Investigadores en Canadá han descubierto que la ansiedad podría ser una señal de advertencia clave de que un gato corre el riesgo de desarrollar una enfermedad conocida como cistitis idiopática felina (CIF). Al ser idiopática, la causa de la CIF es actualmente un misterio. Sin embargo, el descubrimiento de un mayor nerviosismo en gatitos con formas recurrentes de la afección podría ser la evidencia que los científicos necesitan para comprender la patología y sus desencadenantes.
Los síntomas de la CIF tienden a ser similares a los de una infección típica del tracto urinario inferior. Los gatos afectados pueden esforzarse para orinar, orinar en pequeñas cantidades con mayor frecuencia o expresar su incomodidad al usar la caja de arena. En casos más graves, la orina puede incluso contener sangre.
Sin embargo, a diferencia de las infecciones bacterianas, las muestras de orina de gatos con CIF son estériles. Los veterinarios suelen descartar infecciones y otras causas antes de considerar la CIF como posible causa.
Aproximadamente la mitad de los gatos que tienen la mala suerte de recibir un diagnóstico volverán a padecer la enfermedad en algún momento de su vida. Y dado que uno de cada cinco gatos con CIF recurrente finalmente es sacrificado por sus dueños, una forma de distinguir la enfermedad de otras afecciones podría contribuir en gran medida a evitar que nuestros queridos gatos sufran dolor constante.

“Algunos gatos terminan siendo sacrificados por esta causa”, dice la científica médica zoológica Marion Desmarchelier de la Universidad de Montreal.
La enfermedad en sí no es mortal, pero el coste de los tratamientos de emergencia repetidos puede ser demasiado alto para algunas familias. Estudios previos sugieren que la afección podría tener su origen en la conexión entre los sistemas hormonal y nervioso. Específicamente, en un desequilibrio entre los estímulos y las respuestas relacionadas con el neurotransmisor adrenalina.

La teoría predominante sugiere que una descarga excesiva de adrenalina daña las uniones en la pared de la vejiga, exponiendo los nervios sensoriales que causan dolor y desencadenan inflamación. Si el pobre gato no puede controlar su respuesta suprarrenal debido al daño, es probable que los episodios de malestar se repitan. Aunque el panorama completo aún no está claro, el papel de la adrenalina apunta a un componente psicológico, quizá no sólo como una señal de alerta para la FIC, sino como una causa de ella. El equipo de investigación se puso en contacto con propietarios de gatos diagnosticados con FIC durante la pandemia y les pidió que completaran un cuestionario sobre el comportamiento de su gato, las posibles recurrencias de la enfermedad y si cumplían con ciertas recomendaciones ambientales.
Entre las 33 encuestas que fueron devueltas, los científicos notaron una clara diferencia entre los gatos que habían experimentado solo un caso de FIC y aquellos con recurrencias: poco más de la mitad de los casos únicos se mostraron asustadizos con los extraños, en comparación con casi todos los que tuvieron episodios repetidos.
Se podría descartar que haya otros comportamientos relacionados, incluida la agresión por parte de los gatos o si ellos mismos fueron víctimas de agresión.
“Al principio pensábamos que los gatos ansiosos y agresivos serían más propensos a sufrir cistitis recurrentes, pero en realidad son los gatos temerosos y retraídos los que parecen correr un mayor riesgo”, afirma Desmarchelier.
Los investigadores sugieren que la CIF se considere más una consecuencia del bienestar mental del gato que una afección vesical. Ayudar a los gatos ansiosos a sentirse tranquilos y seguros podría reducir el riesgo de inflamación del tracto urinario, afirman.
Las tácticas tranquilizadoras incluyen asegurar que tu gato tenga acceso a varios escondites seguros que pueda usar para escapar de otros miembros de la familia cuando lo desee. La terapia con feromonas también puede ayudar a reducir sus niveles de estrés.
Investigaciones futuras podrían proporcionar evidencia crucial que ayude a determinar cómo la ansiedad y la comodidad de un gato en su hogar afectan funciones tan aparentemente no relacionadas como su capacidad para orinar cómodamente. Mientras tanto, se anima a los dueños de mascotas a prestar mucha atención a sus compañeros felinos cuando tienen compañía y ayudarlos a sentirse tranquilos. Su ansiedad podría estar afectándolos más de lo que imaginamos.
Esta investigación fue publicada en el Journal of Veterinary Behavior.
Fuente: Science Alert.