La atmósfera de Venus, con temperaturas increíblemente altas, una presión aplastante y una espesa mezcla de dióxido de carbono y ácido sulfúrico, es mortal para los seres humanos, varias veces, pero China tiene planes de penetrar este entorno hostil y traer muestras. Los ambiciosos planes se han elaborado como un esfuerzo conjunto de la Academia de Ciencias de China (CAS), la Administración Espacial Nacional de China (CNSA) y la Oficina de Ingeniería Espacial Tripulada de China (CMSEO).
Se anunciaron el año pasado, con una ventana de lanzamiento tentativa entre 2028 y 2035. Sin embargo, se han dado pocos detalles sobre cómo funcionará la misión o qué se pretende que busque.

Con una diapositiva del programa de la misión compartida recientemente en redes sociales, los planes vuelven a ser noticia. La diapositiva muestra algunos de los objetivos de la misión, que incluyen la búsqueda de señales de vida, la determinación de la evolución del planeta y el análisis de los ciclos atmosféricos.
A pesar de lo inhóspitos que son Venus y su atmósfera, investigaciones recientes sugieren que podría existir vida microbiana en el planeta de alguna forma. Poder tomar muestras directamente de la fuente debería ayudarnos a resolver el debate que se ha mantenido acalorado desde ese polémico artículo.
La nueva diapositiva también menciona un análisis detallado de otro de los grandes misterios de Venus: cómo sus nubes pueden, aparentemente, absorber la radiación ultravioleta, aunque no deberían poder hacerlo. Ya se han publicado varias hipótesis que exploran esta cuestión.
Probablemente también se necesitarán al menos dos naves espaciales. Una permanecerá en órbita alrededor de Venus, mientras que la otra se sumergirá en las intensas condiciones tormentosas de la atmósfera, recogiendo gases y partículas. Tenemos algunas pistas sobre cómo podría funcionar esto, ya que un equipo del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) propuso previamente una misión a la atmósfera de Venus en 2022, aunque finalmente la NASA no la aceptó.

En la propuesta del MIT, un globo resistente a la corrosión y recubierto de teflón habría tenido la tarea de transportar un recipiente recolector a través de las nubes, antes de que ese recipiente fuera enviado nuevamente a órbita y regresado a la Tierra. El beneficio de traer muestras a la Tierra es que podemos llevar a cabo pruebas mucho más sofisticadas en laboratorios científicos que en el propio Venus, pero la brecha de decenas de millones de kilómetros entre los planetas presenta un problema.
De hecho, ya hemos aterrizado en Venus antes: las sondas enviadas por Rusia pasaron un par de horas tomando fotografías antes de desintegrarse, allá por los años 1960, 1970 y 1980. Sin embargo, esas naves espaciales nunca regresaron.
También se han realizado varios sobrevuelos exitosos, y los datos obtenidos en estos viajes serán invaluables para determinar qué tendrá que enfrentar una misión de recolección de muestras de Venus una vez que llegue allí. Incluso si sólo una pequeña muestra de material pudiera ser devuelta, transformaría nuestra comprensión del planeta hermano de la Tierra.
Fuente: Science Alert.