A la sombra de las históricas murallas de York, un antiguo esqueleto romano ha revelado un secreto asombroso: la herencia escandinava es anterior a los vikingos y anglosajones en Gran Bretaña. Mucho antes de que los legendarios barcos atracaran en estas costas, la gente del extremo norte de Europa ya había dejado su huella.
Esta revelación surgió recientemente de un nuevo estudio que utilizó un análisis avanzado de ADN para explorar las migraciones en toda Europa durante el primer milenio. Entre los restos desenterrados en un cementerio romano en York, se destacó un individuo: un hombre que vivió entre los siglos II y IV, posiblemente un soldado o incluso un gladiador. Sorprendentemente, el 25% de su ADN se remonta a la Escandinavia de la Edad de Hierro.
Sangre escandinava en la Gran Bretaña romana: siglos antes de los vikingos
El estudio amplía los límites de lo que sabemos sobre los patrones de migración en la antigua Europa. Utilizando una novedosa técnica de análisis genético llamada Twigstats, los investigadores examinaron más de 1.500 genomas de europeos del primer milenio. En lugar de centrarse en todas las diferencias genéticas, el método se centra en mutaciones relativamente recientes, lo que proporciona información sin precedentes sobre el movimiento de las poblaciones. ¿El resultado? Un aumento de diez veces en la resolución para rastrear la ascendencia.
El trabajo de los científicos ofrece una mirada sin precedentes a las migraciones, mezclas y desapariciones de linajes genéticos en toda Europa entre el 500 a. C. y el 1000 d. C.
“Esto documenta que las personas con ascendencia relacionada con los escandinavos ya estaban en Gran Bretaña antes del siglo V”, señaló el estudio, arrojando nueva luz sobre las migraciones que dieron forma al continente.
El Dr. Leo Speidel, primer autor del estudio y líder del grupo en Riken, un instituto nacional de investigación científica en Japón, describió los hallazgos como un gran avance. “La ascendencia que pensábamos que llegaría [con] los anglosajones tal vez en algunas partes ya estaba allí”, dijo a The Guardian.
La investigación reveló dos corrientes significativas de ascendencia similar a la escandinava que surgieron en toda Europa durante los primeros siglos de nuestra era. Uno se trasladó hacia el oeste, el otro hacia el este, mezclándose con poblaciones locales de Alemania, Polonia y Hungría. Esta huella genética se alinea de manera intrigante con la expansión de los godos y otras tribus germánicas documentadas en las historias romanas.
Pero la era vikinga (750-1050 d. C.) trajo un giro. El equipo descubrió que hacia el siglo VIII, una ola de ascendencia centroeuropea había llegado a Escandinavia. Esta afluencia transformó el paisaje genético de los nórdicos, cuyas incursiones marítimas pronto se extenderían por todo el continente.
Estos hallazgos desafían la idea de una población vikinga homogénea. Eran un grupo genéticamente diverso, moldeado por siglos de migración. Incluso culturalmente, no podemos hablar de un solo pueblo vikingo. Hablaban diferentes idiomas y estaban organizados en cientos de “pequeños reinos”, generalmente dirigidos por un señor de la guerra local. No fue hasta la época de Harald Fairhair, por ejemplo, que Noruega se unificó bajo un solo gobernante alrededor del año 885.
Reescribiendo los márgenes de la historia
El cementerio romano de York, donde se encontró el esqueleto vinculado a Escandinavia, ahora está ayudando a los científicos a descubrir la historia perdida gracias al ADN. Excavado hace décadas, el sitio reveló 56 esqueletos, 30 de ellos varones adultos decapitados, un duro recordatorio de la violencia de la Gran Bretaña romana. La evidencia genética insufla nueva vida a estos restos, vinculando sus historias a una vasta red entrelazada de migraciones antiguas.
El Dr. Pontus Skoglund del Instituto Francis Crick enfatizó la importancia del ADN antiguo para descubrir historias no contadas: “La idea es que ahora podemos investigar la historia con ADN antiguo”, dijo a The Guardian.
Los hallazgos del estudio también replantean nuestra comprensión de la Era Vikinga. No fue simplemente un período de expansión hacia el exterior sino la culminación de siglos de migración e intercambio. La diversidad genética de los vikingos, observada durante mucho tiempo pero poco comprendida, ahora tiene un origen más claro. “Anteriormente, la gente había notado que eran relativamente diversos, pero era un poco difícil saber por qué”, explicó Speidel. “La explicación principal era que estos vikingos iban a lugares y luego traían gente, tal vez”.
Esta investigación también arroja una mirada crítica sobre las fuentes históricas, a menudo sesgadas o incompletas. Como señaló Peter Heather, coautor y profesor de historia medieval en el King’s College de Londres, para The Times, “la naturaleza, la escala e incluso las trayectorias de los movimientos siempre han sido muy discutidas. Twigstats abre la emocionante posibilidad de resolver finalmente estas preguntas cruciales”.
Conectando el pasado y el presente
El descubrimiento de ascendencia escandinava en la Gran Bretaña romana desafía las narrativas arraigadas sobre los orígenes de la Europa moderna y resalta la complejidad de la migración humana. Durante siglos, la influencia escandinava en Gran Bretaña ha estado vinculada a los vikingos. Este estudio retrotrae la línea de tiempo cientos de años.
Desde las ventosas costas de Escandinavia hasta las bulliciosas ciudades de la Britania romana, la gente siempre se ha desplazado, trayendo consigo su cultura, su lengua y sus genes. Este movimiento, mucho antes de que la historia escrita lo registrara, dio forma al mundo que habitamos hoy.
Los hallazgos aparecieron en la revista Nature.
Fuente: ZME Science.