A medida que el clima se calienta, la atmósfera se vuelve más sedienta. Los científicos definen esta sed atmosférica, o demanda evaporativa, como la cantidad de agua que podría evaporarse de la superficie terrestre en respuesta al clima.
La evapotranspiración estandarizada de cultivos cortos (ETos) es una métrica que estima la cantidad de agua que se evaporaría y transpiraría en una superficie de césped uniforme y bien regada. Se utiliza para medir la demanda de evaporación que experimentan las tierras cubiertas por cultivos agrícolas. Estudios previos han demostrado que la ETos ha aumentado con el tiempo en respuesta a factores como la temperatura del aire, la radiación solar, la humedad y la velocidad del viento. Sin embargo, esta investigación no abarca los patrones y tendencias durante períodos prolongados con una sed atmosférica excepcionalmente alta.
Kukal y Hobbins designan un nuevo término para estos eventos ET extremos: olas de sed. Una ola de sed es un período de demanda evaporativa extremadamente alta que, al igual que su pariente, la ola de calor, puede causar estragos en una temporada de crecimiento. Para que se le llame ola de sed, la ET debe estar por encima del percentil 90 durante al menos tres días.
Los investigadores estudiaron las mediciones de ETos en los Estados Unidos continentales durante las temporadas de crecimiento de 1981 a 2021, examinando la intensidad, duración y frecuencia de las olas de sed identificadas a nivel de condado. Posteriormente, agruparon los resultados en nueve regiones.
El análisis de los investigadores mostró que las olas de sed se produjeron un promedio de 2,9 veces durante la temporada de crecimiento, de abril a octubre, con una duración promedio de 4 días. La duración más larga fue de 17 días y la mayor frecuencia, de 20 eventos por temporada. A nivel nacional, las Altas Llanuras experimentaron las olas de sed más intensas; el Sur, el Alto Medio Oeste, el Noroeste del Pacífico y la Costa Oeste experimentaron la duración promedio más larga (aproximadamente 4,5 días), y la Costa Oeste y el Sur experimentaron la mayor frecuencia (alrededor de 3,5 eventos por temporada).
Las olas de sed se han generalizado y afectan a regiones como el suroeste, las llanuras del norte y las Rocosas del norte, que podrían no haberlas experimentado en décadas anteriores. La probabilidad de que una región no experimente ninguna ola de sed durante el año también ha disminuido. Continuar midiendo y rastreando las olas de sed será crucial para la gestión de los cultivos y el agua en los próximos años, especialmente a medida que el clima continúa calentándose, afirman los investigadores (Earth’s Future, https://doi.org/10.1029/2024EF004870, 2025).
Fuente: EOS.org.