En los confines de nuestro sistema solar, más allá del alcance de Neptuno e incluso más allá de la gélida extensión del dominio de Plutón, un nuevo mundo helado ha emergido de las sombras. No se trata de una nueva Tierra ni del mítico Planeta Nueve, pero su descubrimiento es un duro recordatorio: el sistema solar está lejos de estar completamente cartografiado.
El objeto, llamado 2017 OF201, es un planeta menor, uno de los más grandes descubiertos en casi una década. Con un ancho estimado de 700 kilómetros, es probable que sea lo suficientemente grande como para considerarse un planeta enano. Sin embargo, su órbita es lo que realmente lo distingue.
Un descubrimiento de los archivos
El objeto fue detectado por primera vez no en tiempo real, sino en los restos digitales de estudios celestes anteriores. Sihao Cheng, investigador del Instituto de Estudios Avanzados de Princeton, dirigió el equipo que descubrió 2017 OF201. Al analizar imágenes de telescopios como la Cámara de Energía Oscura y el Telescopio Canadá-Francia-Hawái, Cheng y sus colegas Jiaxuan Li y Eritas Yang rastrearon un movimiento lento y deliberado, demasiado lento para un asteroide cercano, demasiado constante para ser una casualidad.
“Quedó bastante claro que corresponden a un único objeto en movimiento que tiene una órbita extremadamente amplia y excéntrica”, escribieron los autores en su artículo recientemente publicado en arXiv.
Encontraron 19 imágenes separadas de 2017 OF201 que abarcan siete años, de 2011 a 2018. Con ellas, trazaron su órbita con asombroso detalle.
Cartografiaron un viaje de casi 25.000 años alrededor del Sol. Su punto más cercano, o perihelio, se encuentra a unas 45 veces la distancia de la Tierra al Sol, aproximadamente la misma que la de Plutón. Pero en su punto más lejano, recorre una distancia más de 1.600 veces mayor que la de la Tierra. Por lo tanto, tiene una órbita muy elíptica.
Un desafío al Planeta Nueve
Esta órbita sitúa a 2017 OF201 entre una clase de objetos conocidos como objetos transneptunianos extremos (ETNO). Estos son cuerpos helados tan lejanos y de movimiento lento que apenas parecen estar unidos al Sol.
Pero a diferencia de otros ETNO, 2017 OF201 no sigue el patrón habitual. Muchos de sus primos lejanos parecen agruparse en el espacio, con sus órbitas misteriosamente alineadas, como guiadas por una fuerza invisible. Esta curiosa disposición ha llevado a algunos astrónomos a sugerir la presencia de un planeta aún no descubierto, a menudo denominado Planeta Nueve.

“Cabe destacar que la longitud del perihelio de 2017 OF201 se encuentra muy por encima de la agrupación observada en objetos transneptunianos extremos”, escriben Cheng y su equipo. “Esto podría cuestionar la hipótesis del Planeta Nueve”.
En las simulaciones, fueron más allá. Al insertar un Planeta Nueve teórico en sus modelos, 2017 OF201 fue expulsado por completo del sistema solar, un resultado que pone en duda la existencia de dicho planeta en la forma propuesta actualmente.
Más grande de lo que parece
A pesar de su lejanía, 2017 OF201 es inusualmente brillante. Esto, sumado a su tamaño estimado, sugiere que podría ser redondo, es decir, formado por su propia gravedad hasta formar una esfera. De ser así, se considera un planeta enano, uniéndose a una clase que incluye a Plutón, Eris y Haumea.
Basándose en su brillo y una reflectividad estimada, el equipo estima su diámetro en 700 kilómetros. Esto equivale aproximadamente a un tercio del tamaño de Plutón, pero casi tan grande como Ceres, el objeto más grande del cinturón de asteroides.
Y no está solo, afirma Cheng. Dado que 2017 OF201 solo es visible durante aproximadamente el 0,5% de su órbita, su descubrimiento sugiere una vasta población oculta de objetos similares. De ser así, la masa total de este grupo distante podría ser el 1% de la de la Tierra, comparable a todo el Cinturón de Kuiper conocido.
¿De dónde vino?
Los científicos creen que el viaje de este objeto comenzó con un pequeño empujón de Neptuno. Es posible que alguna vez orbitara más cerca del Sol, solo para ser lanzado hacia afuera por impulsos gravitacionales. A medida que se alejaba, la sutil atracción de las fuerzas de marea de la Vía Láctea —sí, la galaxia misma— elevó gradualmente su trayectoria, desprendiéndolo de la región planetaria y conduciéndolo a su actual y solitaria órbita.
“La última vez que 2017 OF201 pasó cerca de nosotros fue en noviembre de 1930”, escribieron los investigadores, “y volverá dentro de unos 25.000 años”.
Esa fecha está llena de coincidencias. Plutón se descubrió ese mismo año. Y el Instituto de Estudios Avanzados, donde Cheng trabaja ahora, se fundó ese mismo año. Algunos ritmos celestiales, al parecer, se manifiestan a lo largo de las generaciones humanas.
Los márgenes aún guardan secretos
El descubrimiento de 2017 OF201 es un triunfo de la investigación de datos. Al reutilizar datos de telescopios destinados a galaxias distantes, el equipo de Cheng ha revelado un nuevo capítulo en la historia de nuestro sistema solar.
Por ahora, 2017 OF201 se desplaza lentamente por el vacío, como un antiguo iceberg orbitando en un remanso cósmico. Pero su descubrimiento nos acerca un poco más a la comprensión de los confines de nuestra familia planetaria y nos recuerda que, incluso en el siglo XXI, nuestro sistema solar aún guarda sorpresas.
Fuente: ZME Science.