A la sombra del Vesubio, un joven yacía en la cama mientras el mundo a su alrededor estallaba en caos. Era el año 79 d. C. y el volcán había desatado su furia, sepultando las ciudades romanas de Pompeya y Herculano bajo capas de ceniza y roca fundida. Mientras la mayoría huía, este hombre se quedó atrás y decidió encontrar su destino en su dormitorio, una circunstancia que dejaría su cerebro preservado de una manera que nadie podría haber imaginado.
Dos milenios después, los científicos analizaron su cráneo y encontraron una sustancia negra y vidriosa: es esencialmente tejido cerebral fosilizado, vitrificado por el intenso calor de la erupción. Es una visión escalofriante del poder destructivo del Vesubio y las condiciones únicas que convirtieron el tejido humano en vidrio.
Un cerebro de vidrio

El vidrio rara vez se forma a partir de materiales orgánicos. Requiere que un líquido se enfríe tan rápidamente que sus moléculas se congelen en una estructura sólida y rígida que no es ni un cristal ni un fluido. Aunque el vidrio volcánico como la obsidiana es común, la idea de que el tejido humano se convirtiera en vidrio parecía casi imposible de comprender, hasta ahora.
Los restos del joven fueron descubiertos en Herculano, una ciudad costera arrasada por el Vesubio. Se encontraron boca abajo en una cama, su cráneo y médula espinal contenían fragmentos de este misterioso vidrio. Los investigadores, dirigidos por el vulcanólogo Guido Giordano de la Universidad Roma Tre, analizaron las muestras y determinaron que el tejido había sido calentado al menos a 510°C antes de enfriarse rápidamente.
“El proceso de transformación de cualquier cosa líquida en vidrio es el enfriamiento rápido, no el calentamiento rápido”, explicó Giordano. “El vidrio de obsidiana se forma cuando la lava se enfría muy rápidamente, por ejemplo, cuando entra en el agua”.
Pero los flujos piroclásticos (corrientes de gas caliente y material volcánico que se mueven rápidamente) que sepultaron Herculano no pudieron haber causado esta transformación. Sus temperaturas, que alcanzaron hasta 465°C, eran demasiado bajas y se enfriaron demasiado lentamente. En cambio, los investigadores apuntan a una fuerza aún más letal: una nube de cenizas sobrecalentada.

A diferencia de los flujos piroclásticos, que se adhieren al suelo, las nubes de cenizas se transmiten por el aire y pueden disiparse rápidamente. Giordano y su equipo creen que esta nube, con temperaturas superiores a los 510°C, envolvió Herculano en cuestión de segundos, matando a sus residentes instantáneamente. El intenso calor licuó el cerebro del hombre y, a medida que la nube se disipaba, el rápido enfriamiento lo convirtió en vidrio.
El cráneo y la columna vertebral del hombre probablemente protegieron su cerebro de una descomposición térmica completa, lo que permitió que se formaran fragmentos de vidrio. Siempre se ha asumido que las víctimas del Vesubio murieron como resultado de flujos piroclásticos. Pero estos hallazgos sugieren que una amenazante nube de cenizas puede haber sido el primer evento mortal.
No todos están convencidos. Alexandra Morton-Hayward, antropóloga forense de la Universidad de Oxford, cuestiona si la sustancia vítrea es en realidad tejido cerebral. “Los tejidos orgánicos, que son principalmente agua, solo se pueden vitrificar mediante un enfriamiento rápido a temperaturas extremadamente bajas”, dijo a CNN, refiriéndose a las técnicas de criopreservación utilizadas en la ciencia moderna.
Sin embargo, Giordano se mantiene firme en los hallazgos. Investigaciones anteriores han identificado neuronas y proteínas preservadas en el vidrio, lo que confirma su origen orgánico. “No había duda de que el vidrio era de origen orgánico”, dijo.
Para el joven que se quedó, sus momentos finales fueron trágicos y extraordinarios. Su cerebro, preservado como vidrio, ahora cuenta una historia de fuego, cenizas y la naturaleza fugaz de la vida a la sombra de un volcán.
Los hallazgos aparecieron en la revista Scientific Reports.
Fuente: ZME Science.