“Tal vez deberíamos culpar al hecho de que el algoritmo mostró ese tuit a dos millones de personas”, explicó. “La razón por la que lo viste no es que el mundo sea tóxico, sino porque eso te hará hacer clic”.

Berners-Lee tiene muchas razones para estar enojado por el sórdido estado de la web abierta. Pero aún peor es el basurero que llamamos redes sociales. Observó con desesperación cómo su plataforma abierta se transformaba en un patio de recreo para la desinformación, la polarización y la explotación corporativa.

Esta observación surge en medio de una creciente evidencia del daño causado por los algoritmos de las redes sociales. A principios de este año, la plataforma X de Elon Musk (antes Twitter) amplificó el contenido pro-Trump. Un estudio del University College de Londres descubrió que los algoritmos ayudaron a difundir material misógino extremo en la cultura juvenil, ejemplificado por el ascenso a la fama del proxeneta digital confeso Andrew Tate y otros como él.

Los investigadores del MIT han descubierto que las noticias falsas pueden propagarse hasta diez veces más rápido que las verdaderas en las redes sociales. Y cuando las publicaciones explosivas y desinformativas se vuelven virales, sus correcciones nunca son tan vistas o creídas.

Para las corporaciones tecnológicas más grandes, esta amplificación no es accidental: es intencional y rentable. “Las publicaciones impactantes en las redes sociales no solo sorprenden; recaudan capital”, dijo Berners-Lee.

Pero, ¿cuál es su solución? Empoderar a los programadores para que diseñen sistemas más saludables y constructivos.

Lo que está en juego, advirtió, es mucho. “Si un algoritmo realmente polariza a las personas y se puede demostrar matemáticamente que lo hace, entonces se puede regular”.

Una visión revisitada
Cuando Berners-Lee imaginó por primera vez la Web hace 35 años, la vio como una plataforma neutral para la colaboración y la innovación. Debía ser un lugar donde las ideas pudieran fluir libremente y la creatividad pudiera florecer. En una entrevista con Vanity Fair en 2018, reflexionó sobre el estado de la Web: “Demostramos que la Web había fracasado en lugar de servir a la humanidad, como se suponía que debía haber hecho”.

A pesar de sus frustraciones, Berners-Lee (que nunca ganó un centavo haciendo que Internet fuera accesible a las masas) sigue teniendo esperanza. Cree que la Web todavía es inmensamente prometedora. “Gran parte de ella es como la imaginé”, dijo, destacando su papel en la educación y la creatividad. Pero también reconoce los riesgos, especialmente para los jóvenes que navegan en un mundo digital lleno de desinformación y presiones sociales. “Tenemos que encontrar formas de darles a sus hijos un teléfono que responda a todas las cosas buenas pero bloquee todas las cosas que polarizan a la sociedad”.

Berners-Lee, que buscaba una solución a los problemas de la Web, lanzó un proyecto llamado Solid. En línea desde 2016, Solid es una plataforma descentralizada diseñada para dar a las personas el control sobre sus datos. En lugar de almacenar información personal en innumerables aplicaciones y sitios web, los usuarios pueden almacenarla en “Pods” privados, a los que solo pueden acceder en sus términos. “Podemos recuperar el valor que se ha perdido y restaurar el control sobre los datos personales”, explicó.

A través de su empresa, Inrupt, Berners-Lee está trabajando para integrar Solid en sistemas de todo el mundo. La tecnología ya se ha adoptado en partes de Bélgica y parece prometedora como modelo para la gestión de la identidad digital.

Sin embargo, la misión más amplia de Berners-Lee se extiende más allá de la tecnología. Quiere preservar las raíces democráticas de la Web. “Para las personas que quieren asegurarse de que la Web sirva a la humanidad, tenemos que preocuparnos por lo que la gente está construyendo sobre ella”, dijo a Vanity Fair. Su defensa se centra en combatir la centralización, proteger los derechos humanos y garantizar que la Web siga siendo una fuerza para el bien.

Un legado amenazado
Al reflexionar sobre la trayectoria de la Web, Berners-Lee compara su potencial con el de otras tecnologías transformadoras. Al igual que la energía atómica, la Web no es intrínsecamente buena ni mala; su impacto depende de cómo se la utilice. La centralización de plataformas como Facebook y Google, afirma, ha dado lugar a “un fenómeno emergente a gran escala que es antihumano”.

Pero Berners-Lee no se da por vencido. Para el hombre que creó la World Wide Web, la lucha por salvarla es personal. “Mi gran impulso siempre ha sido el empoderamiento de los seres humanos, de las personas”, dijo. “La tecnología debería funcionar para ti”.

Tres décadas después de su creación, la Web se encuentra en una encrucijada. Con líderes como Berners-Lee impulsando el cambio, su futuro sigue sin escribirse.

Fuente: ZME Science.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *