Científicos han descubierto una molécula natural que ayuda a controlar el apetito y a perder peso tan bien que puede competir con agonistas de GLP-1 populares como Ozempic. Se llama BRP (péptido relacionado con BRINP2) y actúa activando neuronas específicas en el cerebro de manera similar a los agonistas del GLP-1 (péptido similar al glucagón-1). La diferencia entre los dos péptidos es la ruta metabólica que cada uno toma para llegar allí.
Laetitia Coassolo, investigadora patológica de la Universidad de Stanford, dirigió un equipo que diseñó un programa de descubrimiento de fármacos basado en inteligencia artificial llamado “Predictor de péptidos”, que utilizaron para identificar 373 proteínas para su posterior investigación entre miles de posibilidades. De este pajar, seleccionaron 100 péptidos que podrían inducir el tipo de actividad cerebral necesaria para alterar el apetito. Una de ellas fue la diminuta molécula BRP, compuesta de sólo 12 aminoácidos.

En el laboratorio, el péptido GLP-1 aumentó los marcadores de actividad en las células de insulina humana en un factor de tres, mientras que un factor de crecimiento aumentó una actividad similar en un factor de 10 en las células cerebrales. En comparación, el BRP aumentó los marcadores de actividad tanto en las células neuronales como en las productoras de insulina más de diez veces.
Las pruebas con ratones machos delgados revelaron que la inyección de BRP podía reducir a la mitad la cantidad de alimento que consumían en la hora siguiente. Tuvo el mismo efecto en cerdos enanos, cuyo metabolismo y comportamiento alimentario son más similares a los de los humanos.
Cuando se administraron inyecciones de BRP a ratones obesos durante 14 días, perdieron un promedio de 4 gramos en comparación con los controles. Y casi toda esa pérdida de peso se debió a grasa corporal, no a músculo.
Los tratamientos con semaglutida pueden provocar no solo pérdida de grasa, sino también de músculo y hueso, lo que puede representar hasta el 20% del peso perdido. Esto ha suscitado dudas sobre los efectos a largo plazo de tomar medicamentos como Ozempic para bajar de peso, que solo saldrán a la luz con el tiempo. Se necesitan más investigaciones para determinar si, por ejemplo, la salud cardíaca puede verse afectada.
Los agonistas del GLP-1 también pueden tener otros efectos secundarios desagradables, como náuseas y estreñimiento. Mientras tanto, una prueba animal de BRP no mostró signos de estos efectos secundarios ni de pérdida muscular, tal vez porque la molécula activa diferentes receptores cerebrales.
“Los receptores a los que se dirige la semaglutida se encuentran en el cerebro, pero también en el intestino, el páncreas y otros tejidos”, explica la investigadora de patología de Stanford, Katrin Svensson.
“Es por eso que Ozempic tiene efectos generalizados, entre ellos, retardar el movimiento de los alimentos a través del tracto digestivo y reducir los niveles de azúcar en sangre”.
Por otra parte, el BRP parece actuar en el hipotálamo, el centro del apetito y del metabolismo del cerebro, activando vías metabólicas y neuronales completamente diferentes a la semaglutida. Su llegada al mercado dependerá de cómo se comporte la molécula en el cuerpo humano, algo que la compañía de Svensson investigará pronto en ensayos clínicos.
Se puede ganar mucho dinero desarrollando medicamentos para tratar la obesidad, y se espera que el mercado sólo aumente: los científicos predicen que cuatro de cada cinco estadounidenses serán obesos o tendrán sobrepeso en 2050.
Si se demuestra que es seguro y eficaz, el BRP entrará en un círculo cada vez más concurrido de medicamentos para bajar de peso basados en péptidos, junto con Ozempic, Wegovy y Tirzepatide.
“La falta de medicamentos efectivos para tratar la obesidad en humanos ha sido un problema durante décadas”, dice Svensson.
“Nada de lo que hemos probado antes se compara con la capacidad de la semaglutida para reducir el apetito y el peso corporal. Estamos muy interesados en saber si [el BRP] es seguro y eficaz en humanos”.
Esta investigación fue publicada en Nature.
Fuente: Science Alert.