La Agencia de Protección Ambiental está avanzando silenciosamente con una propuesta para limitar drásticamente la recopilación de datos sobre las emisiones de gases de efecto invernadero de los contaminadores en todo el país. El cambio, ordenado por un funcionario designado por Trump, pondría fin a un programa de larga data que rastrea las emisiones de miles de instalaciones, incluidas plantas de energía, refinerías de petróleo y fabricantes de cemento, y dificultaría el monitoreo de la contribución del país al calentamiento global.
“Esto reduciría el detalle y la precisión de los informes estadounidenses sobre las emisiones de gases de efecto invernadero”, declaró a Pro Publica Michael Gillenwater, director ejecutivo del Instituto de Gestión de Gases de Efecto Invernadero. “Esto también dificultaría la implementación de políticas climáticas en el futuro”.
Barrer el CO2 debajo de la alfombra
Desde 2010, el Programa de Informes de Gases de Efecto Invernadero ha exigido a aproximadamente 8.000 grandes instalaciones que presenten datos anuales de emisiones. Estos registros constituyen la base del monitoreo climático en Estados Unidos y condicionan las obligaciones internacionales de presentación de informes.
Ahora, los funcionarios de la EPA han ordenado al personal que reformule las normas para que solo unas 2300 instalaciones de petróleo y gas sigan presentando informes. Cuarenta de los 41 sectores industriales que actualmente deben presentar datos quedarían excluidos.
“Esto es simplemente esconder la cabeza como el avestruz”, dijo Rachel Cleetus, directora sénior de políticas de la Unión de Científicos Preocupados. “No registrar los datos no hace que la crisis climática sea menos real”.
La agencia no ha respondido a preguntas específicas sobre el futuro del programa. En cambio, emitió una declaración general reafirmando su compromiso con “aire, tierra y agua limpios para TODOS los estadounidenses”.
En un comunicado de prensa del mes pasado, el administrador de la EPA, Lee Zeldin, describió el programa de informes como “engorroso” y costoso. El anuncio coincidió con lo que la agencia denominó el “día de desregulación más trascendental en la historia de Estados Unidos”.
Negocios, clima y consecuencias globales
La propuesta de desmantelamiento podría tener consecuencias de amplio alcance, no sólo para la política climática, sino también para las empresas y la diplomacia internacional.
Muchas empresas utilizan los datos de la EPA para informes de sostenibilidad, actualizaciones para accionistas y el cumplimiento de normativas internacionales. «Si el programa se detiene, todos esos valiosos datos dejarán de generarse», declaró Edwin LaMair, abogado del Fondo de Defensa Ambiental. Los expertos en clima también advierten que la medida podría socavar la cooperación climática global.
“Si Estados Unidos ni siquiera mide ni informa sobre sus propias emisiones, ¿cómo podemos esperar que China, India, Indonesia y otros grandes países en desarrollo en crecimiento hagan lo mismo?”, añadió Andrew Light, ex funcionario de energía estadounidense, en una entrevista con Pro Publica.
Edward Maibach, especialista en comunicación climática de la Universidad George Mason, comparó la medida con apagar un monitor de hospital. «Sería como desconectar el equipo que monitorea las constantes vitales de un paciente grave», dijo.
Los defensores del medio ambiente observan un patrón preocupante. «En resumen, esto es una concesión a los emisores», dijo Cleetus. «Simplemente los exime de toda responsabilidad».
Fuente: ZME Science.