Un nuevo estudio polémico ha descubierto que las personas que viven cerca de campos de golf pueden enfrentar un mayor riesgo de padecer la enfermedad de Parkinson.
Esto no significa que los campos de golf sean la causa directa del Parkinson, pero los autores del estudio, dirigidos por Brittany Krzyzanowski del Instituto Neurológico Barrow en EE. UU., tienen una hipótesis: creen que la proliferación de pesticidas en calles y greens podría estar exponiendo a los residentes cercanos a sustancias químicas tóxicas a través del aire y el agua.
Es una perspectiva aterradora, sin duda, pero expertos independientes de la organización sin fines de lucro Parkinson’s UK, que no participaron en la investigación actual, han calificado estas sospechas de “reduccionistas”. La enfermedad de Parkinson es un trastorno neurológico complejo sin causa conocida y en los últimos años se ha generado un intenso debate sobre si ciertos pesticidas pueden aumentar el riesgo de neurodegeneración.
Los agricultores, por ejemplo, tienden a tener un mayor riesgo de padecer Parkinson, al igual que quienes viven en regiones históricamente industriales. Estudios de laboratorio sugieren que algunos pesticidas y contaminantes del aire pueden ser tóxicos para las neuronas.
Pero si bien las sustancias químicas artificiales pueden ser un factor en la enfermedad de Parkinson, también podría serlo la genética. La evidencia actual no es concluyente.
“Muchos estudios han investigado si los pesticidas aumentan el riesgo de desarrollar Parkinson en diferentes poblaciones alrededor del mundo”, afirma Katherine Fletcher, investigadora principal de Parkinson’s UK.
Los resultados han sido variados, pero en general sugieren que la exposición a pesticidas puede aumentar el riesgo de padecer la enfermedad. Sin embargo, la evidencia no es lo suficientemente sólida como para demostrar que la exposición a pesticidas cause directamente el párkinson.
La investigación más reciente de Krzyzanowski y sus colegas de la Clínica Mayo, la Universidad de Rochester y la Universidad de Kansas se suma al debate. Su estudio basado en la población comparó 419 casos de Parkinson con 5.113 individuos sanos, emparejados por sexo, edad y datos demográficos. Después de ajustar varias características del vecindario, el equipo descubrió que vivir a 1,6 kilómetros de un campo de golf estaba asociado con un riesgo 126% mayor de desarrollar Parkinson, en comparación con aquellos que vivían a casi 10 kilómetros de distancia.
Es más, se descubrió que las personas que viven en áreas de servicio de agua que contienen un campo de golf tienen casi el doble de probabilidades de desarrollar Parkinson en comparación con las personas que viven en áreas sin golf. Estas correlaciones han llevado a Krzyzanowski y sus colegas a argumentar que los campos de golf son un posible factor de riesgo para la enfermedad de Parkinson y que los pesticidas en el aire y en las aguas subterráneas pueden contribuir a ese riesgo.
“Las políticas de salud pública para reducir el riesgo de contaminación de las aguas subterráneas y la exposición atmosférica a pesticidas en los campos de golf pueden ayudar a reducir el riesgo de enfermedad de Parkinson en los vecindarios cercanos”, argumentan Krzyzanowski y su equipo.
Pero Fletcher y su colega, David Dexter, de Parkinson’s UK, no están convencidos. El nuevo estudio nunca analizó la contaminación de las aguas subterráneas cerca de los campos de golf ni los contaminantes del aire, ni tampoco controlaron adecuadamente otras fuentes de contaminación atmosférica urbana, como la generada por el tráfico rodado. Es más, los datos sobre pesticidas en las aguas subterráneas alrededor de los campos de golf son limitados, y un estudio de 2024 concluyó que los pesticidas transportados por el aire suponen una “preocupación limitada” para los golfistas, incluso después de jugar en un campo de 18 hoyos rociado deliberadamente con productos químicos.
“El Parkinson comienza en el cerebro entre 10 y 15 años antes del diagnóstico, y el estudio no sólo utilizó sujetos que vivían permanentemente en la zona”, añade Dexter en un comentario independiente.
“Esto no solo afectaría la exposición de los participantes, sino que también sugiere que su Parkinson podría haber comenzado antes de que se movieran por un campo de golf”.
La investigación actual aumenta las preocupaciones recientes sobre los pesticidas, pero no es un éxito rotundo. Los investigadores tendrán que realizar muchos más intentos para demostrar que los pesticidas de los campos de golf se filtran a las aguas subterráneas y aumentan el riesgo de Parkinson para quienes viven en las cercanías.
El estudio fue publicado en JAMA Network Open.
Fuente: Science Alert.