Perder el enfoque puede reforzar el aprendizaje, según estudio

Psicología

Perder el enfoque por un breve momento en realidad podría ayudar a impulsar el aprendizaje al darle a nuestros cerebros un breve respiro de la tarea en cuestión. Según un nuevo estudio, esto podría permitirnos absorber información que podría no estar directamente relacionada con la tarea en cuestión, pero que aún podría ser útil saber.

“Mientras que concentrarnos nos ayuda a acotar nuestras metas, perder algo de enfoque puede ampliar el alcance de la atención, ayudándonos a incorporar información menos relevante, lo que podría ayudarnos a aprender regularidades en nuestro entorno o incluso a integrar ideas o conceptos distantes”, explica Alexandra Decker, el neurocientífico cognitivo que dirigió el nuevo estudio, en Twitter.

Hacer conexiones entre conceptos remotos o ser capaz de generar una mezcla variopinta de nuevas ideas (llamado pensamiento divergente) son dos aspectos de la creatividad que los científicos pueden medir. Pero mantenerse enfocado mientras se ignoran las distracciones también es clave para aprender nuevas habilidades, desarrollar nuevas ideas o encontrar un “estado de flujo”.

En noticias para nadie que se haya quedado dormido en clase, se ha descubierto que los lapsos de atención afectan todo, desde la percepción básica hasta el aprendizaje y la memoria. Aparecen distracciones y nuestro enfoque se desvanece.

Pero por mucho que lo intentemos, nuestra atención fluctúa naturalmente. Si bien algunas investigaciones sugieren que los lapsos de atención son una señal de que nuestros cerebros están sobrecargados, otra teoría postula que la pérdida de concentración puede ocurrir cuando una tarea se vuelve demasiado monótona.

Esto podría conducir a algunos beneficios inesperados. Nuestro cerebro puede volverse hacia adentro y comenzar a divagar a través de sus propios pensamientos, podría existir en un estado de felicidad, ‘sin sentido’, o comenzar a buscar otros fragmentos de información para digerir, lo que a su vez podría ayudar al aprendizaje.

Esto es lo que Decker, del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), quería averiguar: adónde va nuestra mente cuando la atención se desvanece y si perder la concentración a veces puede ser bueno para aprender.

Ella había estado siguiendo una investigación que sugería que las personas con mayor impulsividad y menor control cognitivo, como los adultos jóvenes y los niños, eran mejores para aprender las relaciones entre piezas de información aparentemente no relacionadas que se les decía que ignoraran. En el nuevo estudio dirigido por Decker, se encargó a un grupo de 53 estudiantes universitarios que clasificaran las letras y los números que aparecían en la pantalla de una computadora, flanqueados por símbolos que distraían y que se les decía que ignoraran.

La atención de la gente vacilaba dentro y fuera de foco, como se esperaba. Los investigadores observaron esto utilizando una técnica que detecta fluctuaciones en la atención en función de los tiempos de reacción personales.

Durante los momentos de pérdida de concentración, la atención de las personas se expandió en el alcance, lo que les permitió captar los símbolos que en realidad eran paralelos a la aparición de una letra o un número, lo que esencialmente les indicaba a sus cerebros lo que había en la pantalla con una señal adicional. Las personas que perdían el enfoque con mayor frecuencia en realidad tenían respuestas más rápidas y precisas, lo que indica un mejor aprendizaje de los patrones codificados por los símbolos.

“Las personas que aprendieron más sobre los emparejamientos objetivo-flanco estaban en un estado de atención reducido, es decir, ‘fuera de la zona’, con más frecuencia que aquellos que aprendieron menos”, escriben los investigadores en su artículo publicado.

Además, cuando los investigadores se acercaron a los participantes individuales, pudieron ver que el aprendizaje era más evidente durante sus lapsos de atención.

“Nuestros resultados sugieren que perder un poco de concentración en realidad podría ser algo bueno a veces”, tuiteó Decker. “Pero cambiar entre períodos de concentración y menos concentración podría ser lo mejor en general”.

Por supuesto, estos experimentos de laboratorio solo rascan la superficie de cómo nuestro cerebro registra o prioriza la información periférica en el mundo real, un entorno mucho más complejo que una sala de computadoras. Sin embargo, sus hallazgos encajan con un creciente cuerpo de investigación que ha hecho caso omiso de las vibraciones negativas en torno a la mente errante y el soñar despierto. Estudios anteriores han encontrado lo que muchas personas pueden atestiguar: dejar que su mente divague después de un período de concentración sostenida puede ayudar a que fluya la creatividad. Sin embargo, parece importante encontrar el punto dulce de compromiso para estimular las tendencias creativas del cerebro: demasiada estimulación y nuestros cerebros tienen poca atención para dedicar a la ideación; no hay suficientes estímulos y la tarea se vuelve aburrida.

La atención es una cosa voluble. Estudios anteriores han demostrado que nuestro cerebro cambia el enfoque cuatro veces por segundo, como si escaneara su entorno en busca de otros estímulos que pudiera necesitar registrar. Esa es una habilidad útil para permanecer alerta ante posibles peligros, pero también un patrón de actividad que se secuestra fácilmente en un mundo lleno de distracciones. Tal vez lo que importa es nuestra intención: si le estamos dando a nuestro cerebro algo de espacio para vagar, para encontrar nuevas conexiones o ideas en lugares poco probables, como en el vapor caliente de una ducha, o adormecerlo en una fatiga silenciosa con un movimiento borroso de pantallas desplazándose.

El estudio fue publicado en el Psychonomic Bulletin and Review.

Fuente: Science Alert.

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