Algunas personas afortunadas tienen mutaciones genéticas raras que les permiten sentirse bien descansadas después de sólo cuatro horas de sueño, mientras que el resto de nosotros necesitamos alrededor de ocho horas para funcionar. Ahora, investigadores han identificado una de estas mutaciones, denominada SIK3-N783Y, en un superdormidor humano. El equipo estudió la mutación en ratones modificados genéticamente y descubrió que los ratones portadores de esta mutación también dormían menos, según un nuevo estudio.
La mutación recién identificada es una de varias que los investigadores han vinculado con patrones de sueño más cortos. Los científicos esperan que, al comprender la genética de las personas que duermen poco por naturaleza, quienes parecen prosperar con menos horas de sueño, puedan desarrollar mejores tratamientos para los trastornos del sueño.
“Nuestros cuerpos siguen trabajando cuando nos acostamos”, desintoxicándose y reparando daños, declaró a Nature Ying-Hui Fu, coautor del estudio y neurocientífico y genetista de la Universidad de California en San Francisco. “Estas personas [que duermen poco por naturaleza], todas estas funciones que nuestro cuerpo realiza mientras dormimos, simplemente pueden realizarlas a un nivel superior al nuestro”.
Los investigadores publicaron sus hallazgos el lunes 5 de mayo en la revista PNAS. Existen diversos efectos negativos asociados a la falta de sueño, desde sentirse perezoso y más olvidadizo hasta un mayor riesgo de problemas cardíacos. La cantidad de sueño que necesitamos varía con la edad, pero la mayoría de los adultos necesitan entre siete y nueve horas cada noche para estar en su mejor momento. Sin embargo, quienes tienen la tendencia natural a dormir poco parecen funcionar bien con menos.
Una persona que duerme poco por naturaleza necesita entre cuatro y seis horas de sueño por noche. No sólo se desarrollan mejor con menos horas de sueño que el resto de la población humana, sino que también tienden a sentirse peor si duermen más de lo habitual, según el estudio.
Estudios previos han identificado cuatro genes asociados con el sueño corto y cinco mutaciones relevantes en ellos. La mutación recién identificada afecta a un quinto gen, Sik3, previamente vinculado con la somnolencia. Los investigadores probaron la mutación administrándola a ratones de laboratorio. Descubrieron que los ratones con la mutación dormían aproximadamente 31 minutos menos que los que no la presentaban, y 54 minutos menos tras un período de privación de sueño, inducido por los investigadores mediante un manejo suave de los ratones, según el estudio.
Los ratones suelen dormir unas 12 horas al día, mucho más que los humanos, por lo que esta nueva reducción del sueño, de hasta 54 minutos, relacionada con la mutación, es menor que la observada en humanos con patrones de sueño naturalmente cortos. Los investigadores observaron que esto podría deberse a que los ratones suelen experimentar un sueño más fragmentado que los humanos, o a la endogamia de su cepa.
Los investigadores aún tienen mucho que aprender sobre la genética de las personas que duermen poco por naturaleza y su superpoder nocturno. Los nuevos hallazgos destacan que Sik3 es una diana terapéutica prometedora que los investigadores pueden explorar en su intento por mejorar la eficiencia y la satisfacción del sueño, según el estudio.
Fuente: Live Science.