Al conducir por la carretera Oregón 18 en otoño, cerca del kilómetro 25, los viajeros pueden encontrarse con una imagen inesperada: una cara sonriente entre los árboles. Este alegre emblema, situado entre las localidades de Grand Ronde y Willamina, no es un fenómeno natural, sino una obra maestra de la silvicultura diseñada con ingenio.
Con un diámetro de 91 metros, la cara sonríe radiantemente desde la ladera cada otoño, con los ojos y la boca de un verde intenso rodeados de amarillo dorado. ¿El secreto? Una combinación de abetos de Douglas y alerces plantados precisamente para crear la ilusión.
Un bosque con sentido del humor
La cara fue una idea original de David Hampton, copropietario de Hampton Lumber, y Dennis Creel, el entonces director de tierras forestales de la empresa. En 2011, ambos colaboraron para darle vida a esta idea extravagante.
“Después de cada cosecha, nuestros forestales empiezan a planificar el proceso de reforestación”, afirmó Kristin Rasmussen, portavoz de Hampton Lumber. “Normalmente plantan una variedad de especies nativas según la altitud y las condiciones del suelo, incluyendo abeto Douglas, cicuta occidental, abeto noble y cedro rojo occidental”.
Para la carita sonriente, el abeto Douglas compuso los detalles verdes perennes (los ojos y la boca), mientras que los alerces proporcionaron el fondo amarillo intenso. El alerce, a diferencia de la mayoría de las coníferas, pierde sus agujas en otoño, lo que le da a la carita sonriente su encanto estacional.
Plantación de precisión: el arte detrás de la sonrisa
Crear el diseño no fue una tarea fácil. Los equipos de plantación utilizaron cuerdas para marcar el círculo y triangularon cuidadosamente las posiciones de los ojos y la boca. Cada especie de árbol se plantó en su lugar específico para garantizar que el diseño surgiera claramente cuando el alerce se volviera amarillo en otoño.
El resultado es un espectáculo visible solo en otoño, cuando las agujas del alerce adquieren su característico tono dorado antes de caer para el invierno. Este espectáculo estacional iluminará el paisaje durante décadas.
“Los transeúntes podrán ver la cara sonriente cada otoño durante los próximos 30 a 50 años”, dijo Rasmussen a The Oregonian. Después de eso, los árboles serán talados y procesados para convertirlos en madera en los aserraderos cercanos de Hampton.
Los líderes de Hampton Lumber vieron el diseño como una forma divertida de conectarse con la comunidad. La cara sonriente también sirve como recordatorio de las prácticas forestales sostenibles. Cada cosecha es seguida por un cuidadoso proceso de replantación, lo que garantiza que el bosque continúe prosperando.
Al combinar el arte con la silvicultura, el equipo ha creado más que un paisaje sostenible. Han construido un símbolo de alegría, visible para cualquiera que pase por allí.
Fuente: ZME Science.