Los osos pardos hacen más que acumular reservas de grasa mientras se dan un festín de arándanos cada verano en las Montañas Rocosas canadienses: desempeñan un papel vital en la ecología vegetal. Un estudio dirigido por investigadores de los campus de Vancouver y Okanagan de la Universidad de Columbia Británica, publicado en PLOS ONE, revela la importancia ecológica de los osos como dispersores de semillas a larga distancia.
“Los osos no solo comen arándanos, sino que los ayudan a crecer en nuevos lugares”, dice la investigadora principal Aza Fynley Kuijt, de la Facultad de Silvicultura de la UBC.
“Nuestros hallazgos muestran que esta relación mutua es crucial para ambas especies, especialmente a medida que el cambio climático cambia los hábitats adecuados para los arándanos”.
El estudio se centra en cómo la digestión de los osos mejora la germinación de los arándanos y esparce las semillas en áreas extensas, un proceso llamado endozoocoria. Los investigadores descubrieron que las semillas consumidas y defecadas por los osos tenían tasas de germinación significativamente más altas (hasta un 28,5%) en comparación con las semillas que se dejaban dentro de las bayas intactas (0,2%). El factor clave es la eliminación de los inhibidores de germinación en la pulpa de la baya durante la digestión. Utilizando datos de GPS de 74 osos pardos con collar, el estudio estimó que los osos dispersan el 50% de las semillas consumidas al menos a un kilómetro de sus sitios de alimentación, con distancias máximas potenciales de hasta siete kilómetros.
Este movimiento crea una “sombra de semillas” que cubre áreas tan grandes como 149 kilómetros cuadrados, lo que permite que los arándanos se expandan a nuevos territorios. Las implicaciones son significativas. Los arándanos son una fuente clave de alimento para los osos, ya que proporcionan energía esencial a fines del verano.
A su vez, los osos ayudan a los arándanos a adaptarse a los cambios climáticos dispersando las semillas en hábitats nuevos, potencialmente más adecuados. Sin embargo, las actividades humanas como el desarrollo urbano, la extracción de recursos y el aumento de la recreación en los hábitats de los osos pueden afectar esta asociación ecológica crítica.
El estudio subraya la intrincada relación entre los grandes mamíferos móviles y el alimento que comen. Alterar la relación oso-arándano podría tener efectos secundarios en ambas especies y en el ecosistema en general.
“La conservación de la vida silvestre no consiste sólo en proteger a determinadas especies, sino en cuidar los procesos y las relaciones ecológicas. Como demostramos aquí, cuidar de los osos pardos y de los corredores de movimiento también puede ayudar a los arándanos, que tanto las personas como los osos adoran”, añade Clayton Lamb, coautor y biólogo de la UBC Okanagan.
Fuente: Phys.org.