En un día cualquiera, los estadounidenses recorren millones de kilómetros de carreteras y rara vez se dan cuenta de lo que queda salpicado en sus parabrisas. Sin embargo, sin que la mayoría de los conductores lo sepan, sus vehículos contribuyen involuntariamente a la muerte de decenas de millones de abejas cada día, según un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad Estatal de Utah (USU).
Las abejas polinizan casi el 75 % de todos los cultivos alimentarios que cultivamos los humanos en todo el mundo. Sobra decir que son muy importantes.
Un informe anterior revela que el costo de los servicios de polinización que brindan las abejas solo en los EE. UU. asciende a la friolera de 20 mil millones de dólares al año. Sin embargo, la verdadera pregunta es: las abejas hacen mucho por nosotros y por la naturaleza, pero ¿las tratamos bien a cambio?
“Las abejas desempeñan un papel fundamental en nuestro ecosistema. Las consecuencias de sus frecuentes colisiones con vehículos se extienden mucho más allá de un pequeño inconveniente de viaje. “De hecho, los impactos de las muertes de abejas, que ocurren minuto a minuto cada día, pueden tener un impacto negativo mayor de lo que pensábamos”, dijo Joseph Wilson, autor principal del estudio y profesor de USU Tooele.
En general, cuando un vehículo choca contra un animal grande, como un roedor, un gato, un ciervo o un perro, el impacto es bastante evidente. Para ayudar a prevenir este tipo de accidentes, las autoridades de carreteras y de vida silvestre colocan señales de advertencia, desarrollan caminos alternativos y construyen túneles para permitir que los animales viajen libres y seguros.
Sin embargo, cuando un automóvil choca con una abeja, nadie presta atención, ya que la colisión solo deja una marca insignificante en el parabrisas. Incluso si aparecen docenas de marcas de este tipo, simplemente se borran.
Estimación del número de abejas muertas causadas por vehículos
Para tener una idea aproximada de cuántas abejas mueren de esta manera, los autores del estudio realizaron un interesante experimento. Pegaron papeles adhesivos en los parachoques de algunos vehículos de tamaño mediano. Con estos vehículos, completaron 29 viajes que cubrieron 9.344 km a través de Utah, un estado en el que viven más de 1.000 especies de abejas. Al final de cada viaje, miraron el papel adhesivo y contaron las abejas muertas.
Después, teniendo en cuenta el tamaño de la trampa adhesiva y la distancia recorrida por el vehículo, los autores del estudio calcularon el número de colisiones de abejas por unidad de superficie y por cada kilómetro. A continuación, multiplicaron este número por la superficie total delantera de un vehículo típico para estimar cuántas abejas chocarían contra toda la parte delantera del coche por kilómetro.
El resultado se multiplicó por la distancia total recorrida por un solo coche y el número medio de coches que circulan por esa ruta concreta cada día. Este cálculo proporcionó un número diario aproximado de colisiones de abejas a lo largo de la ruta, utilizando tanto los valores medios como los mínimos para mayor precisión.
“Nuestros datos sugieren que, si se incluyen las especies de abejas más pequeñas, más de 5 millones de abejas mueren a causa de todo el tráfico vehicular a lo largo de un único tramo de carretera en un día determinado durante la temporada de vuelo de las abejas.
“Incluso si aplicamos nuestras estimaciones mínimas de mortalidad de abejas en las carreteras de Utah muestreadas a toda la temporada de primavera y verano, y teniendo en cuenta solo los conductores diurnos, estimamos que podrían morir cientos de millones de abejas cada verano”, señalan los autores del estudio.
Las carreteras con mucho tráfico no matan a la mayoría de las abejas
El papel adhesivo capturó abejas pertenecientes a 14 géneros diferentes. Esto sugiere el grado de destrucción que el tráfico vehicular está causando a las poblaciones de abejas de múltiples especies.
A partir de estos datos, también se podría suponer que la mayor cantidad de abejas mueren en las carreteras con más tráfico. Sin embargo, aquí es donde se pone interesante. No son las carreteras con mucho tráfico, sino las rutas que conducen a parques nacionales populares las que matan a la mayoría de las abejas.
“Un patrón interesante observado en nuestros datos es que algunas de las rutas con las estimaciones más altas de mortalidad de abejas se encuentran en partes de Utah que albergan parques nacionales con mucha actividad. Por ejemplo, la ruta que tuvo las estimaciones más altas de mortalidad de abejas, con hasta 16 millones de abejas golpeadas por día a lo largo de la ruta de Salt Lake City a Moab, Utah, cerca del Parque Nacional Arches”, dijeron los autores del estudio.
Incluso la ruta corta de St. George al Parque Nacional Zion (~53 km) es testigo de casi 1,4 millones de colisiones entre abejas y automóviles. En comparación con las carreteras normales, el tráfico en dichas rutas es mucho menor. Sin embargo, dado que la zona que rodea los parques nacionales tiene una alta densidad de población de abejas, la probabilidad de que los vehículos atropellen a un gran número de abejas en esas rutas es alta.
Ha llegado el momento de actuar
Los apicultores comerciales afirman que, durante las dos últimas décadas, las colonias de abejas melíferas han ido disminuyendo a un ritmo del 30 % anual en Estados Unidos. Los estudios sugieren que se han observado tendencias similares en las especies de abejas silvestres. Por ejemplo, según una investigación publicada en 2023, en los últimos 15 años, el número de abejas individuales ha disminuido un asombroso 60 %.
El estudio actual destaca otro factor importante que contribuye a la disminución de la población de abejas. Sin embargo, también sugiere que, si de alguna manera logramos salvar a las abejas del tráfico vehicular, podemos salvar la vida de cientos de millones de abejas cada año. Cómo hacerlo todavía no lo hemos descubierto. Pero teniendo en cuenta el ritmo al que mueren las abejas, hay que hacer algo pronto. Con suerte, nuevas investigaciones revelarán algunas soluciones prácticas a este problema.
El estudio está publicado por Taylor & Francis.
Fuente: ZME Science.