Estas criaturas usan una comunicación mucho más compleja de lo que alguna vez pensamos.
“Todos usan el mismo lenguaje, pero expresan las cosas de manera ligeramente diferente”, dijo Mauricio Cantor, profesor asistente en el Instituto de Mamíferos Marinos de OSU y coautor del estudio. Cantor se refiere a algo llamado “codas de identidad”: secuencias únicas de clics similares al código Morse que sirven como marcadores sociales simbólicos. Es un poco como una versión en audio de una camiseta de fútbol: le dices a alguien que no conoces que perteneces a una tribu en particular. “Como marcadores simbólicos, las codas de identidad servirían como una bandera: una forma arbitraria pero útil de anunciar la pertenencia a un grupo en particular”.
Marcador cultural
Los investigadores dirigidos por Taylor Hersh, del Instituto Max Planck de Psicolingüística de los Países Bajos, analizaron más de 23 400 codas de cachalote registradas en 23 regiones específicas del Pacífico, desde Galápagos hasta Tonga, Japón y Chile. Las grabaciones se recopilaron a lo largo de casi 40 años.
Las codas son un signo revelador de la cultura, transmitida de generación en generación a través del aprendizaje social. Cuando son jóvenes, las crías no saben ninguna coda específica, pero las aprenden imitando a los adultos y luego mantienen la consistencia de las codas. Es una forma completamente nueva de comunicar pertenencia, una que es completamente diferente a cómo nos comunicamos los humanos.
“El panorama general aquí es esta brecha gigantesca que percibimos (o insistimos en percibir) entre los humanos y todo lo demás en la Tierra”, dijo Cantor. “Una de las principales cosas que solían separarnos es la capacidad de los humanos de tener cultura. Esta noción se está erosionando lentamente con el tiempo con estudios que muestran que los animales aprenden y transmiten esa información, lo que puede convertirse en pequeñas tradiciones estables con el tiempo”.
Tales signos culturales son muy raros en el mundo animal, pero no sorprende que los cachalotes los usen, dado lo inteligentes y sociales que son estas criaturas. Los cachalotes tienen una cultura sorprendentemente rica y profunda, aprenden cosas útiles unos de otros y se comunican de una manera sorprendentemente compleja.
“La cultura, un pilar del notable éxito ecológico de los humanos, se reconoce cada vez más como una fuerza poderosa que estructura las poblaciones de animales no humanos”, escriben los investigadores en el estudio.
Las ballenas usan estas codas de manera diferente en diferentes situaciones. Cuando saben que son el único clan en un área geográfica particular, usan las codas con moderación. Pero en un área abarrotada con múltiples clanes, donde las ballenas no saben exactamente si las ballenas cercanas son parte de su clan, lo usan más a menudo para distinguirse.
Esto no solo nos muestra un nuevo lado de la cultura de las ballenas, sino que también ayuda a los investigadores a delimitar los diferentes clanes de ballenas y su rango geográfico. Usando los datos, el equipo identificó un clan previamente desconocido y dos clanes menos conocidos por primera vez. Inicialmente, el equipo pensó que estaban tratando con cuatro clanes, pero los datos de coda mostraron al menos siete reclamos y posiblemente más en regiones menos estudiadas. El equipo identificó un clan “Regular”, que utiliza clics en intervalos regulares, un clan “Plue One”, que tiene una pequeña pausa antes del último clic, un clan “Corto”, un clan de “Aumento rápido”, un clan “Cuatro Plus” y un clan de “aumento lento”, así como un clan “Palindrome”, todos con nombres sugerentes. Sin embargo, los investigadores enfatizan que algunas áreas no fueron estudiadas y algunos clanes pueden haber evadido la detección.
En última instancia, esto demuestra cuán complejas y culturales pueden ser las sociedades no humanas. A medida que nuestra sociedad continúa desarrollándose y cambiando, también estamos cambiando el mundo que nos rodea. Quizás sea importante tener en cuenta que no somos la única especie inteligente en este planeta.
El estudio ha sido publicado en PNAS.
Fuente: ZME Science.