Terraformar Marte ha sido el sueño a largo plazo de los entusiastas de la colonización durante décadas. Pero cuando uno empieza a comprender la física real de lo que sería necesario para lograrlo, el esfuerzo parece cada vez más inalcanzable.
Representaciones como las de la Trilogía de Marte de Kim Stanley Robinson son extremadamente irreales considerando la enorme cantidad de material que debe trasladarse al Planeta Rojo para lograr condiciones remotamente similares a las de la Tierra. Esa es la conclusión de un resumen presentado en la 56.ª Conferencia de Ciencias Lunares y Planetarias por Leszek Czechowski, de la Academia Polaca de Ciencias.
El artículo, titulado “Problemas energéticos de la terraformación de Marte“, aborda la realidad de lo que se necesitaría en términos de gas para que Marte alcance un nivel de presión aceptable. Como señala el Dr. Czechowski, el agua dentro del cuerpo humano comenzaría a hervir inmediatamente a la presión actual de Marte, lo que significa que todos los habitantes del planeta tendrían que usar un traje presurizado.
Sin embargo, ciertos lugares del planeta están más cerca de alcanzar el nivel de presión, estimado en aproximadamente una décima parte de la presión atmosférica terrestre, donde el agua solo herviría a 50°C, ligeramente por encima de la temperatura corporal típica. Al menos, hay que empezar por algún sitio.
El lugar más cercano a esa presión actualmente en Marte está en Hellas Planitia, la “tierra baja” de Marte, donde la presión promedio es aproximadamente 1/100 de la del nivel del mar en la Tierra, y solo 1/10 de la cantidad necesaria para garantizar que una persona no muera inmediatamente si su piel queda expuesta a la atmósfera. Aunque el Dr. Czechowski menciona varios otros escenarios, como llevar la presión atmosférica promedio del planeta hasta el nivel del mar en la Tierra, la cantidad total de atmósfera que sería necesario transportar es un orden de magnitud mayor, lo que ya es extremadamente costoso en términos de la energía requerida para lograr ese aumento.
¿De dónde sacaríamos todo este material para la atmósfera? Pues del Cinturón de Kuiper, claro. O al menos esa es la conclusión del Dr. Czechowski.
Analizó la posibilidad de utilizar asteroides del cinturón principal, que tiene la ventaja de estar relativamente cerca de Marte. Sin embargo, carecen de suficiente agua y nitrógeno para contribuir a la formación de una atmósfera similar a la terrestre. La Nube de Oort, el gigantesco disco, por ahora teórico, que contiene miles de millones de cuerpos helados, tiene material más que suficiente para abastecer la atmósfera de Marte.
Sin embargo, después de algunos cálculos breves, el Dr. Czechowski se dio cuenta de que se necesitarían 15.000 años para que un objeto de la Nube de Oort de tamaño razonable se acercara lo suficiente a Marte para tener un impacto material en su atmósfera. Impacto también es la palabra óptima, ya que el modelo que describen estos cálculos estrella el pequeño cuerpo contra Marte, liberando así tanto su material como una cantidad suficiente de energía que ayuda a calentar el planeta.
Los objetos del cinturón de Kuiper parecen ser los más adecuados para esto, ya que contienen mucha agua y, teóricamente, podrían ser traídos a Marte en décadas en lugar de milenios. Sin embargo, también son muy impredecibles al acercarse al Sol. Podrían desintegrarse, desperdiciando parte de su material en el Sistema Solar interior, especialmente si la técnica empleada para enviarlos a dicho sistema implica asistencia gravitatoria. Dicha maniobra podría desintegrar estas bolas de hielo y roca, relativamente poco unidas.
La conclusión final del Dr. Czechowski es simple: al menos en teoría, podemos obtener suficiente material para aumentar drásticamente la presión atmosférica de Marte hasta un punto en que sea tolerable para los humanos, o al menos hasta un punto en que no mueran inmediatamente cuando se exponen a ella. Sin embargo, para ello sería necesario estrellar contra él un cuerpo helado considerable del Cinturón de Kuiper. Para ello, los ingenieros tendrían que diseñar un sistema de propulsión que no dependiera de la gravedad para dirigir el cuerpo helado.
En la conclusión de su artículo, el Dr. Czechowski sugiere un reactor de fusión que alimente un motor de iones, pero no proporciona muchos detalles sobre cómo sería ese sistema. Podría haber otros métodos para terraformar Marte que impliquen bioingeniería, pero aún así requerirían una cantidad absurda de energía, como analiza Fraser.
Dados los requisitos tecnológicos necesarios para hacer realidad esa visión, parece que estamos muy lejos de lograrlo. Pero eso no impedirá que los entusiastas de Marte sueñen con un futuro terraformado, incluso si implica golpear el planeta con múltiples rocas de gran tamaño para lograrlo.
Fuente: Science Alert.