En la primavera de 2024, dos historiadores medievales británicos consultaban el catálogo en línea de la biblioteca de Harvard cuando algo los detuvo en seco. En la pantalla había un pergamino desgastado, etiquetado como “HLS MS 172”, que durante mucho tiempo se creyó que era una copia casera de la Carta Magna. Pero mientras David Carpenter, del King’s College de Londres, y Nicholas Vincent, de la Universidad de East Anglia, estudiaban las líneas y letras del documento, descubrieron algo que pocos habían notado.
Lo que observaban no era una simple reproducción, sino un original. Ahora se ha confirmado que es uno de los siete originales supervivientes conocidos de la emisión de la Carta Magna en 1300, bajo el reinado de Eduardo I. El hallazgo coloca al manuscrito durante mucho tiempo olvidado de la Facultad de Derecho de Harvard entre los artefactos más raros de la historia constitucional.
“Este es un descubrimiento fantástico”, dijo el profesor Carpenter. “La Carta Magna de Harvard merece ser celebrada, no como una simple copia, manchada y descolorida, sino como el original de uno de los documentos más significativos de la historia constitucional mundial, piedra angular de las libertades pasadas, presentes y aún por conquistar”.
Una carta de libertad y de derechos humanos fundamentales, redescubierta
Los dos historiadores hicieron su hallazgo mientras navegaban en línea desde sus oficinas en el Reino Unido. Habían estado explorando bibliotecas de todo el mundo, estudiando copias no oficiales de la Carta Magna. Pero cuando vieron el HLS MS 172, sospecharon que el ejemplar podría ser en realidad un manuscrito medieval original.
Así pues, solicitaron imágenes ultravioleta y multiespectrales a los bibliotecarios de Harvard, quienes respondieron con una serie de escaneos avanzados. Bajo estas luces, la tinta y las fibras de HLS MS 172 revelaron su historia con gran nitidez.

Carpenter comparó el texto con otros originales supervivientes. Observó la gran «E» curvada en la primera línea —«Edwardus»— y el tamaño del pergamino: 489 x 473 mm, similar al de los otros seis originales conocidos de 1300.
Todos los rasgos coincidían. La caligrafía, las dimensiones del pergamino y la fidelidad textual coincidían exactamente con los otros seis originales conocidos.
Entonces llegó la prueba decisiva. En 1300, los clérigos reales habían emitido una nueva versión estandarizada del texto de la Carta Magna. Si el manuscrito de Harvard variaba de esa versión, probablemente se trataría de una falsificación o una copia posterior. Sin embargo, las palabras del manuscrito coincidían exactamente con la versión oficial de 1300 .
“El texto tenía que ser correcto”, dijo Carpenter, y éste, confirmó, “pasó la prueba con gran éxito”.
Un hallazgo curioso

Esto plantea otra pregunta: ¿Cómo pudo una carta real cruzar el océano y acabar en la biblioteca de una facultad de derecho?
Los investigadores rastrearon su origen hasta Appleby, un antiguo distrito parlamentario en el Distrito de los Lagos inglés. Emitido a la ciudad en 1300, el documento siguió un camino tortuoso desde las manos del abolicionista británico Thomas Clarkson hasta el as de la aviación de la Primera Guerra Mundial, Forster “Sammy” Maynard, quien finalmente lo subastó.
En 1945, el manuscrito fue vendido por Sotheby’s a los comerciantes de libros de derecho de Londres Sweet & Maxwell, quienes luego lo vendieron a la Facultad de Derecho de Harvard al año siguiente, por solo 27,50 dólares.
Su listado de subasta lo describía como una “copia… hecha en 1327… algo frotada y manchada de humedad”.
Los académicos de derecho de Harvard nunca le dieron mucha importancia hasta ahora.
“Un tótem de la libertad”

La Carta Magna, promulgada originalmente en 1215 bajo el reinado de Juan, ha sido venerada durante mucho tiempo como símbolo fundacional de la libertad y el estado de derecho. Si bien la carta original abordaba principalmente los agravios feudales, su legado evolucionó. Los principios que consagraba —limitar el poder real, garantizar juicios justos y establecer la idea de que nadie está por encima de la ley (ni siquiera el rey)— se mantuvieron vigentes a lo largo de los siglos.
Contribuyó a la formulación de la Constitución de los Estados Unidos e inspiró la Declaración de Independencia. Se cita tanto en fallos de la Corte Suprema como en discursos políticos.
“Es un tótem de la libertad”, dijo el profesor Vincent.
“Si le preguntaras a alguien cuál es el documento más famoso de la historia del mundo”, añadió, “probablemente mencionaría la Carta Magna”.
Esta versión, ahora recién autenticada, hace aún más fascinante y atractiva la tradición de la Carta Magna. No solo es un original excepcional, sino que su llegada a Estados Unidos la sitúa en la intersección de la abolición, la recuperación de la posguerra y la erudición jurídica moderna.
“La procedencia de este documento es simplemente fantástica”, añadió Vincent. “Dados los problemas actuales en torno a las libertades y al sentido de la tradición constitucional en Estados Unidos, no se podría inventar una procedencia más maravillosa que esta”.
Un descubrimiento digital, un toque humano
Mientras Carpenter y Vincent ganaron titulares por sus investigaciones académicas, bibliotecarios como Amanda Watson trabajaron silenciosamente en segundo plano para hacer posibles tales descubrimientos. Watson, decana adjunta de Biblioteca y Servicios de Información de la Facultad de Derecho de Harvard, supervisa los esfuerzos de digitalización que comenzaron en la década de 1980. Su equipo ha trabajado en todo, desde manuscritos medievales hasta los documentos de Charles Ogletree y registros legales de los juicios de Núremberg.
“Tenemos una fantástica colección de manuscritos medievales”, dijo, “pero también tenemos mucho más. Todos estos proyectos llevan nuestra labor más allá de simplemente servir a nuestro profesorado y alumnado, conectando a un público global con nuestras ricas colecciones”.
La digitalización no se limita al escaneo. Requiere un manejo cuidadoso, etiquetado de metadatos y procesamiento de imágenes especializado, a veces con luz ultravioleta, a veces con inteligencia artificial.
Y no todo es historia antigua. Harvard está digitalizando miles de registros legales de posguerra y explorando cómo la IA puede acelerar el acceso y la preservación.
“Esta obra ejemplifica lo que sucede cuando colecciones magníficas, como la de la Biblioteca de la Facultad de Derecho de Harvard, se abren a académicos brillantes”, afirmó Watson. “Detrás de cada revelación académica se encuentra la labor esencial de los bibliotecarios, quienes no solo recopilan y preservan materiales, sino que también crean caminos que, de otro modo, permanecerían ocultos”.
Puedes ver el manuscrito escaneado de la Carta Magna HLS MS 172 en el sitio web de la Biblioteca de Harvard.
Fuente: ZME Science.