Las vacas lecheras de las cárceles están ayudando a transformar las vidas de los prisioneros

Política y sociedad

Por: Libby Payne

Las prisiones y el sistema judicial suelen ser noticia por cuestiones como el hacinamiento o las sentencias, pero hay un lado más silencioso y transformador de la vida tras las rejas al que rara vez se le presta atención. Si bien los programas de conducta delictiva están bien establecidos en las prisiones, la investigación que mis colegas y yo hemos realizado se ha centrado en el potencial rehabilitador de un aspecto muy diferente de la vida en prisión: el trabajo en una granja lechera en prisión.

En HMP Prescoed, una prisión abierta cerca de Usk en el sureste de Gales, los presos se ensucian las manos en Cilgwri Farm, una explotación lechera en pleno funcionamiento. Aquí, los presos ayudan a gestionar un gran rebaño de vacas lecheras y sus terneros, aprendiendo no solo habilidades agrícolas esenciales sino, quizás más importante, cómo cuidar y conectar de maneras que muchos tal vez nunca hayan experimentado antes.

Nuestras entrevistas con el personal de la prisión sugirieron que trabajar con un rebaño lechero podría ayudar a los hombres a alejarse del delito. Trabajar con vacas no se trata solo de ordeñar y alimentar. También se trata de trabajo en equipo, confianza y cuidado. Descubrimos que las relaciones entre el personal de la granja y los prisioneros eran una parte importante de la experiencia positiva de quienes trabajaban en la granja.

Los miembros del personal mostraron a los prisioneros cómo cuidar a las vacas. Para algunos de los hombres, esta era la primera vez que les mostraban cómo cuidar algo y cómo lidiar con sus sentimientos cuando las vacas enfermaban o morían.

El personal notó que fuera de la granja y fuera del trabajo, los prisioneros comenzaron a apoyarse entre sí con otras actividades como leer y escribir. Como cualquier otra “familia”, este grupo de personas tuvo que aprender a comunicarse de manera efectiva entre sí. Esto pareció ser más fácil debido a su interés compartido y el cuidado de las vacas. Era un sentido de comunidad que muchos no habían experimentado antes.

Compañeros de vacas
Se han realizado muchas investigaciones sobre animales de compañía, como perros, con personas en prisión. Gran parte de este trabajo se ha basado en comprender los efectos y beneficios de un vínculo entre humanos y animales de compañía.

Pero el trabajo con animales de granja en prisión no se había analizado en profundidad. Esto planteó la cuestión de si los presos que trabajaban con animales de granja podían desarrollar un sentido de cuidado y empatía por ellos similar al que se observaba con los animales de compañía de la prisión.

A pesar de su tamaño y su peligro potencial, los presos formaron fuertes vínculos con las vacas lecheras. Las vacas eran tratadas como mascotas, se les ponía un nombre, se las mimaba y se las cuidaba. Algunos presos incluso pedían fotos de su vaca favorita para llevárselas cuando salieran.

El trabajo empezaba a las 5:30 de la mañana y continuaba hasta bien entrada la noche. Los presos también estaban encantados de ayudar al personal a traer al mundo un ternero en mitad de la noche, por ejemplo, o de hacer un trabajo extra cuidando animales enfermos.

Todos los participantes en nuestro estudio describieron sus observaciones sobre el impacto terapéutico del trabajo lechero en prisión. Las vacas estresadas producen menos leche, por lo que los hombres tuvieron que aprender, con el apoyo del personal, a comportarse con calma a su alrededor.

Pero no fueron solo las vacas las que se beneficiaron. Estar en contacto diario con las vacas parecía relajar y calmar a los hombres. Les ayudó a lidiar con sentimientos de ira y tristeza, lecciones cruciales para la rehabilitación.

¿Cómo puede esto ayudar a reducir el crimen?
Independientemente de las diferentes opiniones sobre el delito, el castigo y la condena, los trabajadores de la explotación lechera de la prisión volverán a la comunidad en algún momento. Por lo tanto, la granja podría ser más que una buena oportunidad de empleo. Podría ser un espacio para que los presos aprendan a recibir y dar compasión.

El cuidado de las vacas puede ayudar a reactivar una parte de ellos que había estado reprimida durante mucho tiempo. La sensación de ser valorados, no solo como prisioneros sino como trabajadores de la granja, también puede ayudar a alejar su identidad del delito. Aprender a controlar el comportamiento y las emociones y a comunicarse mejor también es crucial para una rehabilitación exitosa.

Nuestra investigación en esta esfera continúa, aunque nuestros hallazgos iniciales son prometedores. Tal vez la clave para reducir la reincidencia no resida solo en programas entre rejas, sino también en conectarse con algo más allá de uno mismo, ya sea otra persona o un rebaño de vacas.

Este artículo es una traducción de otro publicado en The Conversation. Puedes leer el texto original haciendo clic aquí.

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